La pasada semana se realizó un gran acuerdo diplomático ente los Estados Unidos y China, donde se han resuelto los principales conflictos que existían entre estas dos grandes potencias. Desde los territoriales y bélicos en el Pacífico Sur, hasta los económicos, comerciales, ecológicos y de espionaje cibernético que amenazaban con un conflicto armado entre las dos potencias con mayor poderío bélico en el mundo. Ya en pleno mundo digital, los acuerdos se realizaron a través de las instituciones y las empresas transnacionales correspondientes a cada uno de los diferentes asuntos. Luego se encriptaron cuidadosamente con la visita del Papa Francisco a Cuba y a los Estados Unidos, donde se aplicó toda la fuerza mediática de Washington para no permitir que los medios de información convencional pusieran atención a los grandes problemas que vino a plantear y a resolver el Presidente de China Xi-Jinping.
En cierta forma lo que sucedió la pasada semana en los Estados Unidos fue el establecimiento de las bases de un nuevo orden mundial bilateral planteando nuevas formas para regular todas las funciones bélicas, económicas, comerciales, financieras, de explotación de recursos naturales y de las diversas formas de energía incluyendo el agua y los recursos de la flora y la fauna; además de la producción de alimentos básicos. Aunque ya habían sido establecidas algunas normatividades en las anteriores instituciones globales como la ONU y la OTAN desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. En los hechos nunca fueron respetadas y tanto los gobiernos de Occidente como los de las grandes potencias del Lejano Oriente las manipularon de acuerdo a sus intereses particulares y los llevaron a realizar acciones que burlaron todas las regulaciones llevando al mundo a un período muy prolongado donde las guerras discrecionales con empresas privadas de mercenarios tomaron el control de la geopolítica internacional, de las finanzas internacionales y de los principales negocios en el mundo.
Es obvio que los puntos más importantes de todo este nuevo orden mundial son los que se refieren a la preservación de los desarrollos científicos y tecnológicos y a la conservación de la ecología, ya que todas las naciones desarrolladas están conscientes de que su desarrollo económico y social depende de la ciencia y aun consideran al grupo familiar y a sus descendientes como su principal preocupación.
Mientras que las guerras de alcance mundial ya no son tan importantes para las grandes potencias a partir de los excesos cometidos por los dirigentes políticos posteriores a Reagan en los Estados Unidos, quienes llevaron a la gran nación a la total bancarrota. Desde la Guerra de Corea y la de Vietnam a mediados del siglo 20, hasta las actuales invasiones de Irak y de Afganistán a principios del siglo 21 que aún no han sido solucionadas y son el origen de grandes problemas sociales en toda la región del Norte de Africa y del Medio Oriente. Aunque a la gran mayoría de los ciudadanos estadounidenses poco les interesa la actividad bélica de su País, las familias de los mercenarios y de los dueños de la industria de hidrocarburos aún tienen mucho poder y siguen luchando porque exista una demanda para sus grandes fortunas invertidos en armas y en energéticos contaminantes.
Lo más concluyente y maravilloso de este acontecimiento es que se ha iniciado el modelo fundamental que regulará el nuevo orden mundial sin que nadie se sienta ofendido o menoscabado. Todas las manifestaciones de ideologías, de mitos y de religiones tienden a desaparecer, así como todas las expresiones de violencia y de agresión a las diversas expresiones de la naturaleza. Aunque se antoja un mundo totalmente diferente al que se ha vivido durante los últimos doscientos años, parece que no habrá castigo, ni enjuiciamientos para quiénes han abusado de su poder político, económico o religioso y se construirá – ya de hecho sucede ahora – una nueva fórmula de convivencia pacífica, donde los mitos apenas serán un punto de referencia histórica con algunas confusas ligas con la ética y con la estética.
Ahora mismo nadie recuerda que la canonización del primer santo de la iglesia católica en los Estados Unidos corresponde a Fray Junípero Serra, un desinformado clérigo franciscano proveniente de las islas Mallorca que a mediados del siglo 18 fue enviado en compañía de otros 20 sacerdotes franciscanos a la Nueva España y posteriormente seleccionado por el jefe de su curia en la ciudad de México a crear y vigilar una instalación de cinco ‘misiones’ con base en Jalpa de la Sierra Gorda, donde se hacían trabajar como bestias de carga a los indígenas de esa región al servicio de los encomenderos españoles y sin remuneración alguna. Recibiendo malos tratos, ya que se consideraban animales sin alma. Justo con ese mismo cargo de jefe de ‘misiones’ fue enviado al estado de California, que en aquel entonces era territorio del Virreinato de México.
Tampoco se recuerda ahora un hecho muy cercano acontecido en la ciudad de Milwakee, Wisconsin, apenas a principios del mes de agosto de este año, cuando la diócesis católica de esta ciudad accedió a firmar un cheque por 21 millones de dólares después de muchos años de negociaciones entre los líderes católicos y las víctimas de sacerdotes pedófilos. Aunque el acuerdo final sobre el monto de la indemnización apenas alcanzó a 330 de los más de 3000 niños abusados. ( Stephanie Le Bard, Washington Post, Sept 26, 2015)
La jerarquía católica de dicha diócesis había logrado proteger a los sacerdotes culpables cambiando periódicamente la fecha del juicio o los términos financieros a fin de dar una salida discreta de la iglesia a los pederastas. Entre amenazas y revelaciones los franciscanos de la diócesis rescataron gran parte de sus activos financieros desplazando de sus cuentas a decenas de millones de dólares poco antes de que la diócesis se declarara en bancarrota en el 2011. Esta situación de la diócesis católica de Milwakee se repitió en otras 15 diferentes diócesis y se convirtió en una de las páginas más vergonzosas de la historia de la iglesia católica en EUA.
Adenda: Existe una tendencia general a que los errores e iniquidades que cometieron todas las instituciones políticas, económicas, financieras o religiosas en el pasado sean perdonadas o por lo menos olvidadas, ya que la naturaleza genética del ser humano nunca le ha permitido sustituir la emoción y el recuerdo por la racionalidad científica.