El Ocaso del Imperio Norteamericano

Al margen de tratar de calificar la bondad o maldad del gran Imperio creado por los Estados Unidos durante los últimos cien años, intento analizar los efectos globales de su actual período de decadencia. Es por demás obvio que sus aliados incondicionales de Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial, como Inglaterra, Francia, Italia y España tendrán que sufrir las consecuencias de esta declinación con mayor intensidad a la de naciones que lograron permanecer un poco al margen de su brutal dominio.

Por una parte dejarán de recibir los beneficios que representaban el financiamiento de sus bases militares, con el consiguiente retiro de tropas y de sus fuentes abastecedoras de alimentos, servicios de salud, compra de armamentos y consumo de energéticos.También será previsible la disminución del gran turismo estadounidense hacia estos países de Europa y otros más, debido a la consolidación del euro a través de las políticas austeras del Banco Central de Alemania que ya han ocasionado una considerable pérdida en el valor adquisitivo del dólar estadounidense.

Además de estos dos problemas ya visibles de la falta de flujo de capital circulante propiciados por el retiro de las bases militares y la disminución del turismo estadounidense en Europa, es muy probable que surja un importante flujo de capital europeo hacia Estados Unidos por la adquisición de nuevas tecnologías, sobre todo en el campo de las ciencias neurológicas, cibernéticas, nanotecnológicas, evolutivas y del nuevo mundo digital, cuyos desarrollos de las últimas décadas en Norteamérica son infinitamente superiores a todos los que fueron generados en los doscientos años anteriores.

Si se consideran las otras regiones del mundo de mayor influencia de los Estados Unidos también se presentan cambios muy notables en sus estructuras políticas, económicas y financieras. Mientras que la región del Norte de Africa ya aparece como fuera del control militar directo de los Estados Unidos, la región del Medio Oriente ha sido casi abandonada y si acaso ha quedado un pequeño remanente de sus fuerzas bélicas para proteger a sus aliados israelitas y molestar a Rusia y China con el potencial ataque militar a Siria, detrás del que se esconde el propósito de destruir al nuevo gobierno de Irán y bloquear la salida de hidrocarburos soviéticos hacia Europa.

Los Estados Unidos también han alejado sus controles bélicos y diplomáticos de Latinoamérica y del Caribe, ya que China, Rusia, Japón y Alemania han ido construyendo diferentes tipos de sociedades con la mayoría de esos países y apenas se han quedado con el control de Colombia, de algunas pequeñas naciones del Caribe y de la ruta terrestre de Colombia a los Estados Unidos a través de Centroamérica y de México. Perciben con claridad que han perdido Brasil, Argentina y algunas de las naciones del Cono Sur, mientras que ya les importa poco Venezuela. Con la cancelación de las guerras transatlánticas, la creación de los motores automotrices híbridos y la explotación intensiva de aceite y gas shale en su propio territorio su consumo de hidrocarburos ha disminuido en forma dramática y las reservas petroleras de Venezuela ya no le importan.

De forma sigilosa, las más importantes instalaciones bélicas de los Estados Unidos se han ido instalando hacia la zona del Pacífico Norte en los territorios que comparten con los filipinos, principalmente en la isla de Guam, donde se instalaron las primeras bases de antimisiles de mediano alcance (THAAD) en abril de este año, con el supuesto propósito de proteger sus posesiones de las amenazas ridículas que hacía el joven dirigente de Corea del Norte manipulado por China. A partir de esa instalación en Guam, la venta de estas plantas se multiplicó rapidamente en la zona, tanto para la proteccion de Corea del Sur, de Japón y de otras naciones en la región del Sudeste Asiático.

Debido a que la operación de dichas instalaciones bélicas se realizan con tecnología digital utilizando el aluminio micronizado y los detonadores químicos que quedaron en almacenaje después de la Guerra Fría, sus costos operativos son mínimos y su venta a otras naciones genera enormes utilidades a los empresarios bélicos asociados con el Pentágono, quienes ahora están felices de ganar más dinero sin tener que movilizar soldados, sin causar muertes físicas como las viejas guerras y sin tener que negociar con el sector político del Estado. Este novísimo negocio de la guerra con antimisiles que estallan en el espacio sideral, sin generar gases de invernadero y sin sujetarse a ninguna normatividad internacional es por ahora el mayor generador de riqueza para los Estados Unidos, de la mano del gran negocio de los banqueros privados que imprimen dinero, lo prestan al Estado y le cobran intereses por algo que es de su propiedad.

Aún cuando estos dos grandes elementos semiocultos del gran poder de los Estados Unidos pudieran prolongar su dominio total por unos cuantos años más, no evitarán la reconfiguración de la geografía planetaria, la desaparición del Estado democrático que ya ha pasado a manos de particulares, más la virtual desaparición de las guerras por la posesión de territorios y de los sistemas financieros actuales que buscan acaparar todo el dinero circulante del mundo y los bienes materiales.

No hay duda de que los Estados Unidos intentarán desmantelar su viejo sistema bélico y financiero dentro de su tradicional conducta diplomática llena de hipocresía, pero los hechos demuestran que la realidad de una nueva sociedad global con diferentes paradigmas ya se ha instalado en casi todo el mundo y no habrá forma de controlarla ni con la guerra, ni con las finanzas.

Adenda.- En el contexto del ocaso del Imperio Norteamericano no es difícil diagnosticar el futuro que espera a una colonia secundaria como México, cuya función de territorio y mercado para los desechos de todo tipo de la sobreproducción norteamericana se acentuará, mientras se elevan los muros fronterizos y se detiene la migración de mexicanos hacia Estados Unidos con la consiguiente disminución de flujo de dinero hacia México.

Lo único que podría modificar este futuro apocalíptico de nuestra nación sería que las importantes reservas de gas y aceite shale apenas descubiertas hace un par de años no fueran concesionadas o vendidas a las empresas norteamericanas que ya las pretenden a través de apátridas ex funcionarios de Pemex y del Gobierno de México (Aspe, Reyes Heroles y Ramírez Corza) ya las están ofreciendo en venta desde hace más de un año apoyados por los actuales dirigentes del gobierno mexicano encabezados por Peña Nieto y el duopolio masmediático de Televisa y Televisión Azteca.

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