A partir de que se inició la etapa conocida como la modernidad histórica, todas las sociedades vivientes han requerido mantener un nivel de producción creciente o por lo menos constante, además de conservar a sus correspondientes fuerzas productivas para poder subsistir y perdurar. Esa compleja función la realiza el Estado en diversas formas. Por una parte ejerciendo el monopolio legítimo de la violencia y por otra mediante el uso de sus aparatos ideológicos en los que la violencia sólo es simbólica. El aparato más importante es el de la Educación ya sea pública o privada y en segundo lugar está ‘La Familia’, mientras que La Moda es la última de las instancias ocultas que forman parte de los aparatos ideológicos del Estado.
En realidad, la ideología no es un conjunto de ideas que expresan la concepción del mundo de un conjunto de individuos que viven dentro de una sociedad, sino una estructura invisible en cuya condición de ser una fuerza oculta radica su eficacia. De modo que la ideología dominante nunca se exhibe como tal, sino que se presenta como la expresión pragmática de un mandato universal, indiscutible y sagrado. O sea que la ideología es el sistema de representación del mundo que utilizan las clases dominantes para legitimizar su hegemonía y su control.
El principal objetivo de los profesionales de la ideología es apropiarse de la imaginación de los ciudadanos operando sobre su imagen del mundo y su percepción de la realidad mediante imágenes visuales expresadas a través de los medios de comunicación masiva. Mientras que la Moda se inscribe en el campo de la cultura haciendo visibles las diferencias entre las clases sociales y logrando que el individuo que porta una determinada indumentaria se sienta un sujeto concreto, único e irremplazable, aunque en la realidad no deje ser uno más de la manada o grupo social con el que se identifica.
De la misma forma que la Tecnología, la Moda trasciende el ámbito individual de la persona y se convierte en una especie de mito que impone un estereotipo de vestimenta, accesorios, maquillajes, lenguajes y modales. Por lo que se convierte en una estructura abstracta e invisible de la dominación y del control social que ha contribuido a la duración del actual imperio moderno del capitalismo en su etapa bélica-financiera-masmediática.
El aparentemente frívolo y conocido acto en el que cuando van a salir de sus casas, tanto los hombres como las mujeres se preguntan ¿Qué me pongo? deviene en un hecho social y político de gran trascendencia. Ya que cuando se acatan los mandatos de la moda, los consumidores, del sexo que sean, solo impulsan el nivel de producción vigente en su sociedad mediante una acción en la que solo intentan acatar los modelos de vestuario y de costumbres de los demás miembros de la sociedad en la que viven, pero jamás perciben que la elección de un vestuario específico es la más pura expresión del control y el dominio que ejerce la élite poderosa de su sociedad.
Desde este análisis filosófico, es muy probable que se considere a la Moda en algo de gran importancia para el ser humano, por lo que no debiera dejarse en manos de los modistas, ya que en realidad se trata de una expresión ideológica que excede por completo el ámbito de la vida doméstica y es una expresión visible para todos que expresa los verdaderos problemas de una sociedad en transición.
Al grado de que podría decirse que detrás de la popular pregunta de ¿Qué me pongo? existe un planteamiento metafísico en el que el ser humano quiere saber a fondo quién es él y cuál es su origen.
Adenda: En un momento histórico en el que se va acelerando el cambio de la moda con una rapidez que nunca antes se había visto, es importante que la sociedad humana de la actualidad empiece a buscar nuevos paradigmas y se dé cuenta que en un período de tiempo muy corto, todas las cosas materiales que inspiraron su vida y sus acciones ya no tendrán importancia, por lo que hay que buscar los nuevos valores de una nueva sociedad donde el consumo y la ostentación dejarán de ser los principales intereses del ser humano.