Por fortuna, la brutal decadencia económica y política de España en la última década todavía no se refleja en el maravilloso tesoro cultural y artístico del Museo del Prado. No ha sucedido aún el terrible fenómeno que opera en los principales museos de París, Roma y Florencia, donde grupos de pequeñas mafias locales se han apropiado del control de los accesos programados de visitantes foráneos a dichos museos y todavía se puede acceder al museo sin pasar por sus manos y sin que los principales horarios y espacios del museo sean controlados por dichos grupos. Aunque el control de los grupos visitantes por los empleados del museo es tan pobre que la gran mayoría de los espacios más importantes siempre están abigarrados y reina un total descontrol en los flujos de visitantes y es imposible disfrutar en paz casi ninguna de las obras de arte más famosas.
Al margen de ese elemento negativo que probablemente sea ocasionado por la decadente burocracia española que cada día es más ineficiente y no muestra interés por otra cosa sino la conservación de sus puestos. Por fortuna, el Museo del Prado aún conserva una colección de obras de arte escultórico y pictórico que expresan la evolución del arte europeo desde el período clásico del Imperio Romano quienes copiaron sin disimulo el estilo perfeccionista de los griegos, los inicios enigmáticos del medievo, pasando por el gótico, el renacimiento, el barroco, hasta las primeras fases del expresionismo moderno – muy anteriores a los genios alemanes – con la increíble joya de la ‘pintura negra’ de Goya que se adelantó casi un siglo completo al ‘expresionismo alemán’ que es el primer antecedente del arte moderno actual.
Tratando de hacer una síntesis de las mejores obras en el Museo del Prado se podría señalar que, al margen de las grandes joyas escultóricas que dejó el Imperio Romano, la gran colección artística está encabezada por Jerónimo Bosh, el pintor flamenco que logró resumir los principales conceptos religiosos de la religión cristiana y sus rigurosos controles, cuando aún no se habían encontrado los conceptos del volumen y del espacio que surgirían con los grandes genios previos al Renacimiento como Masacio y Massolino y posteriormente las dos grandes figuras de Miguel Angel y Leonardo de Vinci quiénes son considerados los dos genios que descubrieron la figura humana, con sus más bellas dimensiones, el concepto del volumen, su ubicación en el espacio y sus primeras expresiones emotivas más notorias como la alegría, el odio, el amor, la tristeza y la venganza.
Quizá el momento más importante que hubo en la pintura del Renacimiento fue cuando el joven Masacio, en compañía de su maestro Massolino crearon por primera vez en la historia una figura humana que ponía los pies en la tierra y se creaba un espacio donde había una tercera dimensión, ya que hasta ese momento no había sucedió sino hacia fines del siglo XV, cuando se pintó la historia de la creación bíblica, la del nacimiento de Cristo y su interacción con las autoridades del Imperio Romano que vivían en Jerusalén. Hasta antes de la creación de la Capilla Brancacci de Florencia en la iglesia de Santa Carmine, todas las pinturas del ser humano existente eran de seres flotantes y el volumen de sus cuerpos se intentaba mediante el uso de diferentes gamas de colores y disminuyendo el tamaño de los objetos conforme se alejaban del primer plano.
Después de Tintoreto y de Tiziano aparecieron en España varios grandes pintores que generaron la evolución del Renacimiento hacia el Barroco, como Velázquez y Rubens, quiénes fueron los más importantes durante la transición monárquica de los Austrias a los Borbones – que aún siguen en el poder en condiciones desastrosas – más la culminación de toda la pintura española en el gran genio de Goya, quién siempre fue enemigo de todas las fórmulas políticas que no daban protección a las clases sociales inferiores.
Adenda: Podría decirse que para bien y para mal, el Museo del Prado expresa, sin grandes diferencias, la historia de la monarquía española desde antes de la Reconquista. La historia de un pueblo maravilloso que llegó a ser el amo de todo el mundo conocido durante el imperio de los primeros descendientes reales que emigraron del imperio austriaco y que ahora mismo están en la etapa de la decadencia de todas las monarquías de Europa y no han tenido capacidad de adaptar la forma de operar de su Estado a la nueva realidad de un mundo digital que está muy cerca de su colapso final.