El reiterado diferimiento de las soluciones reales a la gran crisis financiera iniciada desde el 2007 ha ocasionado – en apariencia – una división profunda entre los dos bandos políticos existentes en los Estados Unidos. Entre quienes pretenden recortar los gastos sociales del Estado, de forma preferencial entre los que desarrollan labores en los niveles operativos inferiores y quiénes piensan otorgarles más prestaciones con el fin de tener un control de ellos y aumentar su poder político en la Cámara de Representantes, en el Poder Judicial y sobre todo lograr el control de la Casa Blanca y del Pentágono.
Todos los medios de comunicación norteamericanos coinciden en el probable cierre en sólo unos días más de gran parte de las operaciones burocráticas en la ciudad de Washington. Se calcula que sólo en la capital federativa se podrían quedar sin trabajo alrededor de 800 mil burócratas, sobre todo quienes laboran en las instalaciones de los servicios públicos de parques, zoológicos, paseos públicos, museos y áreas ecológicas, de juegos y de entretenimiento para el público en general. Pero esto repercutirá en muchas otras áreas de servicios públicos, como la del transporte, la limpieza y la seguridad de la ciudad capital de los Estados Unidos.
Aun cuando es casi imposible que los representantes republicanos lleguen a cambiar los términos de su oposición total a la Ley de Salud Pública conocida como ‘Obamacare’, también es pública la decisión irrevocable de Obama de alcanzar el servicio de salud gratuito para la clase media de bajos ingresos que significaría la conservación de su liderazgo y la garantía de que los demócratas continuarán teniendo el control político del País durante los próximos años. Esta situación conduce a una situación de lucha política interna muy aguda, sin precedentes en la historia moderna de los Estados Unidos desde la época de los Kennedy a principios de los años sesenta.
Al mismo tiempo ocurre otro grave problema interno derivado de la defenestración del general James ‘Hass’ Cartwright, quién era el primer vicepresidente de los jefes nominales del Departamento de Seguridad Nacional y el favorito de Obama entre todos los altos funcionarios militares. Según fuentes de la Foreign Policy (FP), Cartwright quedó al margen de los grandes secretos del Departamento de Seguridad Nacional (NSD) desde principios de este año al estar bajo investigación del Departamento de Justicia por participar en posibles fugas de información acerca del virus de la computadora Stugnet.
El General Cartwright disfrutaba del privilegio de tener muy fácil acceso a la Casa Blanca y era el número 2 de la junta de oficiales ‘senior’ en el Pentágono del 2007 al 2011, influyendo mucho en todas las decisiones con las tropas destacadas en Afganistán y en los demás países del Medio Oriente, con cuya manipulación alcanzó mucha reputación en la Casa Blanca. Su poder cayó de pronto, cuando se le relacionó con las fugas de información de alta secrecía del arma cibernética conocida como Stuxnet que fue creada por los Estados Unidos e Israel para atacar las instalaciones nucleares de Irán.
Según reportes difundidos por The New York Times, esa información secreta pasó a La Casa Blanca, además de otra operación cibernética conocida como ‘Olimpic Games’ que incluía a la Stuxnet y a otras armas cibernéticas muy sofisticadas creadas para destruir el proyecto nuclear de Irán. Por estas razones se acusa a la administración de Obama de haber autorizado las fugas de información para aumentar sus bonos en materia de seguridad nacional, ya que denunció las fugas y de inmediato desató la investigación sin consultar al Pentágono.
Apenas en el pasado mes de junio, la NBC reportó que Cartwright había sido señalado por el Departamento de Investigación de Justicia por difundir secretos del Pentágono y Greg Craig, el primer cónsul defensor de la Casa Blanca bajo el mandato de Obama y ahora abogado oficial de Cartwright declaró en público que la acusación era ridícula, añadiendo que Cartwright era un héroe nacional con cuatro décadas de servicio a su país. Pero el general Cartwright hasta ahora ha permanecido callado y casi fuera del Pentágono.
La dimensión real de esta gravísima crisis política es muy difícil de evaluar y menos aún de poder pronosticar su futuro inmediato y de mediano plazo. Se trata, sin duda, de un problema interno en el que han incurrido todos los grandes imperios de la Historia en su etapa de decadencia, pero en este caso particular del imperio vecino de México puede traducirse en un período que destruya el futuro inmediato de la nación mexicana, ya que si el imperio que lo domina por completo no tiene clara su estrategia política y económica en este momento histórico, mucho menos la tendrá su colonia más cercana y más influida por sus políticas internas y externas.
Como podrá deducirse, estos problemas del Imperio norteamericano no sólo están cambiando el futuro de México y de sus colonias más cercanas, sino que están influyendo en una nueva configuración de la geopolítica mundial, en una nueva concepción del mundo, en la formulación de nuevas ideologías, conceptos y paradigmas de una sociedad mundial totalmente diferente a la actual, donde los valores materiales serán debordados por una nueva conciencia moral, libre de toda clase de mitos, políticos, religiosos y sociales. Un mundo diferente, donde la palabra oral y escrita, las imágenes y la crónica de la historia ya no tienen ninguna influencia en la vida del nuevo ser digital.
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