No es difícil recordar el fracaso del socialismo en el siglo 20, ya que no tuvo efectos importantes en cuatro continentes y sus últimos remanentes en Europa fueron controlados y destruidos por los grandes capitalistas globales de Occidente a partir de la caída del comunismo soviético en la última década del siglo pasado. También durante el curso del siglo pasado el capitalismo industrial ha ido desapareciendo en casi todo el mundo para ser sustituido por el capitalismo especulativo que es un modelo económico para generar riquezas donde no se producen bienes materiales, no se contratan a trabajadores, no se pagan impuestos al Estado y solo es un mecanismo donde el dinero produce más dinero cerrando por completo la permeabilidad social y creando una elite multimillonaria cada vez más poderosa en la misma proporción que va debilitando al Estado, destruyendo a la clase media que había creado el capitalismo industrial y generando una clase social paupérrima cada vez mayor.
Al mismo tiempo que se extingue el socialismo real y se va debilitando el capitalismo especulativo, han tomado fuerza otras formas híbridas de economías y de Estados, como son los casos de Brasil, Rusia, India y China que por el momento son las de mayor éxito material. En el caso de China es una dictadura comunista de corte policial con una ingeniosa mezcla de capitalismo industrial y especulativo que por el momento es la de mayor desarrollo y se ha convertido en la más poderosa del mundo. La India es también una mezcla de capitalismo con un sistema de Gobierno muy efectivo, ya que las distintas clases sociales aceptan sin protestar su posición y cada una desarrolla en forma pacífica su función en ese extraño estado patriarcal milenario. El caso de Rusia es la asociación entre una dictadura a ultranza con un grupo muy poderoso de mafias muy diversas que desarrollan sus actividades criminales sin ser molestadas por el Estado y en muchos casos se extienden a naciones vecinas o no muy lejanas. Brasil es un caso excepcional donde la estructura económica y financiera de un gobierno social democrático genuino se asoció de forma inteligente con diversas naciones poderosas como China, Rusia, Alemania y Japón, para lograr un relativo nivel de autonomía y liberarse del enorme pasivo político y financiero que tenían con los Estados Unidos.
No obstante la aparente gran diversidad que existe entre los Estados, las economías y las fórmulas financieras de los países del mundo actual, existen elementos coincidentes en todos ellos: una pequeña élite económica y política que establece la forma de operar de la sociedad, una pérdida acelerada de la permeabilidad social, una tercera generación de funcionarios públicos que han heredado sus cargos de sus padres y abuelos, sin la menor idea de lo que es operar un grupo social, un mayor menosprecio hacia las clases populares, una fórmula de control de la sociedad y de sus bienes por la vía judicial y policial similar a los modelos fascistas, mientras el dinero se convierte en el único paradigma en común de todas las sociedades del mundo.
Para quién intente realizar con objetividad un análisis científico de la presente situación global encontrará grandes dificultades por la rapidez con la que se modifican las situaciones en todas las regiones del mundo, de modo que los métodos convencionales del análisis histórico, social o mediológico son ahora inoperantes, ya que todos los medios de comunicación masiva, incluyendo los digitales son controlados territorialmente por las grandes potencias actuales que pretenden imponer sus parciales visiones del mundo que invariablemente son los de la pequeña élite de sus poderes fácticos. Al grado de que la verdad reinante será el balance final entre todos los puntos de vista de las potencias que tienen una proyección mediática fuera de sus territorios nacionales.
Ahora mismo el viejo asunto del espionaje entre los diversos países del mundo se ha convertido en un tema de debate con muy diversos acentos, respecto a la privatización de las bancas centrales no hay nación que desee discutirla porque afecta a los intereses de sus élites, toda la normatividad sobre parejas del mismo sexo y bisexuales, el control de los abortos, de las adopciones y de familias con diferentes étnias o creencias se discuten en todo el mundo. De la misma forma se debaten las diferentes creencias religiosas, las subjetivas visiones de la democracia, la limitación de las clases populares para inconformarse con el Estado, la conversión de los delitos civiles y mercantiles en asuntos penales e infinidad de métodos coercitivos para lograr el dominio pacífico y el despojo legalizado de bienes y propiedades por las pequeñas élites multimillonarias. (Hace unos días en México, su clase política celebraba la andanada de reformas para legalizar el despojo de reservas energéticas, minerales valiosos, propiedades inmobiliarias, terrenos agrícolas y fuentes acuíferas)
La sociedad humana del presente vive un momento tan ambiguo que sería tonto hacer cualquier tipo de prospectiva de economía política en el corto plazo, ya que todo puede suceder en cualquier momento: desde una movilización social de las clases medias pensantes, la bancarrota total de los Estados de Occidente, el inicio de una nueva guerra de grandes proporciones en el Pacífico Norte o la desaparición de enormes territorios cercanos a los océanos en función del calentamiento solar y el deshielo de las regiones polares.
Pero nunca sucederá que la élite gobernante en el mundo permita restablecer las regulaciones financieras (Ley Glass Steagall) desaparecidas en 1999 que fueron causantes de la gran crisis financiera global iniciada con la burbuja del 2000 y de la crisis actual que se inició en el 2007, el cumplimiento de las normas del Protocolo de Kioto, la prohibición de las extracciones de hidrocarburos por ‘fracking’ causales del actual calentamiento solar o el resurgimiento de organismos sindicales o de cualquier género que puedan obstaculizar el dominio de los poderosos. Por lo que tendrá que nacer una nueva forma de convivencia humana con otra fórmula del Estado, otro modelo económico y otro sistema financiero que no contenga fórmulas híbridas donde aparezcan los fantasmas del capitalismo o del socialismo.
Adenda.- Todas las metodologías para el estudio de los fenómenos políticos, sociales y artísticos contemplan una contextualización del pasado con el presente. Esta situación de un presente inmediato ha desaparecido en el nuevo mundo digital.
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