No hay duda de que el nacimiento de la sociedad occidental hacia fines del siglo XVIII ha sido el fenómeno político, social y cultural más importante de la época moderna y ha generado al grupo social multiétnico más culto, más desarrollado y con mayor capacidad de empleo y de generación de riquezas en toda la historia de la civilización humana. Aunque los propósitos originales de este fenómeno social hayan sido muy distintos a los resultados obtenidos, no puede negarse que el mundo de los últimos doscientos años ha sido liderado en todos los aspectos, políticos, sociales, artísticos y mitológicos por Occidente.
Por fortuna, todas las cosas que existen en el mundo no son eternas y ahora mismo se presentan los síntomas profundos de una gran crisis en el mundo occidental, tanto en Europa como en América, ya que se han combinado, por una parte el enorme desarrollo científico, tecnológico y de los medios de comunicación masiva con la caída de la producción industrial, la robótica y el derrumbe de una clase media que había sido la base de su éxito material, más el empoderamiento de una pequeña élite multimillonaria para quienes todos los avances del mundo actual han sido producto de sus inteligentes y audaces manipulaciones, por lo que no tienen la menor duda de que ellos son los verdaderos dueños de todo el mundo.
Quizá el efecto más grave de este crecimiento desmesurado de Occidente haya sido el proceso de colonización iniciado por los españoles y seguido por los ingleses que permitió a los países más poderosos apropiarse de grandes y lejanos territorios, de las materias primas fundamentales y de las commodities de las naciones más pobres y débiles del mundo, ocasionando un proceso de pauperización acelerada en los pobladores de dichas naciones que ahora son una especie de carga muy difícil de sostener, de la que las grandes potencias de Occidente no se sienten culpables, sino que por el contrario, desde el principio han estado construyendo un orden mundial institucional que les autorice realizar dichos saqueos, las invasiones territoriales planificadas con el apoyo de sus ejércitos, de mercenarios a su servicio y de organismos privados financiados por el Estado que proporcionan todos los servicios sociales, de salud, de vivienda, de alimentación y de diversión a los militares que ocupan las cerca de 800 bases que los Estados Unidos tienen en el mundo. Todo esto se ha elaborado mediante acuerdos aceptados por los demás países dominantes con quienes han formado consejos trasnacionales que cuando mucho los presionan para que otorguen insignificantes migajas de sus riquezas a dichas naciones pobres para que no todos sus pobladores mueran de hambre.
Para potencializar el nivel de la crisis en Occidente han surgido otros factores inesperados, como el crecimiento de las ideologías de ultraderecha en varias naciones del mundo que impulsan hacia una nueva purificación racial como la acontecida a principios del siglo XX con Hitler y Mussolini; el fenómeno político, étnico y social de la derecha alternativa (alt-right) que logró el triunfo electoral de Trump en los Estados Unidos y va acompañada de una serie de enigmas indescifrables como la xenofobia, la variedad de géneros sexuales y los ataques a las religiones más radicales como la del Islam; además del surgimiento de nuevas grandes potencias internacionales como China, la India y Rusia; las nuevas rutas comerciales de China a través de Asia y de Africa hacia Europa; el caos comercial que ha originado el TPP (Tratado Trans Pacífico) en los países con litorales en ese Océano; los enormes procesos migratorios causados por la invasión de los territorios agrícolas de Africa por empresas trasnacionales que cultivan productos transgénicos para elaborar energéticos alternativos a los hidrocarburos; el desarrollo brutal de las energías no contaminantes y el colapso de los acuerdos internacionales para lograr el control de los cambios climáticos. Tanto los generados por las variaciones en la ruta galáctica del sistema solar como los producidos por la fusión de los hielos polares y las fuertes alteraciones de las capas tectónicas.
Si a todo esto se añade la presencia de un psicópata narcisista quién es el personaje central de un ‘reality show’ estadounidense y el líder máximo de la nación más rica del planeta Tierra, no hay duda de que el mundo entero vivirá una crisis creciente en el corto plazo que podría significar la etapa final del liderazgo mundial de Occidente y una especie de nuevo Renacimiento con un orden mundial multifacético que logre morigerar la precariedad y la demografía de las naciones más débiles, establezca una prohibición total de los eventos bélicos trasnacionales, elabore un nuevo orden financiero y monetario global que intente paliar la precariedad y la demografía de las naciones pobres desarrollando una regulación del comercio y de la economía mundial que permita vivir en paz a la sociedad humana del nuevo mundo digital.
Adenda: Así como Pipino el Breve, padre de Carlomagno, logró fundar el Estado feudal de Occidente en el medioevo mediante una inteligente fusión entre los señores feudales que proporcionaron los territorios y los altos dirigentes de la Iglesia cristiana que aportaron a la clase trabajadora, el modelo de Estado funcionó con éxito durante varios siglos, hasta que surgió el Renacimiento. Mientras que la nueva sociedad de Occidente está inspirada en la creación de un nuevo modelo de Estado basado en leyes y reglamentos laicos que en cierta forma fueron un sustituto de las inoperantes fórmulas de la decadente monarquía francesa del siglo XVIII.