He esperado hasta volver de España para escribir este relato, después de tres semanas de estancia en esa hermosa región del mundo. Aunque solo tenía un año sin estar en la ‘madre patria’ me he encontrado con grandes sorpresas de muy diferentes aspectos: desde la increíble situación de una nación que opera sin gobierno oficial y con una clase política en total decadencia, una monarquía tambaleante que da risa por su forma de comedia teatral para exhibirse en público, un bajísimo nivel de productividad con el más alto índice de desempleo en Europa (20%) y una asombrosa oleada de turismo internacional que apenas en seis años ha subido de un promedio de 50 millones de visitantes anuales a cerca de 75 millones.

Por lo que no hay duda de que la nación sobrevive a la crisis económica mundial actual gracias a una situación totalmente aleatoria. Ya que al no haber oportunidades de trabajo, los millones de migrantes que ahora invaden Europa ni siquiera se acercan a España, mientras que la infinidad de turistas de todo el mundo han escogido a este país para realizar sus vacaciones anuales debido a sus increíbles monumentos arquitectónicos de reconocimiento mundial que se pueden visitar en condiciones de seguridad que ahora mismo no existen en Francia, Italia, Austria y Alemania. Además de los bajos costos de hoteles y de transportación.

No solamente la ciudad de Madrid estaba llena de turistas en una época de mediados del otoño cuando el turismo es medianamente bajo en toda Europa. Sino que todo cambió en muchas de sus bellas ciudades y regiones, ya que un verano prolongado ha permitido que sus playas siguieran funcionando y los paseos por sus rutas septentrionales, como la famosa ruta de Santiago que viene desde Francia hayan seguido operando en forma multitudinaria propiciando grandes ingresos para los paradores, asilos y hoteles en la ruta, además de las empresas proveedoras de alimentos, a las variadas fuentes de gastronomía y a todos los servicios que se dan a los turistas.

En las zonas turísticas más conocidas, como las famosas ciudades de Granada, Córdoba y Sevilla en Andalucía, las cercanas a Madrid, como Toledo, Segovia, Avila y Badajoz, además de todas las regiones turísticas de Asturias y de Cataluña tenían un promedio de ocupación superior al 90% en sus hoteles que les permitía aumentar sus tarifas y dar empleo a más gente. Mientras algo similar sucedía en los centros comerciales, en los restaurantes y con todas las agencias de turismo que no podían dar abasto a la inusitada demanda de este año que se considera como el de mayor temperatura promedio desde que se lleva control de dichas cifras en España en los años 30’s del siglo pasado

Esta situación inesperada de altísima afluencia turística ha permitido subsistir a un Gobierno sin pies ni cabeza que carece de legalidad por no haber conseguido los votos suficientes de los representantes de sus partidos políticos para poder formar un gobierno constitucional. No obstante, este grave problema se resolvió de forma circunstancial, ya que las instituciones públicas, dependientes del Estado han tenido ingresos extraordinarios que les ha permitido pagar los sueldos de los burócratas a cargo de las autonomías, atender los servicios básicos de sus municipios como son la seguridad pública, el pago de la energía utilizada en los servicios públicos y los salarios del personal para dar mantenimiento a la complicada red de carreteras y de redes ferroviarias que permiten el fácil desplazamiento de los turistas.

En vista de esta situación tan especial decidí cancelar mi ruta turística que tenía planeada a través del Cantábrico por Bilbao, Santander y San Sebastián hasta llegar a Francia y me dirigí, en compañía de mi esposa a la bellísima ciudad de Burgos, donde había tenido la dicha de radicar hace varios años. La ciudad está más hermosa que nunca, ya que sus autoridades han empleado gran parte de sus ingresos en mejorar su vialidad, dar mantenimiento y expansión a sus increíbles parques públicos y a los accesos de sus extraordinarias edificaciones públicas que incluyen sus maravillosas iglesias, con la segunda mejor catedral gótica del mundo, sus increíbles monasterios de las Huelgas que data del siglo XII y que aún está en funciones, el de los cartujos de Miraflores del siglo XIII, el que fuera de los mercedarios y ahora es un hotel que ha sabido preservar minuciosamente sus majestuosas edificaciones del siglo XV y muchos otros monasterios y conventos con bellísimas edificaciones. Está además su extraordinario Museo de la ciudad de Burgos en dos edificios del siglo XVI y su increíble Museo de la Evolución Humana construido en el 2010, donde se conservan los restos de humanoides anteriores al mismísimo ‘homo sapiens’ encontrados en Atapuerca que cuentan con casi tres millones de años.

Si todo eso no fuese suficiente para cautivar al más acucioso turista, la ciudad de Burgos posee una especie de testimonio viviente de lo que un día fue la especie humana actual, donde aún se conserva la alegría de vivir dentro de una pequeña comunidad, con perfectas fórmulas de cortesía, un respeto sincero a la forma de ser de los demás y un profundo amor a su pequeña ciudad, a su patria y a las creencias religiosas de su gran mayoría. Por si ello fuese poco, la ciudad de Burgos cuenta con una excelente gastronomía acompañada por los mejores vinos de la Ribera del Duero en medio de un clima de cordialidad y de alegría permanente.

Adenda: No me extrañaría que esta bella ciudad, al igual que sus actuales habitantes fuesen considerados en cualquier momento como un patrimonio viviente de la Humanidad.