EUA continuará en el ‘Negocio de la Guerra’

 

Después de diez años de iniciada la invasión de Iraq por los Estados Unidos, sin que existiera una sola prueba de poseer armas de destrucción masiva y sin contar con el apoyo de la comunidad internacional, se llevó a cabo la paulatina destrucción de la nación Iraquí y la apropiación de sus enormes reservas petroleras. No obstante, los Estados Unidos realizó una de sus múltiples guerras planificadas lejos de su territorio para continuar con su política de guerras estratégicas que le han proporcionado enormes ingresos sobre todo en los últimos tres decenios, desde que se colapsó el socialismo real en Europa y con ello la bipolaridad internacional de la Guerra Fría. Desde que el Pentágono quedó en manos de los empresarios de la guerra y los famosos halcones, el principal negocio de los Estados Unidos ya no fue la economía de productos y servicios, sino el desmesurado negocio de la Guerra.

Según los meticulosos cálculos de Iraq Body Count, la reconocida ONG pacifista, después de la invasión de Iraq hubo una cifra de civiles muertos que oscila entre 112,000 y 122,000, mientras que Financial Times concluye una investigación que señala un gasto de Washington en la guerra superior a los 138,000 millones de dólares, tan solo en los contratos de las grandes empresas de seguridad privada, logística y reconstrucción de Iraq. Reportando a la KBR (subsidiaria de la Hallyburton de Cheney) como el mayor promotor de la ilegal invasión que destruyó a Iraq.

De acuerdo a los análisis de Financial Times, la KBR se ha ganado algo más de 40,000 millones de dólares durante la ocupación y encabeza a las empresas bélicas que se enriquecieron con la guerra. A esta empresa de Cheney le siguen Agility y Kuwait Petroleum Corp con 7,400 y 6, 300 miles de millones de dólares. La lista de empresas bélicas ganadoras continúa con las grandes empresas especializadas en el negocio de los mercenarios, como es el caso de Dyncorp con 4,100 millones de dólares por entrenar a la nueva policía iraquí y Triple Canopy con 1800 millones, integrada por ex comandos especiales de Delta Force. Todo esto al margen de la infinidad de despilfarros, fraudes y crímenes de guerra difundidos por la Comisión Parlamentaria en el 2011.

Durante diez años, la reconocida ONG en defensa de los derechos humanos, Human Rights Watch (HRW) ha estado denunciado a la Casa Blanca y al Pentágono los crímenes cometidos por las tropas estadounidenses y británicas, sin que ninguno de sus Gobiernos hayan castigado a uno solo de los culpables. Ni siquiera cuando el General Rumsfeld envió a Iraq a sus torturadores profesionales de la base de Guantánamo, ni cuando en el 2005 la HRW envió un documento al Congreso estadounidense denunciando haber descubierto infinidad de cárceles secretas de la CIA tras el escándalo de la prisión de Abu Ghraif.

Con esta denuncia, el Congreso de los Estados Unidos aprobó la ‘Ley de Tratamiento del Detenido’ en ese mismo año del 2005, pero la Casa Blanca, con Bush de presidente y con Cheney de vicepresidente no hizo caso al Congreso y hacia finales del 2007, las fuerzas dirigidas por el Pentágono tenían poco más de 24,500 presos sin cargos ni procesos judiciales y en la mayoría de los casos sin ninguna prueba, quienes fueron entregados a las fuerzas iraquíes, a sabiendas de sus tradicionales prácticas de tortura.

En el año 2010, Wikileaks reveló, mediante la captura de cientos de cables secretos del Pentágono que aunque conocía esas prácticas macabras no intentó frenarlas, sino que continuó enviándoles prisioneros. Todavía en marzo del presente año del 2013, el Wall Street Journal informó que la CIA estaba incrementando su apoyo al Servicio Contraterrorista de Iraq (CTS) para llenar el vacío dejado por el ejército estadounidense en su lucha contra Al Qaeda, tras el supuesto asesinato de su líder Bin Laden.

Después de diez años de haber inventado al enemigo terrorista, la CIA vuelve a encabezar la lucha contra un nuevo terrorismo que solo ellos perciben y uno de los principales culpables de todos estos crímenes y latrocinios – el ex presidente Bush – sigue celebrando, solo hace unos días su enorme crueldad y su increíble cinismo.

Aunque la ejecución de bin Laden, socio de la familia Bush y supuesto líder terrorista de Al Qaeda hacía suponer que el negocio de la guerra había terminado para los Estados Unidos y se dedicarían a otro tipo de actividades menos salvajes, lo cierto ha sido que las ridículas y risibles amenazas del joven dictador de Corea del Norte de atacar a los Estados Unidos y a sus principales socios en el Pacífico Oriental le han dado nuevos argumentos a los empresarios de la Guerra para desplegar un avanzado sistema de defensa antimisiles en Asia e iniciar un nuevo tipo de Guerra donde se requerirán mucho menos operarios, pero se obtendrán enormes utilidades.

El sistema de baterías antimisiles conocido como Terminal High Altitude Air Defense (THAAD) ya se está instalando en Guam para proteger a su base militar en la isla de los misiles de corto y medio alcance de Corea del Norte. Aunque el Pentágono lo había planeado para el 2015, las amenazas de Corea del Norte y la necesidad de vigilar los movimientos comerciales y bélicos de China han obligado a tomar esta determinación inmediata al Departamento de Defensa.

El principal contratista del sistema THAAD es Lockheed Martin Corp y los funcionarios del Pentágono estiman que esta nueva tecnología podría convencer fácilmente a otras naciones aliadas a los Estados Unidos como Japón y Corea del Sur para adquirir esos mismos sistemas antimisiles, ya que las baterías de protección de Guam no alcanzará a Corea del Sur y a gran parte del territorio japonés.

Los Estados Unidos ya han instalado un enorme campo de aviación en Guam y han emplazado a un enorme contingente de marines que han convertido a esta isla en la base militar estadounidense más importante de Asia. Aunque este sistema se había planeado originalmente para el Medio Oriente, para la defensa de sus instalaciones petroleras de Irak y de toda la región saudita, el inesperado descubrimiento de la tecnología del ‘fracking’ para extraer petróleo de sus propias reservas y la oportuna amenaza de Corea del Norte justificó plenamente el cambio de estrategia defensiva hacia Guam, dejando al Medio Oriente en un segundo plano por ahora.

El sistema de baterías antimisiles denominado THAAD tiene un costo aproximado de 800 millones de dólares por batería y cada misil disponible un costo cercano al millón de dólares, pero puede prevenir daños potenciales de varios millones de dólares que lo vuelve muy rentable. Este nuevo sistema de defensa antimisiles llena un espacio que existía entre los antimisiles Patriot y el sistema marítimo denominado Aegis, ya que puede defender de todo tipo de misiles, aún de los que sean lanzados directamente contra sus baterías.

Todo esto concluye en el hecho indiscutible de que los Estados Unidos continuarán en el negocio de la guerra, aunque inaugurando una nueva versión que causará menos muertos y mayores utilidades.

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