Hay muchos expertos que son pesimistas al respecto de esta situación. Dicen que cuando el virus salió de China surgieron los ataques racistas contra la población oriental y mostraron el signo futuro de la reconfiguración social que está por venir. Según Jean-Yves Camus, director del Observatorio de los Radicalismos Políticos de la Fundación Jean Jaures en París, la reducción de la libre circulación de personas implantada en varios países se verá como más legítima cuando acabe la crisis y también será más legítima la crítica que se haga la Unión Europea.
Esta coyuntura dará pie a los gobiernos nacionalistas del Viejo Continente, como Reino Unido, Polonia y Hungría. Dice Juarés que algunos países podrían tomar medidas más allá del cierre de fronteras y establecer controles en el interior del Continente Europeo.
Aunque resulte paradójico, la comunidad internacional podría desatar el unilateralismo en Occidente y Estados Unidos, bajo el mandato de Trump, que ya venía deteriorando su relación con la Unión Europea podría justificar con mayor facilidad esa política que siempre ha practicado.
El enorme crecimiento de la pandemia en Europa sería la excusa perfecta de Trump para desligitimizar los principios fundacionales liberales de la comunidad y señalarlos como los causantes principales de la propagación del virus en el resto del mundo.