Al margen de todas las críticas que se hacen a la nueva sociedad de la globalización y los TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) de causar desigualdad, desarraigo, uniformidad cultural, alteración del espacio privado y aumento del desempleo sin bajar el volumen de la producción y manteniendo una alta oferta de bienes y de servicios en una sociedad cada día más pobre, no se puede dejar de pensar que la nueva sociedad con alto grado de comunicación de alta tecnología es una realidad viviente y se tienen que preparar a las nuevas generaciones con otras ideas educativas, con otros paradigmas sociales y con un pensamiento crítico progresista para que puedan adaptarse y alcanzar un nivel razonable de vida doméstica en el nuevo mundo digital.
La realidad del nuevo mundo digital es que el ser humano del presente ha modificado por completo sus formas de comunicación de acuerdo al internet, la moda y las tendencias que existan en la red. En el presente se utilizan abreviaturas, iconos y mensajes muy cortos. A la comunicación verbal se antepone el # hashtag, o sea el signo para etiquetar el tema. Parece burla, pero para las nuevas generaciones la última función del teléfono celular es la hacer llamadas telefónicas a otras personas. Lo más importante son sus aplicaciones tipo chat y las redes sociales. También la comunicación en persona ha disminuido, sin importar la geografía. Ya no se dice ‘te llamo’, sino ‘te mando un whatsapp’. Y para comunicarse por la red para poder verse en vivo se usa la expresión de ‘conectarse’.
En todas las situaciones mediáticas y en las reuniones sociales, los memes están a la orden del día y nadie se salva de aparecer en esa serie de imágenes memetizadas con la sociedad del presente. Ahora hay videos muy cortos en la red que se denominan ‘vines’. El alcance de los ’emoticones’ ha llegado a todas las condiciones raciales y el icono de mayor importancia y sinónimo de aceptación, admiración, gusto o socialización es el ‘like’. Un dedo levantado significa todo para los millennials y las otras nuevas generaciones, mientras que la popularidad se mide con la palabra ‘likes’
Cuando están ‘conectados’ en línea, la famosa doble palomita de ‘WhatsApps’ es utilizada para saber si leyeron el mensaje en las diversas redes. Anteriormente no se difundía el estado de ánimo de las personas en la red, pero hoy no solo se dialoga de forma planificada, sino hoy existen opciones e iconografías para decir como se siente la persona y comunicarlo a tus amigos.
A la posibilidad que ofrece la red para navegar ‘de texto en texto’ o ‘enlazar información’ se le denomina hipertexto. Cada ‘link’ es un texto potencial, una vía para mejorar o ampliar la información y en algunos pocos casos para aportar conocimiento.
La tecnología le ha quitado sentido humano a las emociones y a las relaciones entre las personas. Ha cambiado por completo la forma de comunicarse de los seres humanos, de socializar, de buscar empleo y de relacionarse en el medio donde vive o en el lugar donde trabaja. A la tecnología se le da un sentido individualista que ha ido cambiando con rapidez las relaciones del ser humano en la sociedad, ya sea para hacerlo más sociable o más aislado y solitario.
Mientras que la edad, la educación, el nivel de racionalidad y el género siguen siendo los factores que hacen cambiar mucho la particular manera de ser en las personas de hoy, la tecnología no ha cambiado nada la forma de ser de los humanos, solo ha facilitado su comunicación, pero no ha logrado modificar las fórmulas preponderantes de carácter negativo que lo han acompañado a través de la historia.
Adenda: Con la excepción de unos cuantos taumaturgos a través de la historia, como Buda, Confucio, Sócrates, Cristo y unos cuantos más, en el ser humano de todos los tiempos han predominado las conductas negativas, como la vanidad, la venganza, la violencia, la megalomanía y el narcisismo sobre las cualidades positivas como el amor, la generosidad, la solidaridad y el sentido de la libertad. Estas conductas positivas solo han existido en las mentes hipócritas de los aristócratas que las inventaron para agradar al Rey de Francia en el apogeo de su Imperio en el siglo XVIII y en el cerebro de los mencionados taumaturgos cuya gran mayoría nunca logró que sus teorías y sus mitos se hicieran realidad.