Las Guerras de 2019 (I)

A medida que los Estados Unidos van en picada, el orden mundial sufre muchas convulsiones. Cada día hay más dirigentes políticos que sienten la tentación de poner a prueba sus límites actuales, se disputan el poder y tratan de aumentar su influencia entremetiéndose en conflictos de otros Estados. Las instituciones de la ONU están paralizadas y la responsabilidad colectiva, como la Corte Penal Internacional son ignoradas y despreciadas.

El uso de armas químicas por parte de Irak en los 80, las matanzas de Ruanda, Bosnia y Somalia en los 90, la brutal caída de Sri Lanka en 2009 y las de Libia y Sudán del Sur fueron en una época de dominio estadounidense y de un Occidente que era coherente.

El orden mundial liberal basado en ciertas reglas internacionales no impidió que los mismos rusos que las establecieron las saltaran cuando quisieron. Ya que la erosión de la influencia occidental se ve muy distinta desde Moscú, Pekín y el sur del planeta que desde Bruselas, Londres y Washington.

De todos modos, durante años el poder de Estados Unidos y sus alianzas fueron los que determinaron los asuntos internacionales, fijaron los límites y estructuraron los órdenes regionales. Ahora mismo, con el declive de Occidente que acelera Trump hacia sus aliados tradicionales, los problemas del Brexit y los nacionalismos, los líderes de todo el mundo están tanteando hasta donde se pueden imponer sus ideas personales.

Trump es el ejemplo más visible de este fenómeno, pero no el único, ya que el viento actual sopla a favor de los gobernantes autoritarios. Se están dando cuenta de que los mecanismos de contención entre los países del mundo actual se están cayendo y ello alimenta a menudo actos de violencia y las crisis. Como la expulsión de 700,000 Rohingyas de Mynamar, la guerra económica del gobierno de Venezuela contra su propio pueblo y el silenciamiento de la disidencia en Turquía, Egipto y otros países son unos cuantos ejemplos. Todos ellos motivados porque los gobernantes actuales tienen diferentes visiones al mundo.

También estos líderes ponen a prueba las normas allende sus fronteras, como el caso de Rusia que después de anexarse partes de Georgia y Crimea, además de fomentar la violencia en Ucrania se ha ido por el Mar de Azov a envenenar a los disidentes en Reino Unido mediante la guerra cibernética. China, por su parte impide navegar en el Mar del Sur de China y ha detenido arbitrariamente a ciudadanos canadienses como sucedió con Michael Kovrig de International Group.

Mientras que Arabia Saudita traspasó los límites en la guerra de Yemen, el secuestro del primer ministro libanés y el asesinato del periodista disidente Khashoggi en su embajada de Estambul. A final de cuentas, todos estos eventos parten de la creencia generalizada de que infringir las normas internacionales en el presente no tiene consecuencias graves.

Adenda: A continuación haré un segundo análisis de este pronóstico bélico para los siguientes años de este siglo 21.