Hacia un fiscalismo gradual

Según los minuciosos estudios económicos realizados por Thomas Piketty en su extraordinario libro titulado ‘El Capital en el siglo XXI’, el promedio de los PIB’s en el mundo actual son muy bajos y han propiciado un aumento desmesurado de la desigualdad en todo el mundo. En Europa se ha generado una paradoja difícil de entender, ya que existe una riqueza privada muy alta, a pesar de que existe una deuda pública muy elevada. En países como Francia, Reino Unido, España e Italia, la riqueza neta del sector privado equivale a cinco o seis años de renta del PIB nacional.

Esta situación no se presentaba desde 1910, pero es bueno tener más riqueza que deuda, aun cuando los gobiernos estén empobrecidos y también muchos de los ciudadanos. Según Piketty, esto significa que lo fundamentos económicos de Europa en el presente son mejores de lo que parecen y el verdadero fondo del problema no radica en la enorme deuda de los Estados, sino en el tipo de instituciones financieras, económicas y políticas que no están actualizadas con lo que está sucediendo en el mundo desde que se inició el siglo XXI. Ya que una moneda única, sin una política fiscal generalizada, ni un presupuesto común en la zona europea es un sistema inoperante, pero no hay duda de que se puede cambiar sin muchos problemas.

Aunque en el siglo pasado se generó la Gran Depresión y luego la Segunda Guerra Mundial, actualmente ya existe una gran clase media que posee gran parte de la riqueza global. El meollo del asunto – dice Piketty – es como aumentar la clase media para lograr una mejor redistribución de la riqueza y que no se aumente la desigualdad si llegase a disminuir la población de la clase media en el mundo.

Este mismo problema se planteará en las economías de las naciones emergentes en un futuro muy cercano, aunque ahora tienen otro tipo de problemas diferentes a los de Europa. A final de cuentas, el principal impacto del aumento de la desigualdad tiene que ver con la relación entre el rendimiento del capital y la tasa de crecimiento de las economías nacionales.

A largo plazo, el ritmo de crecimiento de la población y el de la riqueza va a ir aumentando en todo el mundo, en particular para las grandes carteras de inversión que van a ser mucho mayores a los crecimientos del PIB. Eso ya sucede ahora en China y con los demás países emergentes, donde la riqueza de los ricos ha crecido dos o tres veces más que el PIB global durante el transcurso de las tres últimas décadas.

Una de las lecciones más importantes derivadas del libro de Piketty es que existen varias posibilidades en el futuro de la sociedad humana, de acuerdo al tipo de políticas e instituciones que lleguen a establecerse en las diferentes naciones. Solo hay una conclusión fundamental, en el sentido de que no existe una determinismo económico que nos lleve inexorablemente en una dirección específica, como fue establecida erróneamente por Marx desde mediados del siglo 19.

Dice Piketty que la forma más racional y ética de mejorar el futuro en el mundo es tratando de establecer una fiscalidad progresiva sobre las rentas y sobre la riqueza neta de los individuos. Así se redistribuirían mejor las ganancias de la globalización y lo ideal sería crear instituciones a nivel global o con un alto nivel de coordinación entre los diferentes países.

Cada país podría modificar su sistema fiscal para tener una mayor movilidad de las rentas y de la riqueza. Un ejemplo que sugiere Piketty sería el de eliminar el impuesto proporcional a los patrimonios e introducir un impuesto progresivo sobre la riqueza neta para ayudar a quienes desean adquirir una propiedad inmobiliaria y aumentarlo para quienes ya poseen muchos millones de activos.

Según Piketty se tienen que replantear las instituciones fiscales y las políticas económicas de los países para poder regular al capitalismo actual y establecer una distribución moderna de las rentas y de la riqueza. Señala que por eso fracasó la ‘tercera vía’ de Tony Blair en los 90′s, ya que la idea fundamental de la progresividad fiscal es la de favorecer el funcionamiento del mercado y no la de imponer barreras comerciales o controles de capital.

Con un alto nivel de racionalidad y de modestia, Piketty expresa que no pretende llegar a una conclusión política o ideológica en su libro, sino proporcionar las herramientas para que cada País y cada persona adopte su propia posición, ya que la economía no es materia de expertos, sino es algo que concierne a todos.

Adenda.- Desde una visión histórica mucho más extensa de los dos siglos que documentó Piketty, con diferentes prácticas, las familias más ricas han logrado mantener su distancia de los más pobres a lo largo de la historia, ya fuera por designio divino, mediante el sistema de esclavos, la fórmula feudal, o la creación de la clase trabajadora en el siglo 19. Solo a Piketty se le ha ocurrido un procedimiento racional, moral y pacífico.

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