Crisis global (2008). De Alfonso Elizondo.

Proemio del Editor:
En un mundo cada vez más interconectado y complejo, la crisis global de 2008 marcó un punto de inflexión en la historia económica y política contemporánea. “Crisis global”, un ensayo de Alfonso Elizondo, escrito en febrero de ese año, emerge como una pieza profética que analiza con precisión los mecanismos y consecuencias de esta turbulencia financiera, sus orígenes y los posibles caminos hacia el futuro. A pesar de haber transcurrido casi dos décadas desde su publicación, los temas que aborda Elizondo permanecen sorprendentemente relevantes en el contexto actual, demostrando la profundidad de su análisis y su comprensión de la dinámica global.

El ensayo de Elizondo desentraña las complejidades del capitalismo global, la desregulación financiera, el consumismo exacerbado y la influencia omnipresente de los multimedia en la política y la economía. Al hacerlo, no solo ofrece una crítica aguda de los sistemas que precipitaron la crisis sino que también reflexiona sobre el papel del individuo en esta nueva era definida por el placer y el consumo como máximas aspiraciones.

Al presentar este proemio al ensayo de Elizondo, invitamos al lector a adentrarse en una obra que no solo documenta un momento crítico de nuestra historia reciente sino que también ilumina los desafíos y oportunidades que enfrentamos hoy en día. En un momento en que el mundo sigue lidiando con las secuelas de la crisis de 2008 y sus implicaciones a largo plazo, “Crisis global” se mantiene como un recurso invaluable para entender nuestro presente y reimaginar nuestro futuro.

Crisis Global – Alfonso Elizondo (2008)
En el inicio de una crisis financiera global que tiene toda clase de pronósticos, se antoja un breve análisis de los factores más importantes que han incidido en la sociedad humana y en el tránsito del capitalismo durante las últimas décadas, en las que se instaló la etapa del capitalismo global que controla a la totalidad de las economías del planeta. Como un factor primordial de la sociedad posmoderna debe considerarse la fuerza transformadora de los multimedia globales que cambiaron los procesos políticos y, separando a los ciudadanos del poder público, lograron una total desvinculación de la política y la economía, se desreguló la actividad financiera y se liberó totalmente el mercado global de bienes y servicios. Por otra parte, propiciaron en el individuo una tendencia hacia el consumismo, la frivolidad y el hedonismo. El capitalismo pasó de un sistema de producción basado en el trabajo y el ahorro a otro sistema de consumo que supone gasto y despilfarro. Esta nueva forma de vivir integra el placer a la vida humana y lo convierte en el nuevo motor del desarrollo. El individuo de la nueva era ha adquirido plena autonomía y, al ser libre para ser feliz, se convierte en el único responsable de su futuro. La dicha se convierte en un ‘slogan’ publicitario. El placer, la salud y el consumo son sinónimos de felicidad y el cuerpo perfecto es el paradigma por excelencia. Desde el punto de vista de la política, los multimedia globales se convirtieron en el nuevo frente de batalla del poder del capital mundial frente a la democracia ciudadana y desde ahí se les hizo creer que los capitales transnacionales tenían el derecho a fluir sin restricciones por todo el mundo y que se podía construir un mundo feliz solo con la riqueza producida por la especulación del capital. El dinero y los documentos financieros sustituyeron a los bienes y servicios y se creó una economía virtual que solo era una burbuja especulativa que carece de fuerza para sostenerse en el aire y está recibiendo apoyo de los fondos estatales de los Bancos Centrales de varias naciones (China, Japón, Alemania) que adquirieron — en dólares — bonos del Tesoro de los Estados Unidos que se les están convirtiendo en polvo. Ahora mismo, nadie sabe en qué terminará esta crisis del capitalismo global, pero debe suponerse que el mundo en su conjunto buscará la forma de sobrevivir y el poder global encontrará también la manera de prevalecer, aún cuando tenga que hacer algunos ajustes importantes en la regulación de los flujos de capital, en las funciones del FMI, la ONU, el OMC y demás organismos supranacionales, en los nuevos jefes del poder global y quizá desplace el centro financiero mundial de Occidente al continente asiático. Conforme la crisis se agrave y se requieran más fondos de las reservas ‘soberanas’ de otras naciones para rescatar a los principales bancos e instituciones financieras de los Estados Unidos, es probable que los gobiernos de esas naciones que ahora tratan de detener la debacle financiera, tengan que involucrarse en la instauración de un nuevo orden mundial que prevenga o aminore estas crisis cíclicas del capitalismo. O por lo menos decidan convocar a la creación de un nuevo fondo monetario mundial que no será en Bretton Woods y cuyo patrón ya no será el dólar. Desde una visión histórica, es muy improbable que desaparezca el capitalismo como forma de operar de la economía mundial, pero es probable que, al ser regulada por el Estado, el capitalismo de libre mercado y el monetarismo desaparezcan o se transformen. En el caso particular de México, la falta de patriotismo y el malinchismo tradicional propician que su gobierno se someta cada vez más a la política de un país cuyo futuro inmediato es desolador y mantenga — inactivos y devaluándose — 80 mil mdd en las reservas del Banco de México.