El Origen del Arte (II)

El brillante filósofo y escritor Louis Cottreaux explica en una vieja crónica la aventura de cierto aristócrata parisino cuando paseaba tranquilamente por el muelle del Sena con sus amigos y de pronto empezó a gritar de dolor y corrió a tirarse al río, de donde lo sacaron con grandes dificultades. Cuando le preguntaron que le había pasado dijo: ‘Mi casa se está quemando y mi retrato se ha vuelto cenizas’.

Poco tiempo después sus amigos constataron la veracidad de lo que decía y conocieron con pavor la eficacia de las ciencias ocultas. El aristócrata también aprendió que la magia es reversible, ya que después de encargar su retrato mágico para que recibiera en su lugar los golpes que le llegasen. Entonces le sorprendió constatar que también puede ocurrir lo contrario y que había corrido el riesgo de quemarse él mismo en lugar de su imagen que era rebelde a las llamas. Al tirarse al agua detuvo la magia y restableció la norma con gran daño para la imagen pero consuelo del interesado.

El gran escritor inglés Oscar Wilde conocía tales procesos, por lo que en su libro titulado ‘El Retrato de Dorian Gray’ escribió lo siguiente:

‘El estudio irracional de las antiguas creencias probablemente nos conducirá a constatar nuestra grosera ignorancia sobre los problemas que conciernen a la vida y a la muerte.

La orgullosa creencia en nuestra supuesta civilización y en nuestra pseudo-ciencia, por desgracia, nos impide considerar el misterio de la creación, a partir de la simplicidad primaria, donde el instinto unido a la intuición reemplazan brillantemente nuestra rastrera razón razonadora. Ya que sólo aquel que penetra hasta la raíz conoce todos los secretos del árbol.’

Para finalizar, decía Armand Drouat que ‘el artista no ha de imitar a la naturaleza so pena de ser tonto o necio’.

Adenda: Por fortuna, el arte ha subsistido a varios millones de años de existencia del ser humano, aunque tiende a desaparecer para siempre con la situación caótica que vive nuestro sistema planetario en lo particular.