El día 17 de agosto del presente año, la revista Proceso exhibió un documento que fue presentado en Boston a los principales inversionistas potenciales de los Estados Unidos en empresas del ramo energético y de fondos de inversión. En dicho documento se encontraron los nombres de ex funcionarios públicos mexicanos de alto rango que ahora ocupan los puestos más importantes en dichas empresas transnacionales, después de haber realizado tareas de cabildeo durante el último año del ejercicio presidencial de Calderón para lograr que se imponga – mediante cambios constitucionales – la figura de la concesión a empresas privadas en el ramo de energéticos.
Entre estos mercenarios se encuentran varios ex Directores generales de Pemex, ex Secretarios de Energía y un ex Secretario de Hacienda. Los tres personajes públicos que más destacan son Jesús Reyes Heroles, Pedro Aspe y Luis Ramírez Corzo. Sus nombres aparecen en documentos elaborados por consultores financieros de los Estados Unidos desde septiembre del 2012 y ahora constituidos en sus nuevos agentes financieros y en promotores de la reforma energética de México.
En septiembre del 2012, el experto norteamericano en pronósticos financieros, Alex Murphy presentó en Boston, ante grandes inversionistas de empresas petroleras del mundo un documento titulado Strategic FP & A in the Oil and Gas Industry…The México Case, donde se reproducen los estados de resultados y de ingresos ‘verdaderos’ de Pemex a partir de un diagnóstico elaborado en julio del 2013.
Según este ‘fore cast’ a Pemex se le ubica como la empresa petrolera # 14 del mundo, con ventas superiores a los 100 mil millones de dólares anuales; en el # 13 en función de sus reservas actuales de crudo y con un promedio de ganancias anuales de 77 mil millones de dólares. Siendo estas cifras totalmente diferentes a las presentadas por el Secretario de Energía Pedro Joaquín Coldwell durante la presentación oficial de la iniciativa de la reforma energética, donde las cifras señalaban una situación catastrófica de Pemex muy cercanas a la quiebra total.
De acuerdo a las cifras del documento presentado por Alex Murphy en la ciudad de Boston, Pemex tiene mayor rentabilidad que la mayoría de las grandes empresas petroleras del mundo y señala que serán Aspe, Reyes Heroles y Ramírez Corzo los manipuladores de las inversiones que se realicen en México, donde destaca Aspe como uno de los accionistas principales del fondo de inversiones denominado Evercore Partners y se señala que en septiembre del 2012 había adquirido el 20% de las acciones de otra empresa de fondos de inversión de nombre Diavaz DEP.
En este análisis financiero de Pemex que se considera totalmente ‘real’ aparece un margen bruto de utilidades de 49 mil millones de dólares, superior a los 19 mil millones de dólares de Exxon, los 15 mil millones de dólares de Royal Dutch Shell, los 18 mil millones de dólares de Chevron y los 31 mil millones de Petrobras de Brasil. Solo la Stateoil de Noruega apenas lo supera con 50 mil 490 miles de millones de dólares.
Pero si se considera la utilidad antes de impuestos, intereses, depreciaciones y amortizaciones, Pemex obtiene 69 mil millones de dólares, que son cuatro veces los 16 mil millones de dólares de Exxon, el triple de Petrobras que obtiene 25 mil millones de dólares y sus ganancias son superiores a la Stateoil de Noruega con 40 mil millones de dólares. Con estas cifras calculadas por nuestros políticos mercenarios sería difícil no encontrar arriesgados inversionistas en los Estados Unidos o entre sus valerosos países aliados de Occidente.
Pero además de estos políticos apátridas y ambiciosos está la estrategia hegemónica oculta del Departamento de Estado para que sus empresas proporcionen la tecnología del ‘fracking’ a Pemex mediante el pago de un alto estipendio o que sus múltiples empresas energéticas del ramo se asocien ventajosamente con la empresa paraestatal petrolera a fin de lograr la explotación de las rocas de esquisto bituminoso que vienen desde los Montes Apalaches y llegan hasta el ‘deep south’ junto a la costa del Golfo de México y al poniente se extienden hasta las regiones carboníferas de Eagle Pass que pasan por el norte de Nuevo León y la región de Burgos hasta llegar a la costa este de Tamaulipas y seguir al sur, por la Sierra Madre Oriental en casi todo el estado de Veracruz.
Es importante saber que esta estrategia hegemónica de Washington se inició desde 1998 para buscar la autosuficiencia en gas natural, piedra angular de su sistema energético nacional hasta llegar a producir en el 2012 cerca del 40% de sus demandas de gas y petróleo, con el propósito de dejar de importar hidrocarburos en sólo unos cuantos años más. Pero al desaparecer las guerras transatlánticas y el consumo de los motores de combustión interna desde principios de este siglo 21, la demanda de hidrocarburos de Estados Unidos ha disminuido en forma dramática y con ello se ha reconfigurado la geopolítica mundial de extracción de hidrocarburos.
Gran parte de la producción de petróleo y gas por métodos convencionales ha sido suspendida en el Norte de Africa , esperando los resultados de las exploraciones de gas de esquisto en las enormes reservas de Argelia y de Marruecos, asimismo se ha colapsado la producción petrolera convencional de Irak y de las naciones de la Península Arábiga y Estados Unidos, Inglaterra e Italia buscan alianzas petroleras de aceite y gas shale con muchas naciones cercanas a Rusia para evitar que dicha nación los trate de controlar con la venta de hidrocarburos convencionales, ya que la mayoría de ellas cuentan con reservas de esquistos bituminosos y se han asociado con las principales petroleras de Occidente.
Adenda.- La supuesta reforma de energéticos en México no es un asunto particular de nuestra nación, sino forma parte de una nueva geopolítica energética a nivel mundial y de un proyecto hegemónico del Gobierno de los Estados Unidos para tratar de amortiguar el proceso de decadencia de su economía y enfrentar el desarrollo de otros imperios poderosos -como el de China – que intentan desplazarlo del primer lugar mundial que ya casi dura un siglo.
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