Con la decadencia generalizada en todos los estados europeos, la lenta pero constante desaparición de las religiones en ese Continente y con el crecimiento de la ineficacia de todas sus instituciones, desde sus sistemas jurídicos, legislativos y fiscales, hasta los mecanismos de servicios sociales se observa una constante pérdida de la libertad individual, de la capacidad del ser humano para disfrutar de la vida material y para poder convivir en paz y con alegría.
En este momento crítico de la vida del individuo en el mundo occidental de principios del siglo 21 ha surgido la figura de un filósofo francés llamado Michael Onfray, quién al margen de los tradicionales procesos de enseñanza presenta a la filosofía como una actividad racional natural en el hombre que le debiera simplificar su vida doméstica, incrementar su libertad de pensar y disfrutar sus principales goces materiales, sin molestar a los demás.
Dice Onfray que el nivel de credulidad en los seres humanos es enorme. Su deseo de no ver la realidad tal como es, sus ansias de vida alegre y su voluntad de ceguera no tienen límites. Por lo que propone un arte hedonista de vivir que esté orientado hacia la mejora del cuerpo físico, la cultura de las artes y el conocimiento. Además de la búsqueda del placer y de la conciencia de uno mismo y de los demás.
Identifica las formas de alienación y de dolor que hay en las religiones y a sus dogmas políticos y económicos para poner al ser humano en el centro de su existencia, invitándolo a ‘pensar su vida y a vivir su pensamiento’. Todo conduce a no caer en el pensamiento idealista y en las múltiples secuelas de ideologías y mitos que afirman la existencia de una vida después de la muerte y construyen complicadas estructuras moralistas para coartar la vida del hombre. Onfray cree que la felicidad debe hacerse realidad en el momento del presente de la vida humana.
Según Onfray las religiones son instrumentos de dominación y alienación. Las tres religiones monoteístas existentes: el judaísmo, el islam y el cristianismo inducen odio a las mujeres, a los deseos, a las pasiones, a la sexualidad y a quienes profesan religiones diferentes a la suya. Aunque considera que siempre existirán las religiones ya que viven de la angustia y el miedo de los seres humanos y a que aún no han resuelto sus dudas existenciales.
En su libro titulado ‘Antimanual de filosofía’ intenta mostrar el olvido del cuerpo físico en la filosofía y de qué manera se trata de ocultar la sexualidad cuando todos los pensamientos son a final de cuentas un simple producto de las interacciones de la realidad, el cuerpo físico, las demás personas y el mundo en general. Por lo que defiende el materialismo hedonista inspirado en filósofos como Arestipo de Cirena y el francés La Mettrie.
Por otra parte, Onfray defiende la generalización de la estética inspirado en Duchamp en donde se permite incluir la ética en la estética. Piensa que la tarea de la filosofía actual consiste en fabricar una subjetividad postmoderna con ética, con valores y con acciones interpersonales, de modo que se pueda superar al cristianismo y se vuelva a situar al cuerpo físico del ser humano en el centro de toda la realidad personal y social.
Onfray parte del imperativo categórico hedonista que dice ‘Goza y haz gozar sin hacer daño a ti ni a nadie’. Gozar en lo personal no es problemático, pero hacer gozar sin sufrir ni hacer sufrir a los demás es el verdadero desafío. Siguiendo a Montaigne, Onfray cree que la escritura es básicamente una manera de entrar en uno mismo. Y la construcción de una obra literaria es inseparable de la construcción de uno mismo. Dice Onfray que no concibe la vida sin libros o sin leer y escribir, como tampoco puede imaginar las lecturas y escritos sin la vida humana que los acompaña.
Poco después de los eventos en las Torres Gemelas de Nueva York decía Onfray que hacía falta una voz, una palabra o un rostro emblemático que permitiera unificar un discurso revolucionario y hacer posible una acción práctica a nivel global. Ya que en ese momento histórico el capitalismo en su versión liberal estaba dominando de manera negativa a todo el mundo sin que hubiese otras alternativas visibles.
En su libro ‘Antimanual de Filosofía’ se burla en forma brutal de las prácticas tradicionales para enseñar filosofía en las escuelas, pero en esencia intenta una profunda crítica al proceso de control que ejercen el Estado y las religiones, a la pérdida de la libertad individual y al alejamiento institucional del ser humano del gusto por vivir y por gozar la vida que debiera ser el verdadero sentido del uso de la razón o de la actividad filosófica.
Adenda: En la época actual de la sociedad digital el uso del libro y de la escritura tradicional han ido a la baja, pero es admirable que aun existan personas – como Onfray – que hayan recopilado el conocimiento filosófico tradicional con tanta precisión. Además es increíble su capacidad de resumir el pensamiento de un centenar de grandes filósofos en unos cuantos renglones y de señalar sin remilgos sus particulares predilecciones.
Es difícil imaginar lo que sucederá en el corto plazo, pero es factible que los admirables estudios de Onfray de filosofía y de arte sean de los últimos que se hagan en los libros tradicionales donde los hechos son contextualizados en el pasado, ya que el nuevo mundo digital está conduciendo hacia otro género de ensayo donde todos sus elementos se refieren a un presente inmediato y a un futuro de corto plazo.