La asociación entre la familia Bush y la de Bin Laden fue cordial y lucrativa durante muchos años. Esa amistad se consolidó aún más en el año de 1968, en el que Mohamed Bin Laden cayó muerto al desplomarse su avión en los campos petroleros de la familia Bush en Texas. Desde ese momento, los negocios de la familia Bin Laden fueron administrados por Salem Bin Laden que era el mayor de 12 hermanos de Osama. De modo que cuando George W. Bush funda diez años después la empresa petrolera Arbusto Energy (1978), Salem Bin Laden se convirtió en uno de sus principales socios.
Salem Bin Laden designo a James Bath, quién había sido agente de la CIA como su representante exclusivo en USA. Esta persona había sido reclutado por el padre de Bush cuando fue director de la CIA y también había sido condiscípulo de Bush hijo en la Texas Air National Guard. Bath invirtió muchos millones de dólares en los fallidos intentos de hacer negocios en la industria petrolera y al mismo tiempo maneja los intereses de un cuñado de Osama Bin Laden llamado Kalid Bin Mahfouz quién se convirtió en heredero de los bienes de los Bin Laden al morir, también en Texas en otro accidente aéreo.
Desde ese momento, Bin Mahfouz, el cuñado de Obama comenzó a manejar el grupo de los Bin Laden y era reconocido como un financiero experto en fraudes. En 1991, teniendo el 20% de un banco de ahorros provocó la mayor quiebra financiera en la historia, estafando a ahorradores por 10 000 millones de dólares. Justo durante la presidencia de Bush padre, quiebra el Bank du Crédit et Commerce Internacional (BCCI) fundado por un pakistaní con importantes conexiones en bancos suizos y la CIA, que hasta hacía poco tiempo había dirigido Bush padre. El BCCI estaba señalado como un emporio de corrupción global que lavaba dinero de la droga producida en Afganistán – ahí estaba Osama – y financiaba actividades de terroristas de los mujaidines afganos, manejaba los fondos del cartel de Medellín y del general Noriega en Panamá.
Bush padre detuvo la investigación sobre la quiebra del BCCI utilizando a sus colaboradores del gobierno, principalmente a Robert Muller III, actual líder del FBI y responsable de las investigaciones de los atentados de Septiembre 11 del 2001. El problema de fondo de la relación de Bush con ese banco es que ponía al descubierto la relación existente entre la CIA y el crimen organizado, pudiendo pensarse que la élite de banqueros petroleros se escudaba tras la CIA que había dirigido Bush padre. Este escándalo del BCCI que incluía lavados de dinero del narco, contrabando de armas, financiamiento de actos terroristas y corrupción de funcionarios y de políticos norteamericanos perjudicó mucho al gobierno de Bush padre y a los fondos de la familia Bin Laden. De modo que los poderes fácticos de los Estados Unidos vieron con beneplácito la entrada de Perot y aún de Bill Clinton a la campaña reeleccionaria de Bush padre.
No obstante la gravedad de ese conflicto para ambas familias, la relación financiera no terminó y en la década de los 90, el Carlyle Group, un grupo financiero que administra más de 15,000 millones de dólares en la compra y financiamiento de empresas relacionadas con la producción, tráfico de armas y sistemas de defensa se encargó de administrar los fondos del Bin Laden Group. Esta empresa financiera fue dirigida por el ex-director de la CIA Frank Carlucci y en los primeros años de los noventas, una de sus filiales (Vinell Corporation) fue la que proporcionó los mercenarios para custodiar los pozo petroleros en Arabia saudita y ahora en Afganistán.
Entre los directivos de Carlyle Group figuran el ex-primer ministro inglés James Baker III y George Bush padre, quién durante los años noventas daba conferencias de seguridad a nombre del Carlyle Group en los países árabes a un costo de 100 mil dólares por plática. Bush padre era director del Carlyle Group durante el ataque a las Torres Gemelas y aún ahora durante el asesinato de Osama Bin Laden. De lo que puede inducirse que el terrorismo ha sido financiado por la CIA y por el Pentágono. Por lo que Noam Chomsky señalaba hace unos días: “En todas partes digo que Estados Unidos es el único país del mundo condenado por el Tribunal Internacional por financiar el terrorismo global y por el uso ilegal de la fuerza con fines políticos.”
Al margen de poder comprobar quiénes son los organizadores de gran parte del terrorismo internacional y de encontrar a quiénes utilizan a fanáticos islámicos o nacionalistas radicales en distintos atentados, queda claro que el crimen organizado y algunos clanes de multimillonarios están relacionados mucho más de lo que señalan los medios de comunicación, con estos hechos terroristas con los que catalizan el esfuerzo de ventas que realizan sus empresas bélicas y de seguridad a nivel internacional.
Es muy sospechoso que a Bush padre se le haya permitido dar asesorías para prevenir el terrorismo en muchos países árabes, cuando él había sido un funcionario del gobierno norteamericano al servicio de la CIA que conocía la mayoría de los secretos de la inteligencia de su País y luego los difundía sin ninguna reserva a nombre de una empresa particular. Otro tanto ocurrió con Dick Chenney que en una decena de años pasó de Secretario de la Defensa a presidente de la petrolera privada Halliburton y luego llegó a ser vicepresidente de los Estados Unidos.
Los críticos al sistema político actual señalan que estas situaciones totalmente ilegales se derivan de que cuando Reagan y Bush fueron presidentes nombraron a la mayoría de los jueces actuales entre sus amistades incondicionales.
La realidad es que en los últimos treinta años, los poderes políticos de los Estados Unidos distan mucho de ser una fórmula democrática y apenas unas cuántas familias de multimillonarios de la industria bélica y de las empresas mobiliarias y financieras controlan toda la vida política de los Estados Unidos. Mientras que las empresas bélicas financian al terrorismo para fomentar el uso de sus productos y servicios, los magnates de las finanzas y los bienes inmobiliarios han conseguido la desregulación total de sus actividades desde el año 2000.
Con este breve preámbulo se podrán entender mejor las razones que motivaron el asesinato de Osama Bin Laden.
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