Si se concreta el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), las empresas mexicanas tendrán que ser más competitivas a nivel internacional. Estarán obligadas a competir con empresas internacionales de alta tecnología y con procesos logísticos muy avanzados. Aunque se abren nuevos mercados para las empresas competitivas, al mismo tiempo se intensifica la competencia contra países altamente productivos.
Aunque originalmente el TPP fue promovido por Japón y Australia, a últimas fechas el liderazgo de este movimiento político y económico fue tomado por los Estados Unidos en busca de intensificar el intercambio comercial entre 12 países donde aparte de Estados Unidos, Japón y Australia figuran Nueva Zelanda, Malasia, Brunei, Singapur, Vietnam, Canadá, México, Perú y Chile. Cuyos representantes negocian en secreto los puntos básicos del pacto desde hace varios años.
Uno de los problemas fundamentales de este Acuerdo será la competencia con países altamente exportadores como Vietnam, Malasia y Singapur, por lo que deberán crearse mecanismos financieros por parte de la ‘banca de desarrollo’. También tendrán que aprender a generar economías de escala para producir más pero a bajo costo. Los expertos en comercio internacional creen que la oportunidad de negocios estará en atender la demanda de alimentos, bebidas especiales, materias primas específicas y tecnologías artesanales en países como México o de productos lácteos y derivados, el sector automotriz, el aeroespacial, de tecnología de la información, de nuevos medios digitales y de franquicias alimentarias de alimentos procesados en el caso de Canadá.
Pero las reglas del TPP aún no están definidas para los emprendedores y los gobiernos carecen de programas y de apoyos específicos. Según la Tech Ba de Montreal, este Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica afectará al 40% de la economía mundial y podría presentarse como un legado del presidente Barak Obama si llegara a ratificarse el próximo año por el Congreso Norteamericano y lo mismo afectará a los trabajadores mexicanos del sector automotriz, a los obreros chilenos, a los campesinos de Perú y a los de las granjas productoras de leche en Canadá.
Mientras México y Canadá atraviesan una gran crisis económica, los doce países mencionados negocian en silencio un nuevo y engañoso tratado de libre comercio que ya no se trata de una asociación entre distintas naciones, sino que es una política colonial de los Estados Unidos que trata de imponer en forma arbitraria a las naciones con litorales en el Pacífico. Ya que el TPP contiene reglas que lesionan los derechos de salud, educación, libertad de expresión y de acceso a la información.
Entre otras muchas otras cosas negativas, el TPP endurece el sistema de patentes farmacéuticas obstaculizando la producción de medicamentos genéricos, criminalizando a quiénes comparten contenidos en internet, aun cuando sean sin fines comerciales y permite que las empresas multinacionales demanden a los países miembros del TPP por cualquier conducta o legislación que ellos consideren contraria al Tratado.
En resumen, el TPP consagra la capacidad de los intereses privados para dictar los contenidos de las leyes nacionales, aunque se afecte a las poblaciones, constituyendo en esencia un principio antidemocrático. Por desgracia, lo poco que se sabe sobre el texto del tratado proviene de filtraciones publicadas por Wikileaks, pero se sigue desconociendo la mayoría de los contenidos. En particular las normas relativas al medio ambiente, al trabajo y a las empresas estatales.
Aunque en México se ha querido disfrazar el TPP como un tratado de libre comercio que traería beneficios al País, eso es falso y sus contenidos no implican una mayor apertura comercial que ya se produjo con el TLC y que marginó a la mayoría de los sectores vulnerables. Tanto Krugman como Stiglitz, los dos reconocidos ‘premios nobel’ en economía se han pronunciado en contra del acuerdo argumentando que es imposible que el TPP pueda aumentar el PIB de los países negociadores en más del 1%. Y en el caso particular de México consideran que se podrían perder cerca de 30,000 empleos.
Otro gravísimo problema que generaría el TPP sería el régimen de derechos de la propiedad intelectual donde se plantea que dichos derechos sean protegidos legalmente no solo durante la vida del autor, sino hasta 50 y 100 años después de su muerte. Lo que significaría que los creadores de música, libros y películas no solo disfrutarían de sus beneficios en vida, sino que ese beneficio se extendería a sus descendientes.
Por si fuera poco, el TPP obliga a regular empresas como You Tube, Facebook, Twiter o Word Press al establecer un régimen de responsabilidad especial en caso de que ‘se enteren’ de violaciones a derechos de autor y no retiren de inmediato los contenidos infractores. Por lo que las empresas comenzarán a censurar de más y a eliminar contenidos legales. De esta forma, al no existir un mecanismo regulador del Estado no habría ningún control o garantía de respeto a la libertad de expresión en internet.
Otro tema polémico del TPP es el endurecimiento de las patentes de medicamentos. Algunas organizaciones internacionales como Doctors Without Borders han dicho que el TPP está a punto de convertirse en el tratado más dañino en términos de acceso a medicinas en los países subdesarrollados, ya que beneficia, sin ocultarlo, los intereses de grandes farmacéuticas, mientras pone en riesgo la vida y la salud de millones de personas con bajos ingresos.
Con la aplicación del TPP sucederá que si se descubre un producto que afecta la salud de las personas no se sancionará a la empresa que lo produce, sino que estas demandarían a los gobiernos por las pérdidas en sus negocios. Por lo que es inexplicable que los gobiernos de países pobres como México y Perú fomenten el TPP y digan puras falsedades al respecto.
Adenda: Es comprensible que los Gobiernos de las naciones pobres, como México y Perú no hagan nada para evitar las injusticias de las grandes potencias, pero por lo menos deberían dejar de promover estas terribles maniobras a través de los discursos estúpidos y cobardes de los funcionarios públicos que fueron los encargados de difundir estos eventos de ocultamiento y de alta traición a la Patria.