Al buscar una síntesis clara de la crisis global actual, quizá los dos acontecimientos más notables serían la teatral deserción de los Estados Unidos el día de ayer junio 1° del último acuerdo sobre el cambio climático en París realizado el pasado mes de diciembre y la total disfuncionalidad de la OEA, durante su última reunión en Bruselas para tratar de resolver el conflicto político de Venezuela que indican el final definitivo del orden mundial actual.
Al mismo tiempo subsiste el terrible problema originado hace ya varios años en el Medio Oriente, cuya ruta va por el norte de Africa desde Marruecos hasta la autocracia de Arabia Saudita y las dictaduras de sultanes que la rodean en sus litorales, para llegar a Afganistán y a Pakistán, originando una crisis territorial de gran envergadura, a la que se añaden la eterna guerra entre judíos, iraníes y palestinos, así como la creación de un estado terrorista anárquico en toda esa región que amenaza con un proceso bélico y migratorio a toda Europa, y a la mitad de Asia.
Por si todo eso no fuese suficiente para acabar con el tambaleante orden mundial actual, se añade la provocativa actitud de los Estados Unidos que en este año duplicó su presupuesto bélico sin ninguna justificación y multiplicó su presencia militar en todas las regiones del mundo según datos proporcionados hace unos días por William Robinson, el insigne profesor de sociología de la Universidad del Sur de California en Santa Barbara, regresando a sus ideas del pasado siglo de ser los amos del mundo a base del poder bélico y pensando que ellos seguirán siendo la policía y los dueños de la ley y la justicia en todo el mundo.
Lo anterior se vuelve más complejo aún con la actitud especulativa de los rusos que data de los tiempos del zarismo, quiénes aún creen que es correcta su posición de suministrar armas, hidrocarburos y servicios bélicos a los países de esa región sin capacidad defensiva para subsistir, cuando ellos no tienen capacidad productiva para alimentar a su población, generar los ingresos suficientes para que pueda funcionar la burocracia de su Estado asociada a malvados y poderosos empresarios, ni pueden producir las commodities necesarias para hacer operar sus instalaciones industriales y bélicas que han sido durante casi un siglo su única fuente de ingresos. Y algo similar ocurre con Turquía, cuyo jefe de Estado está creando un sistema autárquico similar al de los rusos que le permita vivir financiado por los conflictos étnicos, bélicos y religiosos de esa región.
Pero no hay duda de que el hecho geopolítico más importante en todo el mundo occidental del presente es que todas las naciones de dicha región del mundo intentan volver a su pasado, como si tal cosa fuese posible. De modo que todos los países de Occidente quieren reconstruir un mundo que sin duda tuvo éxito durante casi doscientos años, pensando que no existe otra realidad que la del derecho y la justicia derivados de la racionalidad, de la libertad de pensar del individuo y de las canonjías y las herencias eternas que dio al ser humano la primera propiedad terrenal creada durante el período neolítico.
Hasta el ilustre pueblo francés, donde fue construido el primer estado democrático, representativo y autónomo no ha podido salir de esa utopía y ahora mismo que dicho modelo de estado cedió el paso a un joven sin ideología alguna, quién decidió invitar a todas las corrientes existentes, incluyendo a los más conservadores y a los radicales de izquierdas, no pudo, ni podrá crear un nuevo modelo de Estado democrático y autónomo, ya que convocó a viejos políticos y pensadores, sin comprender que en el nuevo mundo digital, como siempre ha sucedido en la evolución del mundo, quiénes deben tomar las riendas del gobierno son los jóvenes.
Es obvio que para los seres humanos creados dentro de los mitos del modelo de estado occidental, no existan otras formas de convivencia del ser humano más efectivas y más morales que las conocidas por ellos. Más no se han dado cuenta que todos sus conceptos fundamentales se fueron derrumbando conforme al desarrollo de las ciencias y las tecnologías, al grado de que las naciones que alcanzaron mayor éxito material en los últimos dos siglos, de forma instintiva fueron controlando su demografía y ahora mismo toda su comunidad apenas representa un 23% de la población mundial, si se incluye a la población de Latinoamérica y del Caribe.
Ahora mismo nadie recuerda que la violencia siempre ha sido la fórmula histórica de la sociedad humana para lograr su convivencia y tampoco nadie recuerda que todo el mundo pensaba que la tortura física y mental transferidas a poderes divinos forman parte, hasta el presente, del mecanismo que permite al hombre vivir en sociedad con otros seres humanos. Aunque parece ser que en el mundo digital existe un mayor control de las emociones y las relaciones entre los seres humanos se vuelven menos conflictivas al ir desapareciendo poco a poco las dolorosas relaciones entre los seres humanos que ha generado el largo período de la pareja heterosexual monogámica en las naciones de Occidente.
Adenda: No hay duda de que ahora mismo se inicia una nueva etapa de la humanidad, donde habrá nuevos paradigmas éticos, políticos y sociales que ya no estarán creados en Occidente, sino en la gran potencia China, cuyos mitos culturales, políticos y sociales difieren por completo de los de Occidente y solo conocemos las limitadas y prejuiciadas visiones que nos transmiten los medios de difusión de los Estados Unidos que aún controlan toda la información para Latinoamérica.