Desde la destrucción del gran templo de Jerusalem en el año 70 dc, y los judíos perdieron su identidad nacional han habido muchos filósofos y pensadores que han buscado la definición del judaísmo. Algunos piensan que es una religión o una conciencia colectiva que surge de una historia, o si es una forma de vida o un modo particular de entender las relaciones con el cosmos y con la sociedad.

Esto se complica con la restauración del estado judío autónomo en Israel y el resurgimiento del elemento nacional. Es muy compleja la identidad del pueblo judío por una dinámica especial que lo singulariza. En forma muy particular en su parte ética que constituyó la base de la civilización judeo cristiana, donde se definen con claridad las pautas que rigen el comportamiento del hombre frente a sus congéneres, con su medio y con su Dios.

Para los judíos no es un mérito personal el mantener una vida honesta y virtuosa, sino que se trata de cumplir con una ley formal de carácter obligatorio que además intenta crear una actitud ética en el ser humano. Según el sabio judío Maimónides (siglo XII), los principios morales habían sido otorgados a los miembros de su pueblo para beneficio de toda la humanidad y su práctica no podía ser personal.

Para los judíos, los principios éticos son el centro de su religión y juntos con la cultura nacional constituyen la esencia de la enseñanza judía. El judaísmo no exige al hombre que se aparte de la vida mundana y aprueba la existencia del hombre tal como es. No obstante, se elaboraron una serie de exigencias para que el deber que se les impone sea compatible con la realidad. Se exige amar a la humanidad, ser benevolente y ser humilde, mientras se lucha contra la impureza, el egoísmo y la irracionalidad en el hombre. De modo que la esencia de la ética judía se encuentra expresada en la Biblia que es el sustento ideológico del que se nutre el espíritu judío.

Según el sabio judío del siglo II Raví Akiva, el principio de ‘amarás a tu prójimo como a ti mismo’ significa que el hombre debe suprimir sus propios deseos y brindar ayuda hasta sus propios enemigos. De esta premisa se deriva el precepto universal de ‘no hagas a otros lo que no quieras para ti’. La idea de abstenerse del mal es básica para evitar el odio sin fundamento que destruye la vida en sociedad y de ahí se derivan diversos mandatos para normar las relaciones entre los hombres:

1º. La prohibición de avergonzar a cualquier persona, ya sea por medio de palabras o de acciones en privado o en público porque el que humilla a otro es como si hubiese derramado sangre. También se condena la calumnia y la difusión de rumores.

2º. Se deben evitar el robo, la opresión y el cohecho. Quién persigue la riqueza puede recurrir a fuentes prohibidas por la honestidad y hace a menudo transacciones vergonzosas para su conciencia. El orgullo y la ambición van en menoscabo de la justicia y la razón.

3º. Todo hombre debe ayudar a los pobres, alimentar a los hambrientos y defender a las viudas y huérfanos. Además de mostrar piedad siempre.

4º. Se reprueba la pereza, ya que conduce al vicio. ‘Por medio de la ocupación, sea en el estudio o en los negocios del mundo se olvida el pasado.’ (Pirké Avat 4:28).

5°. Todo ser humano debe ganar su sustento con un trabajo honesto, estable, activo y moral “feliz aquel que se alimenta con la obra de sus manos” dice el Salmo 128.

6°. La envidia, la codicia y la sed de honores abrevia la vida del hombre (Pirké Avat 4:28).

7º. No te vengarás ni guardarás rencor (Levítico 19:18). El saber otorgar perdón es uno de los elementos del amor que encamina al hombre a frenar sus impulsos y a vencer pasiones que surgen como respuesta a la conducta hostil de otros individuos. Los grandes sabios rabínicos alaban a aquel que es insultado y no insulta, sino que escucha y no responde.

La ‘ley del Talión’ de origen hebreo ha sido tergiversada por los enemigos de los judíos ya que su sanción no es física, sino espiritual. Decía Dastasi ben Judah que aquel que dañase a otros, debería, sin excepción pagar con una acción por medio de una compensación económica previamente establecida, más no con una agresión física.

El concepto del perdón y del amor hacia los semejantes es parte fundamental del aparato moral judío. Por eso es que en la noche de Yom Kipur (Día del Perdón) los fieles se ponen de pie en la sinagoga y claman ‘Señor, pido perdón por todas las ofensas que pude haber cometido contra cualquiera de mis semejantes, en hechos o palabras.’

Adenda: A pesar que la religión cristiana se derivó del judaísmo, hasta la fecha, la iglesia cristiana sigue siendo su mayor enemigo.