Existe en el presente un complejo fenómeno social y político de dimensión global que vaticina un futuro inmediato lleno de enigmas y de contradicciones. Por una parte la demografía del Planeta se ha concentrado en el Continente Asiático y en las naciones de mayor pobreza de los otros Continentes. El sistema económico, el comercio y las finanzas han cambiado de rumbo y se percibe que una nueva clase social alta se va apoderando del poder político y de las riquezas globales en detrimento de los megamillonarios del Foro de Davos que tuvieron ese control por poco más de un siglo y sin acusar ninguna preocupación por el creciente sector de desposeídos y de seres humanos viviendo en condiciones de pobreza extrema.
Los elementos más visibles de esta nueva etapa de la Humanidad son la desaparición paulatina de la producción industrial, el caos existente en el sistema financiero y monetario del presente, la falta de un organismo de dimensión global que pueda controlar las relaciones diplomáticas y de un orden internacional que logre hacer disminuir las tensiones existentes en el presente y conduzca al mundo a una convivencia pacífica. Mientras que por todas las regiones del mundo aparecen dos fenómenos muy peligrosos: el complejo proceso migratorio hacia Europa acompañado por la guerra de Siria, el conflicto de Turquía y el estado islàmico terrorista (ISIS). Existen además infinidad de sitios donde se puede generar un conflicto bélico de dimensión internacional y sin control alguno. Desde la región del Medio Oriente, Ucrania, Pakistán, Afganistán, la zona marítima del Pacífico Sur, cualquier región de Africa y múltiples regiones de Latinoamérica y del Caribe.
Pero los dos hechos más preocupantes de todos son la elección de un nuevo Presidente en los Estados Unidos que carece de la más mínima experiencia política, es un psicópata cuya única visión del mundo es la de exhibir su poder y su estulticia a través de la difusión sistemática de la mentira y de las ‘postverdades’ en los ‘shows’ televisivos. Además, la de considerar que el mundo seguirá siendo controlado por los Estados Unidos gracias a la formación de un Gabinete que contiene a algunos multimillonarios, a viejos ‘halcones’ del sistema militar y a los personajes más fascistas y reaccionarios que existen en la clase alta estadounidense, siempre y cuando sean de origen anglosajón.
El segundo hecho de gran importancia ha sido que el presidente electo, Donald Trump haya basado su triunfo electoral en el apoyo externo de Rusia a través del hackeo en redes sociales y en la declaración estúpida e innecesaria de que China era su principal enemigo. Cuando todo mundo sabe que desde hace apenas 40 años esta gran nación está creciendo a un ritmo que jamás había existido en la Historia y ha logrado desarrollar una enorme clase media de más de 500 millones de personas que triplica a toda la clase media sumada de Norteamérica y Europa. Por lo que dentro de pocos años será el indiscutible líder de todo el mundo.
A este panorama caótico se añade el gravísimo problema del cambio climático, con la decisión – ya tomada – del Gabinete de Trump de desdeñar la información de los expertos nacionales e internacionales en esa materia, continuar con el fracking hasta alcanzar una autonomía energética total y la aún peor idea de impulsar las energías procedentes de fósiles y de minas de carbón que podrían ocasionar un final apocalíptico de todo el mundo en apenas unos cuantos años mas.
Adenda: A pesar de que la mayoría de los pronósticos de las grandes empresas y agencias dedicadas profesionalmente al estudio de la economía, las finanzas, las operaciones bursátiles, la generación de riquezas y el desarrollo de las nuevas tecnologías ven con optimismo los primeros meses de la actuación de Trump, combinada con la de Merkel y la de Japón, lo cierto es que la mayor parte del dinero circulante en todo el mundo va formando parte de la economía criminal o de los paraísos fiscales que ocultan las grandes riquezas ya sean bien o mal habidas.
Y hasta nuevo aviso, el mundo entero seguirá siendo administrado por quienes son propietarios de las mayores riquezas, tal como siempre ha sucedido en la historia de la civilización humana a partir del período neolítico. A no ser que China o la India inventen un nuevo sistema.