Los portavoces de la mayoría de los gobiernos tienen una aversión descarnada a precisar los puntos del discurso de sus jefes. Esta indefinición les permite navegar en diferentes latitudes del discurso oficial. Así si los acontecimientos del día siguiente lo requieren; podran dejarse arrastrar si es conveniente, por una agenda política ajena o replegarse en la propia. Si las palabras deben reflejar las relaciones entre las cosas, los significados deben apuntar a las características propias de estas que las hacen diferentes al resto.
La ambiguedad es consustancial al lenguaje humano, pero los políticos han sacado siempre ventaja de una retórica hueca, llevándola a confines extremos,y pasando de la verborrea sin sentido a la encriptación sin necesidad de significados comunes y corrientes. Del lenguaje trifonémico del mono verde que con tres fonemas (gritos), se defiende de sus depredadores al emitir un sonido diferente para alertar a sus congéneres de la proximidad del águila, leopardo o serpiente, al lenguaje compuacional como LISP o Pascal que no admiten ambiguedades, hay un extenso universo,donde navega el discurso del político mexicano.
Estas ambiguedades lingüísticas fueron conocidas por Platón en su diálogo Cratylus donde nos alerta que en el lenguaje “moderno” de su tiempo muchas veces se tuerce o disfraza el significado de las palabras. Antes que él, Empedocles discípulo de Pitagoras y otros distinguidos filósofos de la antigua Grecia buscaron definir algunas leyes formales que caracterizaban el significado lingüístico de estas ambiguedades dentro del marco del razonamiento. San Agustín también les dedicó escritos en el idioma universal de su época que era el latin y ahondó sobre las paradojas.
Existen estudios antropológicos y lingüisticos para determinar lo que se ha denominado redundancia de las diferentes lenguas y dialectos que a la fecha son más de seis mil y que en este siglo se extinguirán más de la mitad según algunos lingüistas.El tema es muy extenso y este artículo no tiene pretensions ni filológicas ni semánticas, el propósito es enfocarse al discurso político y a sus giros y eufemismos que buscan confundirnos con un lenguaje que en ocasiones pareciera estar dearticulado de las reglas gramaticales y del mismo razonamiento. Esto incluye además el uso y abuso de metáforas, frecuentemente médicas que hacen comparaciones desafortunadas con el síndrome de inmunodeficiencia o el cáncer terminal.
Durante el siglo pasado la voz del Tlatoani era vox Dei. Con la desaparición del presidencialismo, pero principalmente durante las últimas décadas, la desconfianza en el discurso del ejecutivo fedral fue aumentando hasta llegar a la kafkiana realidad de que cuando el presidente o uno de sus portavoces hacían un pronunciamiento importante, el pueblo lo interpretaba en sentido contrario y cuando nos decían la verdad pensabamos que nos estaban engañando. Por ejemplo, si el ministro de hacienda llegado el mes de diciembre o al cambio de sexenio , nos decía que no iba a haber devaluación, los capitales salian volando del país.
Finalmente la vieja constumbre de los mexicanos que incursionan en la política, de la repetición ” ad nauseaum” de las mismas propuestas con sesgos intrascendentes de contenido y cambios camaleónicos de forma en el discurso, es a veces patético y otras sólo proyectan un cinismo escalofriante, que nos da la partitura para analizar el divorcio entre la llamada cultura operante (lo que debemos creer) y la cultura postulante (lo que creemos creer) sigiendo a Mariano Ortega ( 2009).
Como ejemplos analicemos tres estribillos que han sido machacados recientemente por Peña Nieto y Calderón: debemos lograr “Acuerdos transexenales” discurso pronunciado por Peña Nieto el 9 Marzo del 2011 en la toma de protesta de Eruviel Avila Villegas como candidato a la gobernatura al estado de México. Es necesario , “fortalecer el andamiaje Institucional” en el mismo discurso. El ritornello calderonista “No se trata de una guerra la que estamos librando con el narcotrafico y los cárteles, sino de una lucha frontal que estamos ganando “. Este tipo de pronunciamientos son espacios en blanco llenos de ambiguedades que al final del día, sólo evidencian lo contrario: Primero.- que no hay interes por las siguientes generaciones una vez que se hacen del poder, y que la debilidad institucional está fallida por sus propias desmesuras. Como se evidencia, cuando le pregunta Jorge Ramos conductorde Noticiero Univisión al mismo Peña Nieto, que el valor de sus propiedades no checa con la suma de los ingresos en todos los años que ha estado en la política, y finalmente que la pérdida de más de una docena de vidas diariamente en forma violenta aquí y en Siria es en realidad una guerra. ¿Cuestión de Semantica mi querido Watson? (no me refiero aqui al personaje de Artur Conan Doyle sino a la supercomputadora que ha construido IBM) O de una patética mentira.
Cuatro eventos han cambiado esto, y pareciera estar poniendo fin al secreto y encarrilando con un sentido más preciso a las indefiniciones y ambiguedades del discurso de los políticos: la revolucion tecnológica con la globalización en tiempo real de cualquier acontecimiento importante auxiliada por los telefonos móviles y el internet, el IFAI, los wekileakes y algo que se ha denominado de muy diversas formas como moralismo postmoderno y/ o ética universal. Es por eso que como ciudadanos debemos exigir un aggiornamiento al discurso político de aquellos que quieran participar en los puestos de elección popular.
Mencionare 12 ejemplos de este perverso fenómeno de la indefinición del discurso político o de la “definición” ad absurdum de lo que llamamos pifias de la comunicacion official.
Primero.- El característico doble discurso, cuando se cesa a un funcionario y se le colma de halagos a pesar de las graves deficiencias de su desempeño, como el caso reciente del Procurador General de la República.
Segundo.- La desinformación que existe por un blindaje informativo asfixiante y anómalo que circunda al ejecutivo fedral. El presidente Fox quiso decir esto, repetía incesantemente su vocero.
Tercero.- El apresuramiento para rendir cuentas bajo presión como la matanza de estudiantes en la colonia de Salvarcar en Cd. Juárez, donde el Presidente dió una respuesta a bote pronto diciendo que se trataba de un ajuste de cuentas entre pandillas.
Cuarto.- El discurso de la desesperación, o de la pérdida de objetividad cuando ante el reclamo generalizado Felipe Calderón espetó: diganles que ya basta a los criminales, haciéndolos de facto “interlocutores válidos” con la ciudadania.
Quinto.- La ligereza de no tomar como se tomaba en serio la investidura presidencial y el uso de la chacota, ejemplo; para disculpar la ausencia del gobernador de el Estado de México ante la invitación presidencial para asistir a una reunión que el mexiquense despreció; “yo creía que el gobernador Peña Nieto estaba sentido porque el Morelia le gano al Toluca”, dijo el Presidente Calderón en un discurso reciente en Toluca.
Sexto.-La presión externa del Imperio cuando el jefe del Comando Sur o la Secretaría de Estado Norteamericano hablan de la pérdida del control de territorios en el Estado mexicano y emiten alertas para no incursionar en ciertas entidades; hacen que el presidente Calderón y su gabinete respondan en “Grupetto” (término musical que en una sinfonía significa girar repetidamente en una nota como en las sinfonías de Mahler), el territorio nacional esta bajo control militar en todas sus latitudes y no hay porque ser alarmistas.
Séptimo.- La presión de los medios internacionales, cuando hablan de la guerra del Presidente Calderón o de la narcoinsurgencia que expone abiertamente el eufemismo calderoniano “la lucha contra el narcotráfico”.
Octavo .- El gen de la obsecuencia del mexicano “la terquedad” , para decir que lo que dijo no lo dijo, o que no estaba para ser oído por los sensibles ápendices auriculares del destinatario.
Noveno.- Los cinco minutos de “listos” que todos tenemos y donde no filtramos con nuestro lóbulo frontal la información y terminamos diciendo lo que pensamos. Esto ocurre con frequencia en la improvisación que pretenden quitarle solemnidad a la entrega comunicativa.
Décimo .- La franca abyección para con el de arriba, con la que el de abajo quiere disfrazar el sometimiento, como el reciente caso de Alfredo Del Mazo cuando dijo “los priistas somos gentes de lealtades”, en lugar de admitir que fue eliminado como candidato priista para la gobernatura del estado de México, por asi convenir a los intereses de Peña Nieto. Esto dió pábulo a pensar que el gobernador joven estaba utilizando los trucos del viejito Ruiz Cortínez, quien era famoso por dar aliento a varias opiniones antes de la elección de un gobernador, de las cuales el ya había elegido una sola con antelación.
Onceavo ,- El engaño vil o la mentira maquillada con visos parciales de verdad para “salvar cara”, y los eufemismos , incluyendo lo “políticamente correcto”.
Doceavo,- El bovarismo, o autoengaño, como cuando el expresidente del PRI fue descubierto de la pifia que trato de hacer en el Maraton de Berlin. “Me perdi y por eso me fui por un atajo”.
Estos son en México algunos de los vicios de la comunicación de los cuales se podria escribir un libro como los famosos “Buschismos” del antecesor de Obama, que caen en el terreno de las vaguedades, trivializaciones, indefiniciones y francas mentiras de las que los políticos nos tienen hartos. Sería aconsejable que se cuidaran los gobernantes y políticos en general, pues los mexicanos estamos cada día más informados y no somos tontos. Los changitos vaciladores como el del cilindrero, que Moreira y Noroña lo superan con creces, deberan también refrenarse en la procacidad y descalificación de sus rivales , pues la tribuna de la nación no es un estadio de futbol donde se vale gritar de todo. En esta campaña electoral que se avecina en el 2012 deberán estar conscientes de este fenómeno y ajustar el discurso político al espacio de la veracidad y la transparencia pues las propuestas del PRI y PAN son en gran medida muy parecidas.
No está por demás recordarles a los candidatos contendientes a la presidencia que los verdaderos líderes deben privilegiar en sus discursos, entre otros, tres principios fundamentales: ser veraces, estar conectados con la realidad que se vive y someter sus programas con honestidad al cada vez más escéptico criterio de sus oyentes. Porque ya no creemos en esa “genuina filosofía de servicio” imbuida de verdadero “altruismo” cuando no hay familia prescidencial en el último medio siglo que no se haya enrriquecido exponencialmente en el ejercicio “Republicano” de la presidencia.
Para concluir citaré lo que Scott Delencey tiene que decir acerca del lenguaje “En su función comunicativa el lenguaje posee una serie de herramientas con las cuales se busca guiar a otras mentes para crear una representación mental en el receptor que se aproxime a la que tiene el emisor”.
Las ambiguedades e indefiniciones en el discurso político parecerian pretender exactamente lo opuesto.
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