Según las cifras del Departamento de Trabajo de los EUA presentadas en los primeros días de marzo, en el pasado mes de febrero, el desempleo cayó al 5.5% y se añadieron casi 300 mil empleos a la economía estadounidense. Aunque en la realidad esos datos no son tan buenos, ya que los trabajadores afroamericanos conservan un índice de desempleo de 10.4% y los procedentes de países hispánicos están en el 6.6%. Esto significa que la economía productiva no avanza hacia las clases trabajadoras y aún existe una profunda brecha racial, ya que las minorías desempleadas son las más afectadas durante las épocas de crisis.
Esta situación de aparente auge en el empleo y en la economía ha creado rumores de que la Reserva Federal hará muy pronto un aumento de las tasas de interés. Lo que según los expertos causaría un alto desempleo en las minorías y un notable retroceso en los salarios. Piensan que la Fed debería promover tasas bajas para fomentar el empleo y los salarios altos para poder controlar la inflación. Desde un punto de vista teórico, el aumento de las contrataciones hace crecer los salarios que a su vez conducen a una mayor demanda de bienes y servicios, con el consiguiente aumento de los precios de mercado y mayor empobrecimiento de las clases populares del País.
Durante las últimas décadas estas relaciones entre inflación, aumento de salarios y aumento de los precios se han llevado a cabo con gran rapidez. Han redundado en una disminución del salario de los trabajadores y en un aumento de las ganancias de los altos ejecutivos y de los accionistas que han llevado al capital para utilizarse solamente en actividades especulativas. Por lo que dicen los expertos que la Fed debiera conservar los salarios sin cambio hasta que crezcan a la par de la inflación y de la productividad y estar seguros de que los créditos con bajas tasas de interés se utilicen para propósitos productivos y no en actividades especulativas como ahora sucede desde fines del siglo pasado (1999) cuando Clinton abrogó la Ley Glass Steagall que había establecido Roosevelt desde 1933 para gravar con diferentes criterios el capital procedente del ahorro y el especulativo.
Por lo que concierne al Congreso, éste debiera cooperar en la creación de empleos y en el crecimiento económico mediante el financiamiento de proyectos de infraestructura de todo tipo, pero esto no sucede desde que el Gobierno de Obama quedó sin capacidad de actuar por el bloqueo permanente que le hace la Cámara de Representantes a través del Partido Republicano. Pero lo más terrible es que el ‘impasse’ del Gobierno de los Estados Unidos no tiene ninguna posibilidad de cambiar en el corto y mediano plazo, ya que los políticos con altos recursos económicos de ambos partidos comparten el criterio de que solamente las personas anglosajonas blancas y ricas están capacitadas para dirigir los destinos del País.
Al mismo tiempo, desde hace más de cien años (1913), esta pequeña élite de familias multimillonarias anglosajonas y judías ha creado una inexpugnable red de control económico y político que no ha permitido a ninguna facción política y a ninguna fuerza económica del mundo cambiar en lo más mínimo el modelo de privatización de la Banca Central que les permite controlar el uso y el destino de la mayor parte del capital circulante del mundo, así como los ciclos de emisión y posterior cobro del dinero emitido y de sus correspondientes intereses a través de sus empresas transnacionales, de sus socios y aliados en todas las regiones del mundo.
A pesar de que existe la apariencia de que se está creando un mundo multipolar con el crecimiento del nuevo eje formado por China, la India, Rusia y Alemania, lo cierto es que todas las grandes transnacionales actuales están controladas en alto grado por los Estados Unidos, mientras que sus aliados más fieles – o más interesados – se encargan de las naciones débiles que fueron colonias de las grandes potencias europeas, tal como sucede en Africa, el Gran Medio Oriente, la ruta del Estrecho de Ormuz al Océano Indico y el populoso Sudeste Asiático.
La conclusión final es que la supuesta recuperación económica de los Estados Unidos no ha llegado aún a las clases populares, la crisis en la zona del euro se está recrudeciendo y puede estallar en el corto plazo, China proyecta su crecimiento económico más bajo de los últimos años, Rusia padece una profunda crisis económica debido a la caída del precio del petróleo y las principales naciones de América Latina, como Brasil, México, Chile y Argentina están hundidas en profundas crisis económicas y políticas.
Todo hace suponer que la pequeña élite de multimillonarios que controlan al mundo han decidido la paulatina pauperización y posterior desaparición de las clases populares de todo el mundo mediante el retiro de sus capitales de las actividades productivas, el aumento gradual de los costos de la vida doméstica, el control total de la producción alimenticia en todas las regiones del mundo, el monopolio de todas las formas de energía, de los mantos acuíferos, de los sistemas de salud, de los modelos educativos y de todas las nuevas tecnologías.
Adenda: Se está planteando un nuevo orden mundial, donde las relaciones diplomáticas y comerciales entre las naciones estarán controladas por organismos trasnacionales que no tendrán ningún control, como ya ha sucedido con la OMC, con el FMI, con la ONU, con la OTAN, la OEA y muchos otros organismos internacionales que a final de cuentas no son responsables ante nadie.