Cuando los gobiernos feudales fueron cediendo el terreno del poder político, religioso y económico a las surgentes monarquías europeas en la alta Edad Media, los nuevos soberanos inventaron una ingeniosa forma de controlar a la población de todas las clases sociales. Con la construcción de los monasterios se creaba una institución que era al mismo tiempo soberana y divina, mediante la cual se transmitía el poder de los soberanos a sus descendientes, se lograba un espacio fundamental para seleccionar a las personas a quiénes se iban a enseñar los principales conocimientos de la época y se creaba un lugar de asistencia en los menesteres domésticos a los caballeros de las diferentes órdenes que estaban encargados de cobrar los impuestos en las diversas regiones del reino para luego ser entregados al soberano.
Mientras tanto, el soberano se dedicaba esencialmente a los asuntos militares, a almacenar reservas alimenticias para sus pobladores y a conquistar nuevas poblaciones para incrementar el espacio terrenal de su soberanía y contar con más personas para explotar la tierra y sustentar el crecimiento de su poder militar. De hecho, los monasterios cistercienses fueron los promotores de la calidad divina de los soberanos de Europa, casi a partir del siglo XI y a la vez fueron creadores del estilo arquitectónico conocido como gótico que prevaleció casi hasta el siglo XV cuando surgió el barroco.
Ya en pleno siglo XII, el rey de Castilla Alfonso VIII fundó un monasterio para monjas en la margen sur del río Arlanzón, muy cercano a la ciudad de Burgos. El paraje era conocido como las Huelgas del Rey, supuestamente porque era un lugar muy bello y arbolado donde el rey Alfonso solía holgar en compañía de su esposa Leonor de Inglaterra, quién lo impulsó a erigir una casa religiosa consagrada a Santa María la Real. Aunque existen investigaciones más recientes que afirman que el término ‘huelgas’ no se refiere a descansar, sino que señala las comarcas de pastos para ganados que no se dedicaban al trabajo y eran denominados ‘de huelga’.
En enero de 1187, mediante una bula específica, el papa Clemente III aprobó la creación de una casa dedicada a Santa María y al empezar el mes de junio de ese mismo año el rey Alfonso VIII otorgó la carta de fundación del monasterio de religiosas bajo las reglas cistercienses. Y en 1199 los fundadores entregaron oficialmente el Real Monasterio a las religiosas. Añadiendo una cláusula a la donación donde se estipulaba que los reyes fundadores y toda su dinastía serían enterrados en dicho monasterio. De modo que el monasterio serviría de panteón real y de escenario donde los nuevos monarcas serían armados caballeros por la autoridad divina.
Estas ceremonias se iniciaron con la coronación de Fernando III en 1219 y luego de su hijo Alfonso X en 1254. Después continuó con toda la descendencia de Alfonso VIII y doña Leonor de Inglaterra hasta 1379. Desde su primera abadesa, doña Sol, la señora de las Huelgas ejercía jurisdicción eclesial, civil y criminal no sólo en el monasterio, sino en todas las instituciones del Rey y en todos los pueblos que los reyes, infantes y particulares fueron aportando al monasterio. Aunque hubo una época de bonanza cuando la abadesa dominaba 14 pueblos grandes y poco más de cincuenta pequeños, esta jurisdicción fue decayendo con los años y ahora mismo conserva su rango y sigue eligiendo a la Madre General de la Federación Cisterciense de San Bernardo de España. El hecho es que ahora existe otra forma de Estado en España y los monasterios se han convertido en museos o en reliquias históricas y arquitectónicas.
Aunque desde su fundación en 1187, Alfonso VIII otorgó el monasterio a un capítulo de las monjas del Cister, de modo que lo existente en la actualidad corresponde a épocas posteriores y apenas se recuerda al primer maestro arquitecto que lo construyó hasta el año de 1203, cuando se edificó el claustro románico conocido como Los Claustrillos, luego las iglesias monásticas en el primer tercio del siglo XIII, dentro del estilo del gótico cisterciense y luego el claustro gótico de San Fernando en el segundo cuarto del siglo XIII.
En 1279 fueron creados los altares para la Virgen María, para San Nicolás, San Miguel, Santo Tomás Mártir, San Santiago Apóstol, Santa Catalina y otros muchos altares y cementerios hechos por ruego y mandato de la señora infanta Berenguela, hija del rey Fernando. Además existen tres capillas construidas por artistas musulmanes y una capilla de planta cuadrada cubierta por una bóveda hecha por mozárabes que aún conserva una parte de la bella decoración original.
La visión general del Monasterio de las Huelgas es la de un edificio austero, con muy pocos elementos de belleza, con las excepciones del retablo salomónico que se encuentra a la entrada, las contribuciones de arte islámico que provienen de artistas musulmanes y la infinidad de pequeñas piezas ornamentales de los féretros, de las obras textiles que cubren algunas paredes y de algunas puertas y cielos que son verdaderas obras del arte musulmán.
Adenda: Como suele suceder con todos los grandes monumentos de la Edad Media en el mundo, al llegar el mundo tridimensional del renacimiento y el movimiento que da el volumen a los cuerpos y objetos, todos estos edificios se antojan rígidos y esa condición concuerda con la forma bidimensional que utilizaban los poderes fácticos de esa época para poder seguir en el poder y asegurar la continuidad de ese poder a sus descendientes. Algo muy parecido a como es el mundo actual, donde una pequeña élite hace grande esfuerzos para continuar controlando al resto del mundo.