Según la Revista ‘Feel’ en la actualidad nadie lee cuanto debería. Parece que en ningún lado la gente lee. En el transporte público nadie se molesta en ver los letreros y los mapas. Solo preguntan al guardia lo que quieren saber.
¿Qué pasa con las noticias? ¿Cuándo fue la última vez que leímos un periódico o revista?
Nuestras actuales fuentes de información en línea son las notas compartidas en las redes sociales. Y nos limitamos al brevísimo espacio de un tweet o de un meme.
Estamos perdiendo la profundidad de la lectura y con ella la del pensamiento. Otro problema es que la mayoría de los textos actuales son muy cortos y no permiten explorar nuevas ideas. De modo que hay vaticinios fatalistas sobre la muerte de la literatura. No se percibe que una generación acostumbrada a leer mensajes de menos de 300 caracteres pueda tener la concentración para leer un artículo de periódico o un texto escolar. Y mucho menos un texto académico o una obra literaria.
La raíz del problema es que los cerebros de las nuevas generaciones no evolucionaron para leer, ya que la lectura es una actividad relativamente reciente, de tan sólo unos cuantos miles de años. Esto es debido a que los nuevos medios privilegian lo visual, ya que para el cerebro es más sencillo procesar 3 horas de una serie televisiva que mantener la concentración en una sesión de lectura de una hora.
El ver series televisivas no es malo, sólo que no nos hace pensar o debatir como solía hacerlo la lectura. Quizá el fracaso de muchas causas sociales actuales pudiera ser el poco tiempo que ahora dedican los jóvenes a leer observar y pensar.