En el anterior artículo señalaba como la falta de edad en la Generación ‘Z’ le ha impedido formar parte del aparato del Estado actual y por lo tanto aún no ha podido participar en el nuevo mundo global. De modo que las generaciones que aún operan al Estado moderno de todo el mundo no solo son la generaciones ‘x’ y ‘y’, sino que aún quedan algunos ‘baby boomers’ que operan a través de sus descendientes, quiénes no perciben que el mundo ha cambiado y los conceptos de sus antecesores están obsoletos en un mundo donde las relaciones interpersonales van desapareciendo, así como las emociones, los mitos y las ideologías.
Más ahora me quiero referir a dos de los elementos del actual orden mundial que tardarán más en desaparecer y diferirán la creación de un nuevo orden mundial y de una nueva manera de convivencia entre los seres humanos.
Ahora mismo el mundo entero vive una inmensa crisis financiera, superior a la que vivió el Mundo Occidental durante la Gran Depresión de 1929. Ya no funciona con normalidad el sistema financiero mundial dejando fluir el crédito hacia el sector que realmente lo requiere y ha provocado una gran caída de la actividad económica, generando una pérdida de empleos, morosidad en los pagos y dificultad en el otorgamiento de créditos.
Aunque el orden financiero mundial actual está buscando soluciones a la crisis y trata de construir un nuevo orden financiero internacional, mientras el G-20 pretende restablecer el clima de confianza para regresar al sistema del capitalismo liberal cuando tuvo éxito, con la errónea idea de que el mundo económico y político del pasado puede reconstruirse.
En su próxima reunión, todos los organismos internacionales aliados desde mediados del siglo XX, como el FMI, el OCDE y la CE, pretenden ahora implementar un programa fiscal de estímulo de la demanda que sea superior al 2% del PIB. Asimismo están promoviendo supuestas medidas para incrementar la transparencia en el sistema financiero, con la modificación de normas contables a nivel global para formular una nueva valoración de los activos, impulsando una regulación internacional de las Agencias de Calificación.
Se intenta establecer registros mínimos de capitalización anticíclica para evitar el apalancamiento excesivo del sector privado. También se intenta reforzar la capacidad de las instituciones financieras multinacionales para actuar en la crisis actual y evitar crisis futuras. Por lo que el FMI tendrá que reformarse para adecuar la representación de sus distintos miembros, de acuerdo a su nivel de poder en la economía mundial, estableciendo un sistema de vigilancia y de alerta temprana que ahora no existe.
Y también se intenta poner límites a las jurisdicciones que no cooperen, como los paraísos fiscales, para poder luchar contra el fraude fiscal, el blanqueo de dinero, el financiamiento del terrorismo y de la economía criminal, así como evitar cualquier tentación proteccionista que nunca ha funcionado en el pasado.
Pero no hay duda de que todas estas acciones que no lograron concretarse durante el largo período de dominio total de los Estados Unidos, ahora, con la presencia de China que tiene otro modelo de Estado y es la economía que más crece en el mundo en las últimas décadas, dicho propósito se antoja imposible.
El otro gran problema que tiene el orden mundial actual es el referente a su actual sistema de protección de refugiados y migrantes. Desde Australia, hasta Sudán del Sur, pasando por Estambul o los muros de la Unión Europea existen ahora mismo 19.5 millones de personas en todo el mundo que se han visto obligadas a buscar refugio fuera de su país. Aunque los gobiernos de los países más ricos tienen el deber de ayudarles, les siguen tratando como problemas ajenos a ellos.
Con sus fronteras cerradas y con el temor de ser inundados por los migrantes, permiten que otros países más pobres, sobre todo del Medio Oriente y de Africa acojan al 86% de los refugiados. Haciendo caso omiso de las peticiones de ayuda humanitaria y dejan atenderlos a los organismos en bancarrota de la ONU, quiénes no les proporcionan ni la alimentación básica para sobrevivir.
Por lo que Amnistía Internacional presentó algunas soluciones para que los países más ricos puedan empezar a contener esta gran crisis humanitaria:
1º. Una solución sería abrir rutas sin riesgo hacia lugares seguros para los refugiados. Permitiendo que las personas se reúnan con sus familiares, proporcionándoles visados gratuitos para que no tengan que gastar en ellos sus ahorros o correr el riesgo de morir ahogados.
2º. Reasentar a los refugiados que lo requieran. Sobre todo los más vulnerables, como los sobrevivientes de la tortura y quiénes sufren problemas de salud graves. Aunque esa cifra es ahora de 1.15 millones de personas, sólo se reasientan a menos del 10% al año. Por lo que Amnistía Internacional estima que esa cifra alcanzará los 1.45 millones para fines de año.
3º. Las naciones líderes deben de dar prioridad a salvar vidas. Nadie debe morir al cruzar una frontera. Sin embargo, 7000 personas se ahogaron en el Mediterráneo a partir de octubre del 2013 y en mayo del 2015, miles de personas que huían de la persecución en Myanmar estuvieron muriendo de hambre en barcos, mientras Tailandia, Malasia e Indonesia discutían sobre su salvación.
4º A las personas que huyen por persecución o por guerras se les debe permitir cruzar las fronteras aunque no tengan documentos de viaje. Ya que obligarlos a retroceder o levantarles vallas solo los impulsa a tomar rutas más peligrosas.
5º.- La ONU debe enjuiciar a las bandas de traficantes que explotan a refugiados y a migrantes. Según Amnistía que estuvo con los sobrevivientes del Sudeste Asiático, los traficantes mataban a las personas en sus barcos, cuando sus familiares no podían pagar el rescate.
6º. Los Gobiernos deben dejar de culpar a migrantes y refugiados de sus problemas económicos y sociales y combatir toda clase de xenofobia y de discriminación racial.
7º. Según Antonio Gutiérrez, comisionado de la ONU para los refugiados, en septiembre del 2015 dijo que los países que no cumplen sus promesas de ayudar a los migrantes es por la sencilla razón de que sus organismos para atender a refugiados están en bancarrota. La ONU ha recibido menos de la mitad de lo necesario para ayudar a los cuatro millones de refugiados en Siria. Es por eso que el 80% de los refugiados que viven fuera de Jordania se ven obligados a aceptar trabajos peligrosos y degradantes o a poner a sus hijos a pedir limosna. En tanto que a los refugiados de Sudán del Sur sólo se ha destinado el 18% de los fondos necesarios, mientras los gobiernos gastan miles de millones para controlar sus fronteras.
8º. Después de la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los países acordaron proteger a los refugiados por medio de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y del ACNUR perteneciente a la ONU. Al hacer caso omiso de todas las señales de aviso, los líderes mundiales actuales han permitido una inmensa crisis mundial humanitaria que no terminará hasta que desaparezcan por completo los conflictos entre naciones y las ocupaciones de territorios de países pobres por emporios internacionales que los convierten en campos para cultivar transgénicos y de gramíneas para producir energéticos.
Adenda: Cuando la Generación ‘Z’ alcance los altos puestos de gobierno en los nuevos estados, todos los vicios de los burócratas y de los líderes políticos pronto desaparecerán, ya que la sociedad humana se regirá por mecanismos ajenos a la malvada condición natural del ser humano.