Crisis del Nuevo Mundo Multipolar

En el Mundo del presente nada escapa a la globalización. Se fusionan las ideologías de izquierdas y derechas, mientras se va conformando un nuevo mapa geopolítico que se mueve hacia el Continente Asiático con la integración de bloques regionales y la aparición aleatoria de potencias emergentes. Al mismo tiempo se expande el consumismo, aparecen fórmulas ambiguas de la democracia y surge la hipermedia como la conexión preferida entre los seres humanos.

El nuevo mundo multipolar se apoya en un sistema político financiero construido sobre grandes ejes financieros continentales y bloques regionales, como una especie de democratización sectorial de la geopolítica internacional. Surge entonces por parte de los gobernantes y de los líderes políticos una especie de acuerdo diplomático entre la mayoría de los países para construir nuevos paradigmas geopolíticos e ideológicas ante el fracaso palmario de las prácticas económicas y financieras de liberales y de socialistas en todo el mundo.

Derivado del mismo fenómeno de la globalización se va configurando un nuevo mundo multipolar con bloques regionales y con potencias emergentes mediante acuerdos, tratados y legislaciones entre los países integrantes de cada bloque. Ahora mismo el bloque regional más importante del mundo es el Asia-Pacífico seguido por el de los Estados Unidos en América del Norte y el de la Comunidad Europea.

Otro bloque regional que abarca tres continentes es el de los BRIC, que abarcan Brasil, Rusia, India y China, pero que ya se ha ido resquebrajando por los problemas internos de Brasil y por la falta de diplomacia de Rusia que hace unos días no supo operar con inteligencia la acción de recuperar el territorio de Crimea y ahora sufre una serie de sanciones económicas por parte de los Estados Unidos y de la Comunidad Europea que consideran estas acciones ilegítimas y al margen de la supuesta normatividad internacional de las naciones de Occidente.

Conviene, por lo tanto señalar algunos acontecimientos históricos clave para tratar de entender estos conflictos diplomáticos en el mundo actual: en el año de 1989 se derrumbaba físicamente el Muro de Berlín y con ello el sueño de la URSS de llevar la revolución socialista al resto del mundo; mientras que en el 2008 caía el Muro de Wall Street y estallaba la gran crisis del capitalismo con la burbuja inmobiliaria de los Estados Unidos y poco después – en el 2011 – desaparecía en la práctica la teoría capitalista de Adam Smith y la mayoría del capital existente ya no se emplearía en la producción de bienes y servicios, sino en la especulación financiera.

Poco después de la caída del socialismo real empezaron a realizarse fuertes movilizaciones políticas y sociales tanto en el mundo islámico como en gran porción de las naciones del Cono Sur de Latinoamérica. Aunque erróneamente han sido atribuidas a las interacciones de las redes sociales regionales, en la realidad obedecen a una nueva configuración geopolítica donde las principales potencias mundiales han ido formando alianzas políticas y económicas con los diferentes países de esas regiones. Generalmente en función de sus disponibilidades de minerales, materias primas fundamentales, energéticos y alimentos básicos.

El hecho real del presente momento histórico es que no se ha logrado construir una nueva geopolítica y un nuevo orden mundial, por lo que el mundo entero está fragmentado no solo territorialmente, sino en materia de ideologías, derechos constitucionales y de culturas, mientras se vive un proceso de reacomodo donde no existe una visión universal de la normatividad legal, de la educación general a todos los niveles, ni siquiera existe una explicación convincente de las operaciones económicas y financieras globales y el mundo parece estar atrapado por las manos ambiciosas de unos cuantos capitalistas que se sienten con el derecho de regir los destinos de todos los seres humanos por el simple hecho de haber logrado acumular grandes fortunas materiales.

Aunque no puede ser percibida en forma cabal la falta de un orden mundial funcional y respetado en el presente, no debe perderse de vista que muchos eventos de poca importancia en apariencia, como el reciente problema de la anexión de Crimea por los rusos, la huida de los norteamericanos del Medio Oriente, la caída de las dictaduras del Norte de Africa o las movilizaciones en Madrid, en Atenas, La Haya, en Río de Janeiro, en Buenos Aires, en la Ciudad de México y en una multitud de países no son obras del azar, sino que forman parte de un proceso natural de restructuración del nuevo mundo digital, cuyas instituciones políticas y económicas ya no funcionan y la demografía de las clases populares va en aumento.

También se ocultan los grandes conflictos en ciudades de los Estados Unidos, como Detroit, Chicago, Nueva York y los Angeles, donde la gente que vive en tiendas de campaña o en la calle padece uno de los inviernos más intensos de la historia y nadie se compadece de ellos y los gobernantes ocultan el fracaso total del Estado por la falta de recursos financieros. Otro tanto sucede en ciudades de Alemania, de Francia, de Rusia y de casi todos los países de Europa del Este, donde la bancarrota del Estado ha alcanzado niveles descomunales que nunca existieron desde la gran crisis económica de principios del siglo 20.

Adenda: El hecho de que los medios de información masiva hayan sido controlados por los Gobiernos en funciones en casi todo el mundo no significa que el Estado no haya perdido gran parte de su poder para controlar a sus gobernados y garantizarles sus derechos básicos de casa habitación, alimentación, salud, seguridad personal y acceso a la justicia.

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