La explicación de las actuales revueltas en diversos países de Africa del Norte y del Medio Oriente obedece al proyecto imperialista que se ha denominado ‘del Gran Medio Oriente´y tiene como parte fundamental su influencia en el mercado de los hidrocarburos en la mayor ruta petrolífera del mundo. El objetivo central de esta estrategia es neutralizar y encubrir, ante la opinión mundial un nuevo proyecto imperialista que abarca el Mediterráneo, el Mar Rojo, el Golfo Pérsico y el Océano Indico ante la influencia creciente de Rusia y China.

Aunque era obvio y justo que estas naciones de la ruta eliminasen a sus viejos tiranos, detrás de ese aparente movimiento revolucionario está la estrategia imperialista de reorganizar la ruta petrolífera más grande del mundo haciendo participar a los rebeldes que han arriesgado sus vidas sin saber que sus propósitos libertarios están siendo utilizados para servir a intereses imperialistas. Detrás de las aparentes revueltas se encubren verdaderos golpes de Estado.

Según Engdahl, no existe duda de la vinculación de las revueltas de Túnez, Egipto o Yemen con las típicas revoluciones promovidas por Occidente. El FMI habría creado las condiciones necesarias para producir una crisis alimentaria y otras organizaciones al servicio del Imperio, como la Freedom House y la NED habrían explotado la situación en su favor. Para Engdahl, estas revueltas forman parte de una estrategia geopolítica imperialista denominada ‘Proyecto para el Gran Medio Oriente’ publicada en 2004 y cuyo objetivo era consolidar gobiernos favorables a los intereses de Occidente.

Por otra parte, en un artículo del profesor Michel Chossudovsky titulado ‘el movimiento de protesta en Egipto. Los dictadores no dictan, obedecen órdenes’ se explica que al estar desacreditados los viejos dictadores de esa área, ya no sirven a los intereses de sus patrocinadores estadounidenses, por lo que se les debe reemplazar con nuevos líderes reclutados de las filas de la oposición política para que mantengan la misma política exterior y la defensa de los intereses extranjeros con el apoyo de una población manipulada. El objetivo es transmitir la ilusión de un cambio político sin que realmente nada haya cambiado.

En junio del 2006 Carl Gershman, presidente de la NED (Fundación Nacional para la Democracia) creada por la CIA para encubrir sus acciones de injerencia en naciones extranjeras, señaló la urgencia de incrementar el presupuesto para ‘la asistencia a la democracia’ a fin de que pudiera enfrentar a gobiernos semi-autoritarios en Rusia, Bielorusia, Uzbekistán, Venezuela y Egipto. Desde hace muchos años, la CIA ha estado planeando cambiar el gobierno de Egipto, a pesar de la lealtad absoluta de su actual tirano. Se intentaba un proyecto de transición política incruenta, similar a de España de los años 70, cuando se reemplazó al dictador Franco y a su sucesor Carrero Blanco que eran aliados de los Estados Unidos, pero estaban desacreditados ante la opinión pública mundial, creando desde entonces la actual seudo democracia dirigida a distancia por Washington.

Así mismo, la hipermedia está perjudicando la causa rebelde de los pueblos al obviar este descarado proceso de injerencia, pues el ocultamiento solo facilita la manipulación de parte de Occidente de las protestas de los tunecinos, egipcios, yemenitas, etc.. e impide que las revueltas tomen un verdadero cauce revolucionario, ya que sólo siguen el camino trazado por los líderes formados, promocionados y dirigidos por los Estados Unidos.

Si el movimiento de protesta no plantea el papel que juegan las potencias extranjeras, además de las presiones de inversionistas, acreedores e instituciones financieras internacionales, nunca se logrará el objetivo de la soberanía nacional. Sólo habrá un limitado reemplazo de régimen que asegurará la continuidad política al servicio del Imperio. Según la experiencia histórica de las estrategia del Imperio, los dictadores son instalados discrecionalmente y removidos cuando dejan de servir a sus intereses, reclutando a un nuevo dirigente, que por lo general se escoge de la oposición política más fuerte en ese momento.

Ahora mismo es conocido que el Gobierno de Obama ya se posicionó en Túnez e intenta jugar un papel crucial en el ‘programa de democratización’ de este país, utilizando la crisis política para debilitar a Francia y dominar por completo todo el Norte de Africa. Esta estrategia es implantada y financiada por supuestas fundaciones autónomas con base en los Estados Unidos, principalmente la Freedom House (FH) y la Fundación Nacional por la Democracia (NED) que tienen vínculos con el Congreso de los Estados Unidos, el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR) y las asociaciones de los grandes empresarios estadounidenses. En ambos casos, estas dos supuestas fundaciones autónomas están vinculadas con la CIA.

Aunque oficialmente el gobierno de Estados Unidos ha apoyado al dictador Mubarak durante 31 años, las dos fundaciones señaladas han apoyado simultáneamente a la oposición política de esas naciones, situación que forma parte de la doble política exterior tradicional de los gobiernos estadounidenses desde su inicio en el siglo 18.

Actualmente los esfuerzos de Freedom House a favor de los disidentes ha producido resultados visibles y su programa de La Nueva Generación en Egipto ha adquirido gran importancia local e internacional, incrustándose cada vez más en los movimientos de protesta y protegiendo de esta manera los intereses reales del Imperio.

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