Es indudable que vivimos una nueva etapa de la sociedad humana aun cuando todavía no lo hayamos advertido. Ahora es posible perder el contacto físico con la sociedad de las personas de carne y hueso sin apartarse de la realidad. La hipermedia ha sido, sin duda, la aportación tecnológica más importante de todos los tiempos al proceso de comunicación entre los humanos. Es increíble que nos podamos percatar al instante de lo que sucede en todos los rincones del mundo sin tener que pasar por el ominoso criterio dictatorial de quienes tienen el control del gran espectáculo y de la televisión abierta que son ahora los medios de comunicación masiva más vistos por las clases populares en todo el mundo.
A pesar de que en todo el mundo Occidental predomina la sociedad entre los grandes capitalistas y los políticos que operan el Estado, el dominio que ejercen sobre las grandes mayorías de ingresos medios y bajos se ha convertido en una situación tambaleante, ya que los gobiernos no tienen presupuesto para controlar, no solo la seguridad pública, sino que carecen de recursos para llevar a cabo las funciones fundamentales del Estado. A pesar de que el binomio de la plutocracia y la clase política pretenden ostentar ahora un total dominio sobre las clases populares, el hecho real es que estas van en aumento en la misma proporción que los sistemas judiciales y de seguridad se van colapsando y el mundo en general va siendo más inicuo y la convivencia pacífica se va dificultando más cada día.
Nadie puede prever lo que sucederá en el futuro inmediato, ya que mientras los Estados están en bancarrota, los productos alimenticios básicos son controlados por empresas trasnacionales monopólicas, cuyas compras masivas y acaparamientos hacen cada día más difícil la subsistencia de las familias más pobres del mundo. Por otra parte la desaparición de la economía productora de bienes y servicios ha dejado de contratar trabajadores a mediano y largo plazo, sin prestaciones laborales de ninguna especie y sin capacidad para financiar la educación de sus hijos. Si se analizan las cifras actuales de estudiantes que han abandonado en la última década los estudios elementales y la educación media, se podría evaluar el dramatismo de este fenómeno actual en el que se ha destruido la permeabilidad social del pasado inmediato que propiciaba el acceso a la educación media y superior de los descendientes de las familias de trabajadores asalariados durante los últimos cincuenta años.
Al margen de todos los intentos frustrados de control demográfico en el mundo subdesarrollado, los hechos señalan que mientras crece desmesuradamente la demografía en los países pobres, el índice de natalidad en las naciones con mayor desarrollo económico ha ido disminuyendo hasta niveles dramáticos que indican una mayor proporción de personas de edad madura, sin que exista de por medio otra explicación que el temor generalizado de dedicar toda la vida al proceso poco divertido y nada rentable de criar una familia. Todo hace suponer que las nuevas generaciones del presente planean emplear sus años de juventud y parte de la edad madura a realizar otro tipo de sueños, diferentes e incomprensibles para las generaciones anteriores.
Otro posible factor de la declinación demográfica en las naciones desarrolladas de Occidente ha sido el resultado del gran desarrollo científico y tecnológico de las últimas tres décadas que aunado a la educación superior moderna han ido alejando a los jóvenes de los mitos religiosos cristianos que fomentaban la vida familiar en la gran mayoría de los paises de Europa, en los Estados Unidos y en todas las naciones de Occidente cuyas clases medias tuvieron acceso a la educación media y superior. Mientras que en las naciones del Islam, la India y el Sureste Asiático donde perviven mitos religiosos que promueven la vida familiar, el porcentaje de personas jóvenes en la sociedad se conserva muy elevado y el nivel de personas con alto grado de pobreza y sin empleo va en aumento.
El mundo entero vive en medio de esta crisis donde se combina la bancarrota del Estado y la disminución del empleo debido por una parte al aumento de la vida promedia de la población económicamente activa en combinación con el alto costo social de la población madura que goza de pensiones y cuyo promedio de vida va en aumento. Mientras que en las naciones pobres el fenómeno es aun peor, ya que además de la falta de fuentes de empleo, conforme se retira el gran capital de la producción de bienes y servicios, la demografía va en ascenso, el promedio de edad de la población es menor cada día y se facilita la entrada de la economía criminal con ofertas de salario mínimas y efímeras.
El resumen de esta realidad podría ser que mientras el capital se aleja del viejo campo de la producción industrial y de servicios, la sociedad humana en su conjunto se ha ido alejando de todos los mitos e ideologías del pasado para sólo buscar la forma de sobrevivir, sin importar que eso ponga en riesgo su vida, cause grave deterioro a su dignidad elemental de ser humano o a su salud física. Todo hace pensar que la vieja fórmula del estado democrático y republicano ha llegado a su fin. De la misma forma en que la sociedad humana ha ido cambiando el concepto de la familia como base de la sociedad humana en solo medio siglo, el estado moderno ha dejado de funcionar y dará el paso a otra fórmula de convivencia más simple, donde ya no serán necesarios los procesos electorales, ni la representación política, ni la utópica democracia. Es muy probable que pronto gobernarán de forma gratuita los grandes señores de la plutocracia, tal como sucedía en la época feudal.
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