Religiones y Terrorismo

 

Está a la vista de que existe un trasfondo religioso en los conflictos globales de fines del siglo pasado y de los actuales en el nuevo milenio. Lo mismo sucedió en Irlanda, en Kosovo, en Cachemira, en Afganistán, en Irak, con el nuevo Estado Islámico y finalmente lo mismo ha sucedido en París hace solo unos días con el asesinato por fundamentalistas islámicos de los caricaturistas de la revista de Charlie Hebdo.

 

Decía Samuel P. Huntington en su libro ‘El Choque de las Civilizaciones’ (1997) que ‘En el mundo moderno, la religión es una fuerza central que motiva y moviliza a las personas. Pero lo que finalmente cuenta para las personas no es la ideología política, ni el interés económico, la verdadera identidad de las personas son sus convicciones religiosas, su familia y sus credos por los que luchan y están dispuestos a dar la vida’.

Asimismo critica la política norteamericana por no haber dado nunca su verdadera dimensión al factor religioso y considerarlo como una etapa del ser humano que había sido superada por el avance de la cultura occidental desde el siglo XVIII. No obstante, la religión es ahora mismo la causa fundamental del grave conflicto que vive el mundo.

 

De acuerdo a la Historia, las religiones han sido los cimientos donde se asientan las civilizaciones, ya que a través de ellas se proyectan sus sueños, se construye su ética, se establece un criterio sobre los paradigmas de la vida humana y una visión del universo. Por razones desconocidas, la cultura moderna no ha producido ninguna religión, sino que solo creó algunos sucedáneos como ‘la razón’, ‘el progreso continuo,’ el ‘consumo ilimitado’, etc. Y la sociedad humana vive ahora una realidad sin rumbo, dentro de un gran individualismo y de una crisis existencial permanente.

 

En realidad, lo que siempre ha requerido el ser humano es alcanzar la dimensión espiritual de la vida que ha sido la base fundamental de todas las religiones. Por desgracia, al institucionalizarse las religiones siempre entran en el juego del poder con la consecuente jerarquización de la sociedad y se convierten en modelos de convivencia humana llenos de errores, de mentiras y de conductas patológicas. Lo que ahora sucede en el mundo es que el fundamentalismo y el terrorismo – que son patologías religiosas – han tomado gran relevancia debido a la ‘globalización’, donde Occidente ha impuesto sus criterios al mundo, pasando por encima de sus diferencias étnicas, de sus culturas, de sus mitos y de sus identidades diversas, imponiéndoles hábitos que les son totalmente extraños. En consecuencia, los pueblos tratan de asirse de aquellos hábitos que conservan su identidad y que preservan en sus religiones sus memorias y su símbolos esenciales. Al sentirse invadidos y atacados, buscan su refugio en las religiones como una forma de resistencia. Por lo que en realidad el problema no es religioso, sino de carácter político que utiliza una religión para defenderse. Al ser invadida una nación se genera rabia y deseo de venganza en sus pobladores y de ahí surgen los atentados terroristas actuales. En el momento histórico del presente, las religiones de todo el mundo requieren de un reconocimiento mutuo, así como de buscar el diálogo y los puntos de convergencia con los demás seres del Planeta que les permitan convivir en paz.

 

En el transcurso de los últimos siglos, las fórmulas religiosas tradicionales de todo el mundo han tenido que adaptarse al choque de la modernidad. El catolicismo sufrió el embate del luteranismo, de las revoluciones filosóficas y científicas, de la Ilustración, la industrialización, las revoluciones liberales y finalmente de la utopía de la democracia. Ya sucedió hace años que un Papa (Pío IX) se encerró en el Vaticano y condenó a quiénes no lo aceptaban como autoridad central en el mundo. Entonces ocurrió la separación entre la Iglesia y el poder político, desapareciendo – para siempre – el poder del clero como monopolizador de las verdades sociales en todo Occidente.

 

Por su parte, el Islam como cultura no ha tenido versiones opuestas como el catolicismo y continua sin adaptarse a la modernidad actual en tres aspectos básicos: la separación de la Iglesia y el Estado que sucedió en Occidente tras de la Ilustración; la igualdad de géneros y la pluralidad de creencias como base de la libre convivencia. Al no aceptarse aún estos tres principios fundamentales de la civilización humana, las tensiones que genera la modernidad llevarán a la crispación y a la violencia mortal, tal como ahora sucede.

 

Pero todos los conflictos globales del Islam no se derivan de sus doctrinas que son tan radicales como las del cristianismo y de muchas otras religiones que existen en el mundo, sino de su incapacidad milenaria para adaptarse al proceso evolutivo de la Humanidad.

 

Adenda: Es evidente que se requiere construir de inmediato un nuevo orden mundial, donde no sólo la regulación bélica, la política, la economía y las finanzas sean controladas por instituciones globales, sino también la ética, la conciencia moral y los valores espirituales. Para que vayan desapareciendo el terrorismo y el radicalismo que han dejado las religiones a través de los siglos.