En el mes de abril de 1947, los brillantes economistas Friedrich von Hayek y Milton Friedman se reunieron en los Alpes Suizos con un numeroso grupo de intelectuales de derecha para repudiar el ‘New Deal’ y a su creador John Meynard Keynes. Su propósito era sentar las bases ideológicas para reducir el complicado y costoso aparato del Estado creado por Keynes y aceptado por las economías occidentales más pujantes en la época inmediata posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Hayek odiaba y temía la presencia del keynesianismo porque temía que se llegase a instalar el socialismo en el mundo. Según él, el socialismo era el ‘verdadero camino de la servidumbre para el mundo civilizado’ y esa planificación del Estado solo podría conducir al caos o al estancamiento de la economía y de la sociedad. Esta violenta reacción ideológica y política contra el intervencionismo del Estado en la Economía y contra el Estado de Bienestar es conocida como el origen del Neoliberalismo.
Dicho movimiento socio político se fue creando a través de los ‘think tanks’ con diversas fórmulas para atacar a todo tipo de limitación impuesta por el Estado a los mecanismos naturales del mercado. Encabezados por Hayek y Friedman, este grupo de fundamentalistas ideológicos se consagró a la divulgación de las tesis neoliberales para combatir el keynesianismo y toda forma de ‘Estado social’, así como preparar las bases teóricas de un capitalismo duro y un libre mercado exento de toda regla ética y social.
No obstante la fuerte reacción encabezada por estos dos economistas y el posterior apoyo político incondicional de Reagan y la Thatcher en los años setenta, hubo de transcurrir un cuarto de siglo para que la nueva tesis económica pudiese penetrar en el Mundo Occidental de manera circunstancial. Esto sucedió cuando el terrible genocidio de Vietnam creó un enorme déficit fiscal a los Estados Unidos durante el gobierno de Nixon. En ese momento histórico, la mayoría de los países de Europa tenían gran cantidad de dólares en circulación y en medio de la crisis económica estadounidense fueron a cambiarlos a la FED por el oro correspondiente y se encontraron con la sorpresa de que la Reserva Federal de los Estados Unidos había desaparecido todas sus reservas en oro.
Por lo que el 15 de agosto de 1971 Nixon decretó la inconvertibilidad del oro en dólares, causando un gran desastre para todo el mundo y desestabilizando a todos los sistemas financieros nacionales. Esta situación generó una crisis global sin precedentes y en 1974 provocó una recesión mundial que explotó con la crisis del petróleo. El desempleo y la inflación se dispararon como nunca. Y eso permitió a Hayek y a Friedman hacer un cambio a fondo del sistema financiero mundial al reducir la oferta monetaria, acotar el gasto del Estado y crear una política de ‘shock’.
Las consecuencias de la aplicación en las naciones de Occidente de estas medidas de dominio neoliberal han conducido al mundo a una clara situación de exclusión social y la elevación de la tasa de desempleo a nivel global constituye la más clara victoria de los ricos del mundo y la ampliación sistemática de la brecha entre ricos y pobres.
Otro éxito de la ideología neoliberal de mercado ha sido la globalización de la pobreza, ya que 1200 millones de personas (una quinta parte de la población mundial) sobreviven con un dólar por día y 2800 millones perciben alrededor de dos dólares diarios. Mueren de hambre al día 30,000 niños y 800 millones padecen de subalimentación crónica. En los últimos 30 años de neoliberalismo se ha triplicado la diferencia de ingresos entre los 20 países más ricos y los 20 más pobres del mundo.
Casi con la misma rapidez que ha ido fracasando el neoliberalismo en el mundo, ha ido creciendo la economía de China y de sus principales aliados en Asia y en Europa, llegando, ahora mismo a un PIB superior al de los Estados Unidos, aunque está basado en principios económicos y políticos totalmente distintos y casi opuestos al neoliberalismo. De forma diferente, la híbrida autarquía china ha creado una nueva fórmula económica y política, estando a punto de establecer una nueva organización financiera de carácter global que apoyará la infraestructura de muchas naciones del mundo que incrementarán su intercambio comercial con China. Por lo que se estima que en muy poco tiempo China podrá sustentar un sistema monetario internacional que desplace al dólar de su primera posición de moneda de cambio en el mundo.
Es obvio que el nuevo universo político, económico y financiero que está creando China y sus ahora principales asociados alemanes y japoneses es totalmente distinto a las alianzas y asociaciones que impuso el neoliberalismo desde los años setenta, ya que su sustento fundamental ya no será el negocio de las guerras transatlánticas, ni la economía industrial, sino la infinidad de nuevas tecnologías digitales y el desarrollo de nuevas técnicas de educación, de control de la salud y naturalmente de todo tipo de comunicación, transporte y espectáculos.
Está a la vista que los millonarios norteamericanos han renunciado a la economía productiva debido a las numerosas responsabilidades fiscales, laborales, ecológicas y sociales que genera. La fabricación de armas de destrucción masiva, el uso de trasatlánticos, submarinos y aviones va disminuyendo en forma dramática, con el consecuente desinterés por las energías producidas por los hidrocarburos. Ahora se enfocan en el control de los principales alimentos de uso general y en la generación de riqueza a través del empleo de los capitales que no provienen del ahorro y en la apropiación de todas las empresas que opera el Estado y que son las más rentables, como los hospitales, las clínicas de salud, las aseguradoras, el sistema educativo, el negocio deportivo, el turismo y los espectáculos con tecnología digital.
Adenda: El cercano fin del neoliberalismo no significa la total desaparición del imperio estadounidense y de las naciones que aún son sus aliados o sus colonias, sino el advenimiento de un nuevo orden mundial plural con menos violencia física y con nuevos paradigmas políticos, sociales y culturales. Donde será muy probable que aparezcan nuevas formas de espiritualidad del ser humano en sus religiones, en sus mitos colectivos y en las manifestaciones del arte. No hay duda de que el ser humano del futuro inmediato vivirá en un mundo más pacífico y más bello.