Sin Hipocresía la Política No Existe

Decía Groucho Marx que ‘la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos dondequiera, diagnosticarlos en forma incorrecta y aplicar remedios erróneos’. Este humor negro del gran comediante norteamericano de los años 30’s del siglo pasado nos da una descripción muy cercana de lo que sucede cuando hay una total ausencia de hipocresía en alguien, como el actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quién fue llevado a un alto puesto político por una verdadera casualidad.

Debido al obsoleto sistema electoral estadounidense que no se reforma desde fines del siglo XVIII, cuando solo existían dos grupos políticos disputando las posesiones territoriales: los trasnochados cuáqueros que huyeron de Irlanda y Escocia porque sus coterráneos ya no soportaban su radicalismo religioso y por otra parte los practicantes de la masonería que eran quienes habían heredado la cultura de la Ilustración y la habían mezclado con los mitos de la francmasonería buscando liberar a su naciente patria de los ingleses.

No obstante, ambos grupos coincidían en que los territorios de la nueva nación americana no podían ser otorgados a los aborígenes que ahí vivían cuando ellos llegaron, ya que los indígenas, por designio divino carecían de alma y apenas contaban con un pequeño cerebro que solo les permitía realizar labores manuales y estar al servicio de los inmigrantes de raza blanca, cuyo dios les había concedido el privilegio de indicarle al resto de los seres humanos el camino a seguir para alcanzar el éxito material que debe ser el paradigma de todos los preferidos del dios de la razón y al final de sus vidas obtener un cómodo espacio climatizado en el reino divino que está en el cielo.

De hecho, en el cerebro del Presidente Trump subsisten en alto grado los criterios mitológicos, religiosos y xenófobos de los primeros pobladores que llegaron de Europa, aunque por desgracia no tuvo, como Washington o como Jefferson un poquito de hipocresía que le permitiera ser aceptado por todos con un poco de labor política. Y aún más, que como Lincoln hubiese podido añadir un poco de conciencia moral a su capacidad política para permitir un poco de libertad a los aborígenes y convertirlos en seres libres al servicio de los blancos poderosos. Aunque para ello hubiesen de transcurrir casi 100 años con una nación dividida en dos facciones que vivieron luchando y matándose entre ellas.

No hay duda de que el Presidente Trump cuenta con todos los elementos básicos de los blancos, anglo sajones que fueron la base de la nación estadounidense y en cierta forma se ha colocado a la vanguardia de ellos desde hace varias décadas, tanto por su personal manera de comunicarse con el público, como por su capacidad para obtener éxito material mediante una manipulación sui-generis de las pérdidas y las utilidades de sus múltiples y diversas empresas, de modo que el fisco estadounidense aún no logra descifrar su metodología y hasta la fecha dice desconocer cómo ha logrado ocultar su infinidad de operaciones comerciales y financieras.

Ahora que se ha rodeado de los blancos anglosajones ricos y de los judíos más poderosos de Wall Street se cree que nadie podrá moverlo de su puesto en el corto plazo. Pero su gran problema es que por su falta total de hipocresía y no ha podido asimilar el concepto de la Seguridad Nacional desde el punto de vista de las Agencias que se dedican a realizar el ‘terrorismo de estado’ que ha sido la base del desarrollo hacia el exterior de los Estados Unidos a través de sus principales Agencias, la NSA, la CIA y el FBI, además de las otras 14 Agencias oficiales y las que son propiedad de los ‘halcones’ del Pentágono. Por lo que no pueden dejar en el más alto puesto político del país a un personaje inculto y sin la más mínima hipocresía para operar el aparato de ‘terrorismo de estado’ más poderoso del mundo. Con más de 600 agencias instaladas por todos los territorios del mundo y con un presupuesto que supera la suma del de todas las principales potencias mundiales.

Es obvio que será muy difícil para Trump controlar, no sólo las intrigas que provienen de las agencias de espionaje, sino de las mismas oficinas del gobierno estadounidense que están dirigidas por personajes dedicados a la política institucional, los organismos trasnacionales oficiales y los aparatos diplomáticos de la mayoría de los países del mundo. Pero es posible que este personaje se quede en el puesto sin que realmente sea él quien dirija a EUA, sino el complejo aparato que ha creado el Estado más poderoso del mundo, ya que su maraña de instituciones, de jueces, de organismos políticos y de burocracia protegen exageradamente a sus altos líderes. Y así operan la mayoría de las supuestas democracias occidentales aunque con menor nivel de complejidad que los Estados Unidos.

Adenda: Es lógico que muchas naciones estén preocupadas por lo que haga o deje de hacer Trump, pero lo cierto es que aunque parezca un dirigente político muy peligroso, todo es muy relativo. Solo basta ver que nada ha sucedido y nada ha resuelto como se esperaba en los casos de Irán, Israel, Arabia Saudita, China, Rusia, Alemania, Siria, Turquía y Japón para entender que la persona de Trump poco o nada influirá en el futuro inmediato de la sociedad humana actual.

El verdadero problema de la sociedad humana no es Trump, ni la suma de la deuda pública de los países de Occidente que asciende a 200 trillones de dólares, sino los 1,400 trillones de dinero sin sustento alguno que andan rolando por todo el mundo y los grandes emporios de dinero especulativo, como Morgan Stanley se han ido apropiando de ellos y lo han ido incluyendo en sus falsos activos. Esa burbuja mayúscula tendrá que explotar tarde o temprano, destruyendo por completo el actual orden mundial y la supremacía de Estados Unidos.