El pasado 20 de mayo, el brillante economista de la Universidad de California en Santa Bárbara, Benjamín Jerry Cohen, experto en Economía Política Internacional analizaba algunos aspectos torales de las relaciones internacionales actuales utilizando metodologías y teorías aplicadas de la economía política. En su conferencia de mayo 20 en la Fundación Rafael del Pino, el experto economista señalaba que era imposible explicar la economía al margen de la política, ya que nunca ha sido ajena al contexto social en el que se desarrolla.
En dicha conferencia titulada ‘El desorden monetario que viene’, Cohen previene una enorme crisis monetaria global, imposible de imaginar y con muy pocas posibilidades de poderse frenar. Cuando se le preguntaba cuál sería el futuro del ‘euro’ después de las elecciones del parlamento europeo daba una inquietante respuesta, diciendo que era muy importante saber que las empresas privadas estaban a cargo del dinero no sólo en Europa, sino en todo el mundo. Por lo que la elección del nuevo parlamento europeo no iba a tener ninguna influencia en el euro y solo significaba un papel mínimo en su control. El problema básico – según Cohen – es que la eurozona está gobernada en forma muy pobre, porque las responsabilidades son compartidas por diferentes grupos y actores, como el BCE, los ministros el Euro grupo y la Comisión, lo que hace que el euro sea muy débil.
Cuando se le preguntaba a Cohen cual debería ser el posible camino para recuperar el control global del dinero, señalaba que las soluciones podían describirse con facilidad, pero era muy difícil alcanzarlas en el ámbito de lo político, ya que en un gobierno tan fragmentado como el de la UE no existen mecanismos para lidiar con los desequilibrios entre los diferentes países de la eurozona. Señalaba Cohen que en los Estados Unidos había ahora un problema similar con sus 50 estados y una sola moneda, pero existía un mecanismo automático de transferencia en el que los estados que van bien transfieren sus superávits a Washington y éste los envía a los que van mal.
Aunque este mecanismo ha evolucionado mucho en poco más de medio siglo, sigue funcionando en forma automática. Por lo que cualquiera economista formado en los Estados Unidos cree que en Europa debiera crearse un mecanismo similar, lo que no será posible mientras Europa siga siendo una confederación de Estados soberanos con leyes diferentes. En el fondo, la regulación de la moneda es un problema de solidaridad muy difícil de lograr entre naciones con etnias, lenguajes, mitologías y culturas diversas, por lo que piensa que la UE (Unión Europea) no sólo no solucionará este problema sino que lo irá agravando al ir creciendo las diferencias políticas, sociales y culturales entre sus países.
También señalaba Cohen que ninguna hegemonía política puede ser eterna y que los Estados Unidos iban en decadencia lenta pero inexorable debido a que su Gobierno sigue dividiéndose cada vez más. No obstante, las alternativas de que surja una moneda alternativa al dólar son muy escasas, ya que la nación que la llegase a emitir tendría que respetar las leyes, los contratos y la propiedad privada, además de contar con un mercado financiero bien desarrollado que permita a los inversionistas comprar activos de esa moneda. Y hasta ahora, ninguna nación, incluyendo a China, ofrece estas condiciones.
Cuando se le preguntó porque no se sancionaba a China por sus torcidas políticas monetarias, Cohen decía que aunque todo mundo sabía que estaba manipulando desde hace tiempo las divisas, nadie quería ir contra China y crear un conflicto político debido a su gran poderío y a que en la actualidad ya lidera al mundo económico. Asimismo, cuando se le preguntó porque no había cambiado el capitalismo tras el estallido de la crisis económica del 2008, con extraordinaria claridad respondió que el mundo continúa con un sistema basado en el mercado desde mediados del siglo 20, y cuando se ha tratado de modificarlo siempre han surgido grandes crisis y ha sido entonces cuando entra el gobierno a lidiar con el problema a base de nuevas regulaciones y supervisiones.
En la primera década del siglo 21, cuando se crearon los instrumentos financieros denominados ‘derivados’ se generó la peor crisis financiera desde los años 30′s. Y aun cuando los Gobiernos han tratado de ponerse al día creando nuevas formas de regulación como Basilea III o la Ley Dodd-Frank en los Estados Unidos, además de la separación de la banca de inversión y la banca comercial, en el fondo nada ha cambiado ni parece que cambiará en el futuro próximo. Ya que el poder está ejercido por los actores privados del mercado, principalmente por las empresas multinacionales y ningún Gobierno nacional es capaz de controlarlas.
Según Cohen, no existe ahora mismo ninguna forma de cambiar el sistema capitalista actual, sino una revolución de tipo marxista que por ahora es imposible. En el fondo es una función de un buen gobierno, pero hoy en día la mayoría de los gobiernos no son muy efectivos, ya que todos tienen muchas divisiones internas. Por lo que el poder seguirá en manos del sector privado quien seguirá tomando riesgos ‘ab aeternum’ y persistirá la posibilidad de que estalle otra crisis. Aunque Cohen espera que los actuales sistemas políticos serán capaces de establecer las regulaciones que sean necesarias para conservar el capitalismo del presente.
La regulación formal del dinero – según Cohen – tiene siempre que venir de los gobiernos nacionales. Solo en la ciencia-ficción existe un mundo gobernado por las empresas, ya que los países son los únicos que pueden usar la fuerza de una manera legal utilizando su condición de soberanía. Aun cuando se conoce que las grandes empresas son muy poderosas y tienen una enorme influencia, la única forma de controlarlas es mediante la cooperación entre los distintos Gobiernos. Ahora mismo el balance del poder está del lado de las empresas, porque toman ventajas de las diferencias que existen entre los Gobiernos. Por lo que se requiere de una mayor cooperación entre éstos, más un consenso y liderazgo que no existe en la actualidad. De modo que las empresas siguen ejerciendo una enorme influencia informa y aunque los Gobiernos ostenten el poder las empresas los siguen manipulando en todos sus niveles.
Cohen prevé que muy pronto tendrá que realizarse un nuevo acuerdo entre las naciones del mundo – similar al de Breton Woods – para regular al capitalismo actual, aun cuando ahora no exista ningún consenso global sobre ningún principio regulatorio básico. Lo que piensan al respecto los Estados Unidos y la UE es totalmente distinto a lo que piensa China, por lo que el poder global es cada día más difuso. Aunque existe una veintena de países desarrollados, no existe ningún liderazgo como en 1944. Y será muy difícil crear un consenso y un liderazgo efectivo por el momento.
Con relación a la caída del comunismo en todo el mundo, Cohen opina que todo depende de lo que se entienda por socialismo, ya que si ello significa sustituir el control del mercado por el del Estado no se generaría ninguna mejora, ya que la historia señala que no funcionan ni el socialismo ni el capitalismo de Estado, sino la combinación entre capitalismo y socialismo que generaría las regulaciones suficientes a nivel mico y macro para que los riesgos y la inestabilidad no sean excesivos. Creando una regulación para estar seguros de que los monopolios empresariales no concentren demasiado poder y para que las instituciones financieras no tomen demasiados riesgos.
Así mismo habría una correcta redistribución de la renta para que quiénes tienen desventajas en el sistema del mercado libre cuenten con una red de seguridad. Un sistema donde la gente esté protegida de la bancarrota y el desempleo, para que los de ingresos muy bajos puedan sobrevivir. Se trata de una socialdemocracia más que de un socialismo. Una economía exitosa – dice Cohen – no está basada solamente en el libre mercado, ni en la planificación central, sino que es una combinación coordinada entre la gestión gubernamental y la iniciativa privada.
Por desgracia, la ideología dominante los Estados Unidos ha sido siempre la del capitalismo del libre mercado y se ha creado un mito sobre los beneficios de un gobierno mínimo. Pero el hecho real es que el Estado siempre ha estado ahí. Aunque el partido republicano ha logrado convencer a una gran cantidad de norteamericanos que el Obamacare significa un mayor control del Gobierno y la gran mayoría carece de información para saber que serán beneficiados con dicho plan de servicios, en los Estados Unidos la mayoría cree que un Estado fuerte es por definición un mal Estado. De acuerdo con Reagan piensan que el Estado no es ´la solución’, sino ‘el problema’