Pasear por esta hermosa villa justo a la entrada de Asturias es quizá la vivencia más clara que ha existido de la compleja convivencia del poder religioso y el de los monarcas en el Medievo. Esto es algo que se antoja muy interesante un milenio después, cuando de nuevo se enfrentan dos poderes en el mundo global actual: el bélico y el económico.
Conforme se deambula por las bellas y evocadoras calles de la villa de Santillana del Mar surgen fachadas con escudos nobiliarios de personajes que fueron de la nobleza entre los siglos XI y XVIII. Los dos poderes, el real y el eclesiástico proyectan la influencia que tuvieron a través de la organización urbana de las dos principales plazas de la villa: la Plaza Mayor, donde se alza la Torre de Merino, donde se alojaba el centro militar y administrativo de la población y la Colegiata, que fue el centro original del monasterio de Santa Juliana y el nódulo religioso de la villa. Estas dos plazas de Santillana son las más interesantes de la población, tanto por los monumentos y mansiones señoriales, como por el hecho de que ahí se encuentra el centro histórico y artístico de la villa.
Una de las calles más bellas y sugestivas de Santillana es la de las Lindas. Una angosta y típica callejuela medieval donde se asoma la Torre de Merino. Desde ahí se pueden evocar las cruentas luchas entre las familias de hidalgos enfrentadas por lograr el usufructo del poder de la villa. El visitante se siente transportado al momento histórico en el que los Manrique y los Mendoza se diputaban la posesión de dichas tierras. Y surge la figura histórica de Doña Leonor de la Vega, madre de Don Iñigo López de Mendoza, quien fue el primer marqués de Santillana.
No obstante, el monumento más importante de Santillana del Mar es La Colegiata de Santa Juliana, donde se encuentran los restos de esta virgen mártir que se supone se depositaron en una antigua ermita que ahí existía desde el siglo VI y había sido edificada por los mozárabes. Aunque la devoción popular hizo nacer el monasterio que lleva su nombre hasta el siglo X, fue hasta el siglo XI que se construyó la Colegiata que lleva su nombre.
La construcción románica actual data del siglo XII y se realizó después de derribar el templo anterior que se supone era de diseño mozárabe. La iglesia actual consta de tres naves a las que se accede por un atrio de grandes dimensiones donde antes estaba el cementerio. El portal presenta un frontón del siglo XVII en cuyo centro aparece una figura con la imagen de Santa Juliana. También existe una logia del mismo siglo que forma la nave derecha de la iglesia y está un torreón románico con dos ventanas dobles del transepto que son muy bellas.
Por encima del transepto se alza una cúpula reformada al centro de la nave. Los capiteles románicos son de gran belleza y datan de comienzos del siglo XII. Se exhibe una decoración labrada en la piedra que representan combates de soldados a pie y a caballo, pequeñas cabezas de animales, temas bíblicos, de vegetales, etc. La tumba de Santa Juliana está situada en el centro de la nave principal protegida por una reja de hierro forjado del siglo XVI y la losa sobre la que aparece representado el cuerpo muerto de la santa se considera una obra popular del siglo XV.
En el Altar Mayor de la Colegiata se conservan piezas valiosas de épocas muy distintas entre las que destacan las esculturas románicas de cuatro apóstoles talladas en piedra que deben de haber formado parte de un grupo con los doce apóstoles que estaba situado en la portada oeste de la Colegiata. Se supone que estas esculturas fueron hechas por un escultor francés que se detuvo en Santillana y también hizo esculturas en Avila y en Carrión de los Condes. También destaca el retablo del Altar Mayor, donde aparecen los evangelistas, escenas de Santa Juliana antes del martirio y otras alusivas a Jesús, a su nacimiento, la Epifanía y su entrada a Jerusalén.
Todo esto se percibe en un ambiente de desolación y de abandono, donde los hidalgos de Santillana reviven por un instante, mientras luchan por volver a tener sus cuerpos originales. Aunque existen muchas más hermosas piezas escultóricas, cerámicas, figuras de penitentes, símbolos sacramentales, el Descendimiento de la Cruz, e infinidad de escenas bíblicas. Sólo se puede concluir que esta Colegiata de Santillana del Mar es una de las obras más hermosas que se produjeron en el alto Medievo y está en el más completo abandono. Al grado de que aún no existe una forma fácil de acceder al lugar en automóvil.
Adenda: Algo similar está sucediendo ahora en el mundo de Occidente, donde todas las hermosas obras que ha generado su particular visión de la belleza y del arte en general que surgió desde el Renacimiento están siendo olvidadas, devaluadas y menospreciadas por la nueva generación del mundo digital.