El período clásico de China fue entre el año 550 y el 200 aC, por lo que conviene hacer un breve repaso de esa época y tratar de compararlo con Occidente para intentar comprender el presente. Desde una visión muy pragmática podría decirse que mientras Occidente tenía una ética basada en la razón y en las creencias individuales, la ética china fue construida para el hombre viviendo en sociedad. Por lo que se traduce en orientaciones públicas y objetivos distintos a los de Occidente, además de realizaciones concretas, como la familia, las costumbres y el trato social.
Confucio fue el primero y el más famoso pensador chino de esa época clásica y su actividad se redujo a divulgar las pautas de conducta en su libro de Li que era un ritual sobre las normas de convivencia y de moralidad. Confucio fue el primero en China que redactó un manual de urbanidad, fórmulas de relación en sociedad, de como vestirse, de sentarse para comer, etc.
Podría decirse que la ética clásica china se reduce a la moralidad convencional de Confucio, a la utilitaria de Mozi y a la intuitiva, benevolente y humanizada de Mencio. Fue Confucio quién estudió a los clásicos como modelos de conducta. Su moralidad se basaba en definir los roles sociales o familiares, tratándose a las personas en función de su nivel o rango social que desempeñaba, ya fueran madres, vecinos, maestros o gobernantes, lo cual ha sido equivalente a la buena educación en Occidente. Por lo que su ética es muy poco utilitaria, ya que no se da retribución a las buenas obras ni se castiga a las malas. Se opone además a los principios de legalidad y al igualitarismo concretándose a fomentar la educación de la vida en sociedad.
Por su parte, Mozi fue más reflexivo que Confucio y se preguntaba las causas de las acciones de las personas cuestionando los roles de autoridad que imponían los ancestros. Decía Mozi que las costumbres humanas podían ser correctas o incorrectas, considerando que todo lo correcto debe beneficiar al ser humano que lo realiza y todo lo incorrecto lo perjudica. Además criticaba las prácticas ancestrales de los funerales suntuosos, los conciertos costosos y las guerras de agresión iniciando una distinción entre la moralidad y la inmoralidad.
Menzio, el tercer pensador chino más famoso de la época clásica se oponía a su contemporáneo Yangzhu y consideraba que el mandato del cielo estaba implícito en las capacidades naturales del ser humano, puesto que se les daba un determinado talento desde que nacían. Por lo que el ser humano debe evitar desperdiciarlo o agotarlo. Según Menzio, los sentimientos y los instintos humanos también son manifestaciones del cielo que van madurando con el paso del tiempo. Hablaba de cuatro semillas sembradas por el cielo en los humanos: la simpatía hacia los demás, la vergüenza por los actos malos, el respeto hacia las personas que lo merecieran y el discernimiento entre lo socialmente correcto y lo incorrecto.
Según Menzio, las personas acosadas por la adversidad o las privaciones económicas no podían desarrollar un carácter moral normal ya que el cielo programaba una conducta moral cuando nacía refiriéndose a los talentos o capacidades naturales. Concluyendo que la motivación para la conducta ética procedía de la naturaleza y no de la cultura. Algo similar a lo que piensan los neurólogos más avanzados de las últimas décadas en Occidente.
Aunque además de estos tres pensadores mencionados hubo algunos más en la China clásica, las principales relaciones entre el pensamiento y el lenguaje las originaron las tres escuelas de pensadores ya mencionadas. No obstante, los emperadores de la dinastía Han adoptaron el confucionismo como ley oficial e importaron el budismo de la India que impuso esquemas mentales más generalizados que dominaron la Alta Edad Media.
De esta brevísima síntesis de la época clásica del pensamiento chino medieval podría entenderse la gran diferencia existente entre la ética china y la Occidental que se extiende hasta el período actual. Mientras el pensamiento de Occidente es individualista y tiene una coexistencia de la racionalidad y del mito religioso, el pensamiento de los chinos descarta todo tipo de pensamiento individual y su esencia es conseguir una vida armónica en el ser humano a quien solo se le concibe como parte de un grupo social interactivo en el que no trata de destacar ni de ser líder, sino de crear una armonía permanente que según ellos es el único sentido de la vida humana.
En cierta forma esta visión ética y de vida social de los chinos permite explicar el desarrollo acelerado de su economía y el éxito de su vida política en los últimos 30 años. Ya que los verdaderos paradigmas de dicha sociedad no son las cosas materiales y el éxito personal como sucede en Occidente, sino la capacidad de convivir en forma pacífica y armónica. De eso se deriva el hecho de que los chinos sean pacifistas y traten siempre de evitar cualquier género de violencia, aun cuando sean acosados por las naciones de Occidente que ven con terror como un mundo de seres humanos que consideraban inferiores va tomando el liderazgo en el nuevo orden mundial del mundo actual.
Adenda: A pesar de las agresiones y de los diferentes reacciones que presentan algunas de las principales naciones de Occidente, es un hecho innegable que China avanza día con día, sin que haya forma de detenerla. Parece mentira que en las últimas semanas, las principales naciones de Europa, Inglaterra, Alemania, Francia y Holanda ya han realizado pactos comerciales y financieros con China deshaciendo los lazos que tenían con los Estados Unidos y reconociendo que les conviene asociarse con una sociedad pacífica ahora que la estúpida política de las guerras planificadas han dejado en la bancarrota a las grandes potencias de Occidente y se acerca el momento apocalíptico de un desequilibrio ecológico irreversible.