Se considera como ‘capital financiero’ a cualquier suma de dinero que no ha sido consumido por su propietario, sino que se trasladó a un mercado financiero con el propósito de obtener una renta periódica. En la sociedad actual se admite que los bancos puedan cooptar ahorro y colocarlo donde rinda las mayores ganancias posibles para poder recuperar los fondos prestados y los intereses que han generado sin tener que depender de los fondos de los contribuyentes.
Lo que ahora está sucediendo es que los contribuyentes tienen que rescatar a los bancos durante los períodos recesivos, mientras que los accionistas ricos reciben grandes beneficios en las épocas de ‘vacas gordas’. Eso está generando un gran conflicto social entre los ciudadanos de la clase media y la élite financiera que tiende a agravarse en todas las regiones del mundo.
Se ha llegado el momento de recordar que la actual crisis ha sido ocasionada por el crédito desmedido que fue otorgado en las dos últimas décadas, por lo que sólo se saldrá de la crisis actual en la medida en la que se reduzcan las deudas. Esto indica que en los próximos años habrá disminución al crédito del sector privado que se compensará con mayor financiamiento para el sector público, generando una renta financiera menor a la del pasado inmediato de las últimas dos décadas.
Para poder salir de la prolongada recesión actual tendrá que establecerse una nueva regulación financiera y así evitar que persista la crisis actual originada desde el 2007 y no permitir una nueva crisis en el futuro inmediato que sea similar a la actual, aunque sea bien sabido que las crisis del capitalismo han sido inevitables y recurrentes a través de la historia.
Su aparente error de origen ha sido el divorcio permanente entre la producción y el consumo. Aunque el capitalismo ha sido el sistema que ha alcanzado la más alta capacidad en la historia para producir bienes, al mismo tiempo ha generado el mayor número de pobres sin suficiente capacidad adquisitiva para esos bienes y servicios.
Siempre han existido etapas periódicas en las que el gran inventario de mercancías producidas no se ha logrado vender, la ganancia por lo tanto, no se realiza y sobreviene la quiebra de los productores que intentan vender sus productos. Esto genera una competencia entre empresas y naciones que buscan aumentar su producción y bajar sus costos mediante el saqueo de materias primas a los países del tercer mundo, además de la explotación de sus recursos naturales y de su fuerza de trabajo. Mientras que con innovaciones científicas y tecnológicas tratan de aumentar la productividad.
Ante la disminución de la demanda que ocasiona la falta de liquidez financiera de las empresas, el sistema capitalista recurre al crédito masivo. Con tal intensidad que en el presente todas las entidades productivas, desde las más pequeñas, hasta las grandes empresas globales y las instituciones bancarias más poderosas, solo viven si hay crédito para operar con dinero ajeno, ya sea de los contribuyentes o de los propietarios del dinero.
Este mecanismo de endeudamiento permanente resulta a la larga peor que la falta de crédito, ya que los costos de producción se encarecen en demasía y lo mismo sucede con el valor de las mercancías producidas, por lo que su proceso de venta o realización se vuelve mucho más difícil.
De esta forma surge una espiral de endeudamiento que se resuelve con más deudas hasta que los bancos quiebran y arruinan a sus acreedores. En ese momento el crédito se contrae, las empresas dejan de operar y el desempleo masivo de los trabajadores genera una crisis de sobreproducción. Las bodegas se llenan sin que hayan compradores, los precios bajan y los vendedores de productos pierden. Hasta que el sistema económico entra en una etapa recesiva similar a la que ahora ocurre en todo el Mundo Occidental.
Estas crisis de sobreproducción en medio de una miseria creciente son cada vez más frecuentes y más profundas, sin que el modelo capitalista pueda evitarlas, ya que en el sistema de división del trabajo del capitalismo entre amos y trabajadores, todo el mundo tiene que sujetarse a la regla inevitable de competencia y de lucro que siempre ha existido.
Las crisis periódicas del capitalismo subsistirán hasta que surja un sistema alternativo de producción económica que sustituya al actual. Aunque la denominada revolución socialista ha realizado muchos intentos frustrados, hasta ahora no existe una nueva ‘clase social’ que gestione en forma directa la producción y conduzca la economía global en Occidente.
Lo que se percibe en los momentos actuales, es un fenómeno social en la clase media de todo el mundo pergeñando un proyecto global para una nueva política económica y una nueva clase social que sea capaz de regular el mercado en función, tanto de los intereses de quiénes generan la riqueza como de la población en su conjunto. Surge ahora un sesgo de asociación económica que conduzca el proceso económico, tanto para el funcionamiento del capital como para generar el bienestar social.
Por desgracia, la condición egoísta y frívola del ser humano lo ha conducido a una nueva etapa del capitalismo en el que su pequeña y poderosa élite ha decidido ya no producir bienes con el capital, sino que solo intenta aumentar sus riquezas con las rentas enormes de un capital especulativo que carece de toda regulación.
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