El fracaso del Estado como institución política para convivir en paz en la época actual se ha definido como su incapacidad para proveer los bienes políticos fundamentales: seguridad física, instituciones políticas legítimas, administración de la economía y bienestar social. Por lo que se entiende que un Estado fracasa si es deficiente en áreas como la seguridad, el estado de derecho, la administración, los servicios públicos y el bienestar social. La deficiencia en esas tareas hace que el Estado sea incapaz de establecer un monopolio legítimo de la fuerza física y de la protección.

El Estado moderno actual es el producto de siglos de desarrollo y adaptación. Esa evolución ha provocado la existencia de diferentes formas de Estado y una multitud de compromisos en el proceso de formación de los estados contemporáneos. Una posible definición del Estado sería que es un proceso histórico de conflictos que se originan sobre la creación y transformación de derechos y obligaciones, además de las instituciones que los administran. Mientras que los conflictos son consecuencia de las relaciones sociales que existen en un período de tiempo y en un territorio determinado.

En los hechos el Estado actual de Occidente con su estructura de república democrática tuvo su origen en una visión del mundo muy especial que tuvieron los grandes pensadores franceses de la Ilustración como fueron Rousseau, Voltaire, Diderot y Montesquieu, para solo señalar a los más notables, quienes pensaban – erróneamente – que las emociones y las conductas positivas del ser humano, como el amor, la fraternidad y la solidaridad predominaban sobre las negativas como la venganza, la maldad, la envidia, el egoísmo y la frivolidad.

Fue entonces que a través del cruento fenómeno social de la Revolución Francesa y de la formación de los Estados Unidos en América que lograron imponerlas sobre la sociedad más avanzada de esa época de finales del siglo 18. Pero no fue sino hacia fines del siglo 20 cuando los grandes científicos que estudiaban la neurología, como Penrose, Hawkins, Dawkins, Dennet y otros Premios Nobel descubrieron y comprobaron con precisos aparatos de medición de las ondas cerebrales que las conductas negativas predominaban en el cerebro humano y por tanto había sido erróneo construir un sistema político universal basado en principios como la democracia, la libertad, la solidaridad y la fraternidad que nunca han sido los motores de la convivencia humana.

Durante casi dos siglos hubo muchas naciones que construyeron sus Estados bajo estos criterios erróneos de la condición humana, aunque la mayoría de ellos hicieron mescolanzas con sus particulares religiones y culturas colectivas, como fue el caso de Alemania, cuyo líder máximo enloqueció con el poder y llevó al fracaso a su gran nación en el siglo 20. El hecho real fue que durante casi dos siglos lograron un importante desarrollo social y económico que les permitió liderar al resto del mundo. Destacando la Gran Bretaña y Francia durante el siglo 19 y los Estados Unidos desde la segunda década del siglo 20 hasta los tiempos actuales. Quizá el prolongado éxito de los Estados Unidos se deba a que lograron crear una confusa ideología que mezclaba la quisquillosa mentalidad de los cuáqueros con el pragmatismo y la supuesta racionalidad ingenieril de la francmasonería.

Esta situación de dominio de esas tres grandes naciones propició la formación de infinidad de naciones artificiales al servicio de las potencias colonizadoras, principalmente para proveerlas de materias primas básicas, energéticos y mano de obra sin costo, a nivel de esclavitud. Esa gran cantidad de naciones sin ideologías ni gobiernos propios fueron instaladas principalmente en Africa, en América Latina y al sudeste del territorio asiático. Es obvio que todas esas naciones carecieron y muchas de ellas aún carecen de la estructura real de un Estado autónomo y continúan al servicio de sus verdaderos propietarios con una gran cantidad de pobladores viviendo en condiciones precarias o de niveles de pobreza extrema. Según la Unicef, esa cifra es alrededor de 2,000 millones de personas en todo el mundo en la época actual.

En junio 14 del presente año, la ONG con sede en Washington denominada ‘The Fund for Peace´ publicó su estadística anual del 2014 que titula ‘Fragile State Index’, donde hace un análisis pormenorizado de la posibilidad de fracasar de 178 países del mundo en el que analiza las principales variables económicas y políticas existentes en dichos países y ordena en orden decreciente la posibilidad estadística de llegar a ser un ‘estado fallido’. ( Ver mapa adjunto)

Es obvio que ahora mismo es un momento histórico donde la fragilidad de todos los Estados del mundo ha aumentado mucho, en gran parte por la enorme crisis energética, el crecimiento brutal del desequilibrio ecológico del Planeta que frena en grado la actividad industrial y bélica, la disminución considerable de la clase media en Occidente, mientras aumenta ese sector de la sociedad en China e invariablemente emigra hacia los países de Occidente para poder disfrutar de los bienes materiales que puede adquirir con sus ahorros. Y finalmente ha surgido el fenómeno denominado ‘Social Media Revolution’ que transforma totalmente las formas de comunicación y de publicidad existentes e inclusive modifica las conexiones cerebrales del individuo de la generación ‘z’ a partir de los dos años de edad. Ver en la red la síntesis del libro ‘Social nomics’ de Erik Qualman para poder comprender que la sociedad humana ya está viviendo una nueva era y conforme la educación es más primitiva, la nación se convierte en un Estado más frágil.

Es muy probable que la nueva versión de The Fund for Peace para el 2015 presente un nuevo mapa con el índice de fragilidad de las diversas naciones del mundo algo diferente al actual, ya que muchos Estados están sufriendo grandes movilizaciones internas, están invadidos por el crimen organizado, padecen endemias mortales, carecen de alimentos básicos y están destinadas a desaparecer, a asociarse con Estados vecinos o a seguir dependiendo de las grandes potencias. No hay duda de que se está construyendo un nuevo mundo en este mismo momento de la Historia, dentro de una geopolítica multipolar, donde destacan el control de la riqueza mundial por una pequeña élite, la crisis energética, la de los alimentos básicos y la creciente demografía de los seres humanos que sobreviven en condiciones precarias.

Adenda: No solamente México, sino casi todas la naciones de Latinoamérica, de Africa y del Sur de Asia se reportarán como Estados más frágiles, sino que existe una tendencia notoria a la desaparición de las fronteras entre las naciones y hacia la creación de una sociedad mundial pacífica, donde las diferencias étnicas y de culturas colectivas vayan desapareciendo poco a poco. El más claro ejemplo de esa tendencia lo ha dado China que ha crecido a un ritmo increíble sorteando con astucia todos los problemas diplomáticos y los enfrentamientos bélicos.