Trabajadores Unidos de América, el sindicato que representaba hace unas décadas a medio millón de trabajadores acepta ahora que el carbón no está regresando y cree que su objetivo debería ser ‘una verdadera transición energética que mejore las oportunidades para los mineros y sus comunidades’.
En 2016, Trump prometió que restauraría la grandeza del carbón reabriendo minas cerradas y le creyeron. Ahora el sindicato de mineros entiende que eso no es posible y lo que acabó con las minas fue un progreso tecnológico, primero con el gas natural y luego con la energía solar y eólica.
El documento del sindicato es un respaldo a la administración de Biden de hacer que el cambio climático sea una pieza central para el gasto en infraestructuras. El argumento económico de depender de un impuesto al carbono no es el punto crucial del desarrollo tecnológico, ya que las grandes emisiones parecen ser más fáciles de lograr ahora que hace una o dos décadas. Con una caída del 70% desde 2009 en el costo de la energía eólica y una del 89% en el costo de la energía solar.
Dicho progreso tecnológico fue en parte el resultado de las inversiones realizadas por Obama y esto sugiere que la inversión pública puede ser una forma de avanzar en la lucha contra el cambio climático.
La idea de crear un impuesto al carbono es muy ingenua, ya que solo el 14% de los republicanos acepta que el cambio climático sea un tema importante y con un impuesto a las familias no se resolverá nada.