Conviene dejar claro que el cambio climático ya está ocurriendo ahora mismo y no se puede evitar. Solo podemos reducir sus efectos y adaptarnos a sus consecuencias con medidas tanto pequeñas como a gran escala: la reducción de gases de efecto invernadero, la adaptación a sus impactos y la ingeniería climática.
También hay un gran potencial para reducir las emisiones de gases mediante la combinación de actividades como la conservación de la energía y el aumento de la eficiencia energética, el uso de energía baja en carbono, como la renovable, la nuclear y la captura y almacenamiento de carbono. Otra solución es buscar la ‘neutralidad del carbono’ que implica que el dióxido de carbono lanzado a la atmósfera sea compensado por la absorción de carbono por otros métodos prácticos como la plantación de bosques.
También se puede fijar un precio del carbono y traducirlo a impuestos. Se puede asignar un valor económico a las emisiones de gases de efecto invernadero, lo suficientemente alto como para fomentar que la inversión de gobiernos y empresas se redirija hacia modelos de producción menos contaminantes.
Conviene señalar que al ratificar el Protocolo de Kioto los países más desarrollados aceptaron compromisos vinculantes desde un punto de vista jurídico y en el Acuerdo de París a fines del 2015, todos los países del mundo acordaron establecer medidas para detener el calentamiento global.
En segundo lugar, la adaptación al cambio climático se enfoca a acciones para reducir la vulnerabilidad ante los efectos del cambio climático, como mejorar infraestructuras e instalaciones más seguras, además de la reforestación.
La ingeniería climática es la modificación deliberada del clima. Sus técnicas de investigación pertenecen generalmente al manejo de la radiación solar y a la disminución del dióxido de carbono. Aunque hay otras estrategias como lanzar más dióxido de carbono a la atmósfera para capturar el metano que es 84 veces más dañino, volver a congelar los polos bombeando agua de mar a las nubes para que reflejen más luz solar y enfriar las zonas debajo de ellas.
O convertir las emisiones de dióxido de carbono en un combustible y reverdecer los océanos para que no se acidifiquen, poner sales de hierro que fomenten el crecimiento del ‘plancton’ que capturaría al dióxido de carbono. Por desgracia, la ingeniería climática ha sido ineficaz hasta ahora o tiene efectos secundarios graves que no se pueden detener sin causar un cambio climático rápido.