A unos pocos meses de que se inicie el proceso electoral para elegir al próximo presidente de los Estados Unidos se presentan una serie de conflictos hacia el interior de sus principales partidos y una especie de colapso total en la actividad política ‘de facto’ en la vida política de los estadounidenses promedio, quiénes se están alejando del debate político de antaño para contemplar como sus políticos se muestran muy lejanos a las ideas y a los proyectos de un nuevo País para concretarse en la obtención de poder y de dinero para sí mismos y sus más cercanos allegados de una manera cada vez más voraz y descarada.
Hace unos días la sección editorial del New York Times presentó al público una investigación sobre los procesos electorales actuales que van rumbo a la elección del próximo Presidente de los Estados Unidos en el año próximo. Señalaba que en lo que va del actual proceso electoral presidencial más del 50% de los fondos utilizados en las campañas electorales provienen de 258 familias de multimillonarios que hasta el presente han contribuido con 176 millones de dólares, una cantidad sin precedente desde 1970.
Es obvio que dichas familias no forman parte del estadounidense promedio y sus fortunas provienen principalmente de las finanzas y del entretenimiento. En su mayor parte la riqueza ha sido heredada y existen muchos inmigrantes que no nacieron en los Estados Unidos. Aunque la mayoría de estas familias comparten sus ideas con los candidatos republicanos y están tratando de deshacer las barreras legislativas y reglamentarias que aún se aplican a las empresas desde el colapso financiero del 2008.
Muchos candidatos republicanos quieren que se anulen determinadas disposiciones de la Ley Dodd-Frank, creada tras la crisis del 2008 donde se establecieron las barreras legales para los ‘fondos de cobertura’ que poseen muchas de estas familias. Los principales analistas de la prensa norteamericana indican que esta tendencia es mayor en los republicanos que en los demócratas y que la mayoría de los estadounidenses están a favor de los impuestos a los ricos para que el Estado corrija las desigualdades sociales
Según el New York Times, a pesar de que la cantidad gastada en la promoción republicana parece ser muy importante, en los hechos es apenas una fracción insignificante de la riqueza de estas familias. Señala que el empresario financiero de Chicago Kenneth Griffin gastó 300 mil dólares en publicidad para los republicanos que son equivalentes a 21 dólares en el ingreso de un estadounidense de la clase media.
Desde otra visión, las próximas elecciones presidenciales tendrán lugar el 8 de noviembre del 2016. En dichas elecciones se determinarán a los electores del Colegio Electoral, el candidato presidencial que recibirá el apoyo de la mayoría de dicho cuerpo y asumirá la presidencia el 20 de enero del 2017. Además del presidente y el vicepresidente se elegirán 13 gobernadores y nuevos miembros para el Congreso.
El presidente y el vicepresidente son elegidos por el voto de 538 ciudadanos del Colegio Electoral. Esta cifra es igual a la suma de los 100 senadores + 438 congresistas + 3 delegados de Washington DC (que no tiene senadores, sino delegados) Cada estado contribuye con un bloque de estos delegados cuyo número es igual a la suma de sus representantes más sus senadores o delegados.
En las boletas para votar cada candidato a presidente lleva adjunto el nombre de su vicepresidente y el de su partido político. Pero esos votos no llegan por lo pronto al presidente, sino que eligen en bloque los compromisos de esa opción política que irán después al Colegio Electoral. Del total de 538 compromisarios, un candidato necesita por lo menos 270 para ser elegido: o sean 269, que es la mitad + 1.
Cuando un estadounidense vota por su presidente realmente está votando para indicar al elector de su estado por quién debe votar en el Colegio Electoral. Quien gane el voto popular en un estado conseguirá el respaldo de ‘los electores’ por lo que todos los votos estatales serán para ese candidato y para ese partido. Si ningún candidato obtuviese más de 270 votos, la Décimo Segunda Enmienda de la Constitución entra a regir y el Congreso decide quién será el nuevo Presidente.
Por lo general en los procesos electorales de los Estados Unidos, las empresas televisoras ya han anunciado al ganador al caer la tarde en California, sólo será hasta el primer lunes después del segundo miércoles de diciembre cuando se reúnan los miembros del Colegio Electoral en las capitales de sus respectivos estados y emitan sus votos.
Los críticos de este sistema electoral señalan el hecho de que aun perdiendo las elecciones populares un candidato puede alcanzar 270 votos y llegar a la presidencia. Un candidato puede perder en 39 estados de los 50 que existen en Estados Unidos, sin lograr un solo voto de los ciudadanos y aun así llegar a la presidencia. Ya que entre California, 55 votos, Tejas 38, Nueva York 29, Florida 29, Pensilvania 20, Illinois 20, Ohio 18, Michigan 16, Georgia 16, Nueva Jersey 14, Washington 12 y el Distrito de Columbia con 3 representantes se obtiene una suma de 270.
Adenda: No solo el proceso electoral democrático y federativo de los Estados Unidos adolece de graves defectos, sino que algo similar sucede con todos los procesos electorales de Occidente que están sustentados en la utopía de la democracia. Quizá por ello existe una notable declinación en el desarrollo de estas naciones, a las que se añaden los graves problemas migratorios ocasionados por las guerras en el norte de Africa y en el Medio Oriente. Además del control político y financiero que están tomando las grandes trasnacionales de Occidente.