El debatido tema sobre la limitada lectura de calidad del candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, a mi juicio no aborda el punto principal del fenómeno, que es la hipocognicencia que va de la mano con la poca información que obtienen aquellos que no leen y se mantienen inmersos en el analfabetismo científico y cultural. Me explico: El término Hipocognición se asocia a la mermada capacidad intelectual que padecen aquellos que por no leer buenos libros (o presentar disfunciones del sistema nervioso central) no desarrollan la capacidad cognitiva necesaria para entender a fondo conceptos complejos. Conceptos que desde Kant son considerados el producto terminado de las ideas. Ideas que son la semilla de aquellas preguntas que todo hombre de Estado tiene que plantearse en los momentos de crisis. Crisis que pueden descarrilar al país, si no se hacen las preguntas correctas para poder recibir las respuestas correctas.
De entre las múltiples funciones indispensables para la formación de un buen líder, se sabe desde Max Weber que dos son fundamentales: Estar conectados con su realidad (como saber en México el precio del kilo de tortilla y el valor actual del salario mínimo), y tener capacidad decisoria acertada basada en el binomio “fast thinking” “slow thinking” brillantemente explicado por Daniel Kahnemann nuropsicólogo laureado con el Nobel de economía 2002, que ha dado origen a un híbrido científico hijo de las neurociencias y las matematicas: La heurística cognitiva (S. M. McClure), concepto que se refiere al computo mental que hacemos para la toma de decisiones. Las personas más instruidas tienen mayor facilidad para encontrar soluciones acertadas a través del uso ágil de ambos mecanismos decisorios por poseer una red mas amplia de información. Estos mecanismos sonel “fast track” que es automático, y el “slow track” que require una gran dosis de reflexión. Lo anterior ha sentado las bases de una conceptualización nueva del proceso deliberativo que antecede a cada una de nuestras decisiones por simples que estas sean y cuyo corpus lo consituye la nueva neurociencia de la decisión.
Los líderes en nuestro mundo hipercomplejo y siempre cambiante requieren de una cantidad impresionante de información científica y geopolítica que deben conocer y que va desde el cambio climático hasta las pandemias de virus transespecie (aviar, ebola, vihetc. ), desde el costo–beneficio de las diferentes energías alternas (incluyendo el precio del Kilowat hora) menos contaminantes que la obtenida de fósiles, hasta el conocimiento de los grandes problemas de salud pública del siglo XXI como la obesidad y las causas de envejecimiento cerebral como el Alzheimer que están impactando a las economías de paises ricos y pobres, así como comprender los conceptos de regulación de mercados para contener la desigualdad generada por los mismos a traves de impuestos justos, como el propuesto por Ian Ayers y Aaron Edlin y reglas financieras que tengan vigencia probada y sean proactivas para la inversión de capital no golondrino y la creación de más trabajos que mejoren el ingreso de la clase media y aumenten el consumo interno, o conocer las directrices de vanguardia para mejorar la educación y llevarla a niveles que tienen paises como Singapur y Finlandia, cuyas economías en tamaño se ubican peldaños debajo de la nuestra, y un largo etcétera.
Por lo anterior, el actual presidente de la nación más poderosa del orbe ha repetido muchas veces que sólo con buena ciencia se puede hacer buen gobierno. Esto implica más inovación más productividad y el rescate de talentos para producir más patentes que se traduzcan en más riqueza. En la misma tesitura Bill Clinton en su reciente libro “Back to Work” explica por que se necesita un gobierno inteligente para mantener una economía fuerte y competitiva y un gobierno inteligente require de un líder culto, informado, cognitivamente sofisticado, para dialogar con sus homólogos jefes de Estado (como lo ha señalado Carlos Fuentes), pero no como un ejercicio de “socialite” sino como la habilidad necesaria (que siempre será más efectiva si se habla un inglés fluido) para atraer inversión al país con base en nuestras fortalezas, pero ademas que posea la agilidad mental para depurar las debilidades que son muchas en México empezando por un precario Estado de derecho que nos ha llevado a una pasmosa inseguridad.
El difícil momento histórico que vive el país, require de un estadista (no necesariamente mediático y fotogénico), para que haga cambios inéditos y sea capaz de sacar al país de los laberintos en que nos ha ubicado la actual coyontura histórica, como lo hicieron en su momento Roosevelt con Estados Unidos, Churchill con Gran Bretaña y Conrad Adenauer con Alemania.
Como ejemplo entre los beneficios y perjucios que puede acarrear a una nación un líder inteligente e instruido y uno que no lo es tanto, haré un parangón entre las administraciones de William J. Clinton (coeficiente Intelectual 150) y George W. Bush (coeficiente Intelectual 110). Al término de la gestión del primero, el gobierno de los Estados Unidos tenía un surplus económico de 50,000 millones de dólares, por el contrario al terminar el periodo de Bush en el 2008 el déficit gubernamental era de 3.5 trillones de dólares (tres y medio millones de millones ) de los cuales dos trillones se gastaron en una guerra preventiva para “evitar” que Sadam Hussein utilizara armas de exterminación masiva que nunca se encontraron y que representó una pésima decisión con el consecuente empobrecimiento de 250 millones de estadounidenses (que disminuyeron en promedio su ingreso en 2000 dólares anuales después de la inflación) y el enriquecimiemto impúdico de un grupúsculo. Esto sin contar la muerte de más de 25 mil tropas Iraquíes, 6000 de Estados Unidos y sus aliados y más de 250 mil civiles, así como la destrucción de infraestructura que llevará más de una década reconstruir, si antes no se presenta una guerra civil.
Al término de la administración del texano la cifra de desempleados estaba cercana a dos digitos (9.1%) y en los ocho años de gobierno del oriundo de Hope Arkansas era de sólo 5.8%. Un año después que el autor de los Bushismos (disparates sintácticos y gramaticales) concluyera su mandato, uno de cada 13 estadouunidenses había perdido su casa a consecuencia de la crisis de las hipotecas “sub-prime”; por otra parte durante el periodo de Bill Clinton uno de cada 18 norteamericanos adquirió casa nueva. En el gobierno de Clinton y como iniciativa propia se efectuó una inversión de 8 mil millones de dólares que logró decodificar el genoma humano, una gran idea que ha representado un enorme paso para la ciencia y la humanidad, mientras que durante la época del cowboy ocurrieron las quiebras fraudulentas más grandes de la historia, Enron (2001) y Lehman Brothers (2007). La primera pulverizó 60 mil millones de dólares, y 30,000 empleos y como dice Paul Krugman “no se trata de la bancarrota de una firma sino de un sistema que permitió la corrupción y no dejó funcionar ninguno de los contrapesos para impedir abusos internos”. La segunda originó la gran crisis financiera de este siglo, con la perdida de casi el 10% del PIB mundial (7.7 trillones de dólares).
En la gestión clintoniana se propulso una agenda para mantener los impuestos por debajo del 20% del Producto Interno Bruto (GDP por sus siglas en Inglés) y el gasto por debajo del 19%, balanceando el presupuesto con una perspectiva pro-forma para que en diez años los Estados Unidos estuviera libre de deuda. Durante la época del dueño de “Prairie Chapel Ranch” de Crowford Texas, se gastó el 88 % del GDP y se dejó una deuda para el erario estadounidense que será difícil pagar en los siguientes 30 años. En la época del presidente inteligente que ha leído mas de 5000 libros, la pobreza disminuyó del 49 al 33%, por otra parte durante la égida del texano que lee pocos textos, la pobreza subió en más del 30% en la nación más rica del planeta. La lista de logros y desatinos entre ambos líderes no acaba aquí, pero esto demuestra que una persona inteligente informada y culta dependerá menos de asesores y tomará más en consideración su propio criterio. Como muestra de lo anterior los que escuchamos en el Hotel Crown Plaza de Monterrey a Clinton hace cinco años, nos percatamos que después del “error de Diciembre” el hizo caso omiso de sus asesores incluyendo al secretario del Tesoro Robert Edward Rubin, y avaló el prestamo de 50,000 millones de dólares para sacar del atolladero al último gobierno priísta, con la lógica contundente que de no hacerlo hubiera ocurrido un éxodo de por lo menos 10 millones de mexicanos (además de los 10 millones de indocumentados connacionales que ya estaban en E.U.A), que ni utilizando toda la guardia nacional hubiera podido contener. Esa decisión la tomó, lo dijo con una sinceridad rayana en la candidez, no porque quisiera ayudar a los mexicanos (que de hecho tiene buenos amigos en México como los Carlos… Bremer, Fuentes y Slim), sino pensando en evitar un problema de migración masiva de incalculables repercusiones. Algunos podran pensar que las decisiones acertadas podrían tener relación con la filiación democrática de Clinton y las desatinadas con el partido Republicano que posicionó varios asesores con George W. Bush, sin embargo, este no es el caso, pues las diferencias en decisiones acertadas y desatinadas se han dado tambien entre presidentes republicanos como es el caso de Dwight D. Eisenhower y Ronald W. Reagan.
Durante los años 1953-1961. cuando ocupaba la presidencia el General, los trabajos en Estados Unidos aumentaron en el sector privado un 92% mientras que durante la llamada Reganomics el mediocre actor de Hollywood pero gran comunicador (198l-1989), disminuyeron en 20%; el General más informado que el segundo y con un coeficiente intelectual más alto, había tomado decisiones cruciales antes de ser presidente, como la invasión de Normandia en el llamado “dia D” o 6 de Junio de 1944, cuando decidió el momento y el lugar en medio de fuertes tormentas y vientos huracanados que auguraban la perdida del 30% de las tropas estadounidenses en el desembarco. Esta decisión la tomó en contra de las opiniones obsecuentes de Bernard Montgomery y Charles De Gaulle. Como es conocido el desembarco fue exitoso y la perdida en vidas fue del 3% del total de las 300,000 tropas aliadas que asaltaron la costa francesa.
No es mi deseo dejar la impresión que México require de un erudito o un científico para ser gobernado, lo que busco exponer es que la complejidad del mundo actual, require de líderes cultos, informados e inteligentes pero además con excelentes reflejos mentales (heurística cognitiva) para salir de preguntas embarazosas sin los desfiguros que escuchamos del candidato del PRI, como cuando Jorge Ramos Avalos, conductor de Univisión le preguntó de qué murio su esposa y el candidato estuvo repitiendo un ritornelo ininteligible “este es una enfermedad queee …no me acuerdo como se llama este, este ahorita se me escapa el nombre”, y del más reciente comentario respecto a los tres libros que marcaron su vida en la entrevista de la FIL (Feria Internacional del Libro ) en Guadalajara, cuando confundió el nombre del autor del único libro que recordó haber leido, aparte de la Biblia. De los otros libros que mencionó salió con un galimatías que daba pena ajena.
Lo que deseo, es hacer énfasis sobre la limitada preparación y la falta de buenos asesores que preludian lo que nos puede esperar si este estresado joven priísta, hijo putativo del grupo Atlacomulco (cuyo fundador decía con orgullo que un político pobre es un pobre político) llegara a la presidencia; su asesor de imagen deberia aconsejarle que deje de fruncir el seño, que eso revela o estrés permanente o una máscara que trata de cubrir su ignorancia con una fingida seriedad, ambas situaciones poco beneficiosas para alguien que dice representar el nuevo PRI pero que al final del día representa más de lo mismo. Un líder mediático “pre aporte” sin esencia ni substancia y con el antecedente de haber formado parte de la cleptocracia de Montiel y del partido que según el autor de “Murderous City”, Charles Bowder, ha producido milimillonarios a traves de trafico de influencias y corrupción contándose entre ellos al arquitecto del TLC y autor del mayor despojo (segun dicho autor de 10 mil a 20 mil millones de dólares fue lo que sustrajo para beneficio personal) efectuado al erario a través de las partidas secretas (y otras no tan secretas como Banrural ) a las que tenía acceso el presidente de Mexico.
Finalmente su discurso en Washington reveló de nuevo una pobre asesoría, pues debería haber hablado en español y llevar traducción simultánea como lo hacen otros líderes y no presumir de un bilingüismo del que carece. Con esta pifia dejó al comentador de televisa “Juai de rito” como un émulo de Shakespeare, quien ya había mostrado en la entrevista que le hizo a Anthony Hopkins que lo suyo de plano no es el Inglés.
Nuestro país para salir del hoyo negro en que nos encontramos, require de un líder que obtenga a corto plazo (sus seis años de gestión), logros extraordinarios y para esto debemos elegir una persona extraordinaria y el Sr. Peña Nieto esta muy alejado de ser y hacer lo que la nación require: Una Glasnot (transparencia y apertura) y una Perestroyka administrativa que destierre de una vez por todas la corrupción y la impunidad que nos tiene aprisionados en la ergástula sin paredes del miedo constante a perder nuestra integridad personal y patrimonial. Es triste reconocerlo, pero nuestra situación es semejante a la de Rusia, en donde algunos trasnochados ciudadanos añoran en México el autoritarismo corrupto plagado de impunidad y simulaciones de los que nos gobernaron los últimos 70 años del siglo XX; a ellos hay que recordarles lo que Bill Keller editorialista del New York Times dijo–palabras más palabras menos – de Rusia después de la caida de Yeltsin: sacaron al sistema de la Unión Soviética, pero no sacaron al sistema de la cabeza del ciudadano ruso.
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