¿Ha vuelto el Fascismo a Occidente?

 

Casi un siglo después del auge del fascismo en Occidente se vuelve a hablar ahora mismo de ese controvertido fenómeno social, mientras que miles de pequeños partidos políticos de extrema derecha están logrando controlar un alto porcentaje de asientos en los parlamentos europeos y en los Estados Unidos se empieza a plantear si las ideas de Trump pueden ser consideradas como fascistas.

En realidad no existe una definición clara del fascismo, por la que escojo la breve definición de Roger Griffin de que ‘El fascismo es un género de ideología política cuyo núcleo mitológico se basa en sus diferentes interpretaciones de un renacido populismo ultranacionalista’. Donde el término clave de la definición es la palabra ‘género’, por lo que los grados de diversidades, forma y éxito, más la carencia de una base teórica comparable a la del socialismo hace que sea más simple hablar de un conjunto de ideas políticas empíricas que propiamente de una ideología.

Es muy difícil explicar este fenómeno social del siglo XX, aunque existen algunas líneas comunes como el rechazo al modelo democrático a causa de su antiliberalismo radical, a su visceral anticomunismo, a la exaltación de las virtudes militares juveniles y varoniles de la identidad nacional, a la apología de la simbología nacionalista sobre un discurso populista y ligeramente subversivo, al uso de la violencia callejera para lograr su ascenso político y sobre todo el uso de narrativas propias del siglo XX que no se pueden explicar fuera del marco de la sociedad de masas. Ya que el fascismo tuvo un carácter político antes que teórico y la Europa entre las dos grandes guerras no fue un movimiento ideológico claro como el liberalismo y como el marxismo.

Como se sabe, el fascismo se dio ante todo en Italia, donde un pequeño partido político fundado por un antiguo periodista socialista se auto eligió desde su minoría electoral como el único líder posible de Italia que era ajeno a los horrores revolucionarios. Y una vez obtenido el poder gubernamental, Mussolini destruyó el modelo político liberal que imperaba en Italia hasta la 1ª Guerra e instauró una dictadura que se mantuvo hasta su cruenta caída en 1945.

Muchos historiadores consideran a la Alemania de Hitler dentro del mismo fenómeno social de Italia y consideran a ambos países como los dos regímenes fascistas por excelencia, aunque algunos tratan de diferenciarlos por el carácter excepcional del nazismo y el antisemitismo. No obstante, Hitler siempre afirmó haberse inspirado en Mussolini e igual que él partió de una minoría política para hacerse del control del gobierno de la República de Weimar, primero por la vía constitucional y después con el golpe de Estado lleno de horrores que terminó con su propia muerte en 1945.

En el resto de Europa hay historiadores que incluyen dentro del fascismo a la primera etapa de la dictadura franquista e inclusive al régimen de Horthy en Hungría y al de Doefuss en Austria. Parece ser que los movimientos revolucionarios y paramilitares surgidos como respuesta a la crisis económica y al comunismo en esa época solo prolongaban el poder autoritario histórico de la clase dirigente tradicional y ultraconservadora.

El fascismo en Italia fue el primero que surgió, aunque paradójicamente había ganado y perdido al mismo tiempo la 1ª Guerra debido a que aun cuando estaba en el bando vencedor, su desempeño militar fue muy pobre, sin rumbo fijo, con su nacionalismo herido y sin un botín de guerra, por lo que Italia se sumergió en el marco liberal clásico. Pese a que el movimiento fascista paramilitar era ferozmente anticomunista y soportaba el orden social tradicional se presentó como una solución atractiva para las clases medias y como un instrumento político para los dirigentes.

Triunfó la ultraderecha extrema debido a que había un Estado caduco cuyos mecanismos de gobierno no funcionaban en forma adecuada, una masa de ciudadanos desencantados y descontentos que no sabían en quién confiar, una movilización socialista fuerte y un resentimiento nacionalista contra los tratados de paz 1918-1920. Por lo que las viejas élites de dirigentes se sentían tentados a recurrir a los radicales extremistas, tanto lo hicieron los liberales italianos con los fascistas de Mussolini entre 1920-22 y los conservadores alemanes con los nacional socialistas de Hitler en 1932-33.

A pesar de su triunfo inicial en Italia, el fascismo no vuelve a encontrar su ruta hasta la convulsión social y económica de 1929. Y también gracias a la violenta recesión alemana fue como Hitler pudo acceder al poder político por la vía parlamentaria y constitucional, para luego hacerlo por la vía autoritaria y al igual que Italia, el fascismo se valió del ultranacionalismo, de la movilización de las masas, de un contexto de inestabilidad, de la pérdida del brazo paramilitar y de la tácita aceptación de los dirigentes.

Por lo que tanto, en Italia como en Alemania, los aspectos revolucionarios y subversivos de los fascistas se anularon con rapidez, gracias al apoyo del poder tradicional y conservador. Pero una vez en el poder, tanto fascistas como nazis anularon toda clase de oposición e instalaron dictaduras totalitarias hasta su fin en 1945.

Adenda: Al igual que el fascismo de los años 30’s, en el presente el Frente Nacional de Francia y otros partidos populistas de extrema derecha en Europa se presentan como los salvadores frente a una patria y un proyecto europeo en plena decadencia a consecuencia de las élites tradicionales y sus votos provienen de los sectores más vulnerables. Asimismo, todos los partidos de extrema derecha se aprovechan de la ola de inmigración de las últimas dos décadas y del fracaso aparente de la Unión Europea.

En Dinamarca, Reino Unido, Finlandia y Austria se funde el nacionalismo y la xenofobia con la protección de los derechos de los ciudadanos nativos y con la reivindicación de la soberanía nacional frente al euro y a Bruselas. Es un discurso político populista dentro del marco democrático que ya está movilizando a toda Europa y parece ser una nueva versión del fascismo que surgió en Occidente hace casi un siglo.