Origen del Arte (I)

En el libro titulado ‘Física y Metafísica de la Pintura’ de Louis Cottiaux se señala que el origen del arte no es resultado de una necesidad estética como generalmente se cree, sino que proviene de una necesidad de ‘dominación mágica’ que siempre ha existido en el ser humano.

De hecho, todos los especímenes más antiguos de dibujos y de pinturas contienen signos extraños que son de difícil interpretación cuando se desconocen los antiguos rituales de hechicería. En dichas pinturas que generalmente representan animales se ven puntos y trazos que se dirigen hacia la cruz de las bestias o de otros puntos vulnerables.

Se trata de representaciones de azagayas y flechas que atraviesan mágicamente la efigie del animal que está en el punto de mira del ritual de hechicería.

Los seres primitivos conocían muy bien la poderosa acción del hechizo de cacería sobre el alma colectiva de ciertas especies. Se ponían en contacto con el espíritu de la manada por medio de un rito de sensibilización de la imagen pintada y obtenían su consentimiento, asegurando la vida eterna de la especie, su perpetuación mediante la salvación de las madres y de los animales jóvenes.

Los cuerpos sin cabeza de osos y de bisontes hechos de arcilla que se han encontrado en grutas prehistóricas intrigan mucho a los arqueólogos. Sin embargo, todos los signos de uso mágico de estas efigies son visibles, tanto en ellas como a su alrededor.

La pica que emerge del cuello está destinada a sostener la cabeza recién cortada de un animal muerto en la cacería. Esa cabeza da vida a la hechicería, la vitaliza y la sensibiliza con el alma colectiva de la manada. El rito mágico siguiente sirve para dar a los cazadores el dominio sobre dicha manada por la influencia psíquica que se ejerce sobre la entidad que anima a dichos animales.

Las numerosas huellas de manos ensangrentadas que aparecen sobre esas efigies o sobre las pinturas rurales y las flechas clavadas en puntos vitales constituyen marcas visibles del rito secreto de posesión mágica. Tanto la música, el canto y la danza en su origen solo eran el soporte del pensamiento mágico que se concilia con el mundo hostil o que lo domina.

De modo que todas las artes tienen su origen en la primera obligación del hombre encarnado de defenderse en los tres planos del mundo creado. Después de acabado el rito se toma conciencia de la gratuidad del arte a través del juego de formas, sonidos, colores y movimientos para llevar su magia hasta intentar encontrar la gran alma del mundo o la que los humanos llaman Dios. En esta forma la magia particular se eleva a un nivel general y el arte es el contacto que nos comunica con lo Universal.

Por lo que el arte es una creación mágica y al igual que la procreación exige una carga psíquica producida por el espasmo del amor. Los hijos del amor más vivos y más bellos son los que se engendran en el entusiasmo y en la pasión amorosa.

Si consideramos a la humanidad promedio y a las obras ordinarias se puede ver que todo lo que se hace en la mediocridad solo engendra la muerte. Solo artistas muy dotados cargan inconscientemente sus obras que hechizan a ciertos espectadores más sensibles y receptivos que el común de los seres humanos.

La vida solo se transmite haciendo el amor, ya sea procreando, obrando o rezando. Donde no se hace el amor solo hay una caricatura de la vida, aburrimiento y muerte.

Adenda: En la segunda parte de este artículo abordaré este mismo tema del origen del arte desde otro punto de vista totalmente distinto.