De Animales a Dioses (Parte III)

Continuaré tratando de hacer una breve síntesis del libro del profesor de historia Yuvel Noah Harari que apenas fue publicado en español en este año (2016) y ya cuenta con más de un millón de ejemplares vendidos. Me he concentrado en la sección de su libro que contiene los análisis del largo proceso de evolución del Homo sapiens hasta que surgió la revolución agrícola y los primeros imperios hacia fines del neolítico.

Cuando surgieron los imperios se empezaron a generar enormes cantidades de información donde se acumulaban las cuentas de operaciones comerciales, de impuestos, de suministros militares, de barcos mercantes, calendarios de fiestas, etc. y durante millones de años los seres humanos almacenaron esa información en un lugar único de su cerebro. No obstante, el cerebro humano no es un buen dispositivo para almacenar bases de datos generados por los imperios y aunque hubo quiénes podían almacenar datos topográficos de provincias enteras o los códigos legales de grandes estados, en los hechos existía un límite en la memoria humana que tarde o temprano se alcanzaba. Asimismo, los humanos morían y con ellos la información que tenían almacenada. Por último los cerebros humanos se habían adaptado para almacenar solo tipos específicos de información acordes con las condiciones particulares de su forma de subsistencia en ese momento de la historia.

Pero cuando aparecieron sociedades más complejas como consecuencia de la revolución agrícola se hizo necesario un nuevo tipo de almacenaje de la información que apenas se lograba mediante los números. Los primeros en superar el problema fueron los antiguos sumerios que vivían al sur de Mesopotamia. Ahí se generaban cosechas abundantes y crecían pueblos prósperos. Conforme crecía la demografía, también lo hacía la cantidad de información, por lo que los sumerios liberaron su orden social de las limitaciones del cerebro humano abriendo el camino a las ciudades, reinos e imperios. El sistema para almacenar estos datos se llamó escritura.

Fue por ello que si una persona deseaba influir en las decisiones del gobierno tenía que aprender a hablar en números. Mientras que los campos de las ciencias exactas iban perdiendo todo contacto con el lenguaje oral y se expresaron solamente a través de la escritura matemática. En épocas más recientes, la escritura matemática ha dado origen a un sistema más revolucionario que es la escritura informática binaria con solo dos signos: el 0 y el 1. De modo que en el presente los niños Homo sapiens hablan, sienten y sueñan en el idioma de los números que se puede comprender mediante las computadoras.

Dice el profesor Harari que nunca ha habido justicia en la historia del ser humano. Ahora mismo la mayoría de las personas del mundo creen que su jerarquía social es natural y justa, mientras que las otras sociedades se basan en criterios falsos y ridículos. A los occidentales actuales se les enseña a burlarse de la idea de jerarquías raciales. Les sorprende que haya leyes que prohíban a los negros vivir con los blancos, estudiar en las escuelas para blancos o ser tratados en hospitales para blancos. Sin embargo, a la jerarquía de ricos y pobres que ordena vivir a la gente rica en barrios separados y lujosos, que estudien en escuelas privadas y prestigiosas, reciban servicios médicos en instalaciones privadas todo esto les parece muy sensato. Aunque saben que la mayoría de los ricos lo son por el simple hecho de haber nacido en el seno de familias ricas, mientras que la mayoría de los pobres seguirán siéndolo durante toda su vida solo por haber nacido en el seno de una familia pobre.

En la opinión de Harari, las sociedades humanas complejas parecen requerir de jerarquías totalmente imaginadas y con discriminación injusta. Aunque no todas las jerarquías sean idénticas desde el punto de vista moral y algunas sociedades padecieron niveles de discriminación más alta que otras, el hecho es que los estudiosos de la historia no han conocido a ninguna sociedad grande que haya podido liberarse por completo de la discriminación. Ya que la gente ha creado en sus sociedades una clasificación de su población en categorías imaginadas, como superiores, plebeyos y esclavos; blancos y negros; patricios y siervos; brahamanes y shudrás o ricos y pobres. Todas estas categorías han regulado la relación entre millones de seres humanos al hacer que ciertas personas fuesen superiores a otras desde los puntos de vista legal, político y social.

Desde otro punto de vista y de forma paradójica, la superioridad genética de los negros en términos de inmunidad a las enfermedades de climas tropicales se tradujo en inferioridad social, ya que los europeos los tomaron como esclavos para sus grandes plantaciones, debido a que los blancos europeos no podían soportar los calores tropicales. Por lo que estos factores circunstanciales harían en América una injusta división entre una casta dominante de europeos blancos y una casta subyugada de africanos negros.

Como los conquistadores arios de la India y los europeos blancos en América querían ser vistos no solo como exitosos en la economía, sino también piadosos, justos y objetivos pusieron a su servicio mitos religiosos y científicos para justificar dichas diferencias. Sus teólogos argumentaban que los negros descendían de Cam, el hijo de Noé que había sido maldecido por su padre para que su descendencia fuera esclava. En tanto que los biólogos adujeron que los negros eran menos inteligentes que los blancos y tenían un sentido moral menos desarrollado. Mientras que los doctores dijeron que como los negros vivían en la inmundicia propagaban enfermedades y eran una fuente de contaminación.

A pesar de que a principios del siglo XIX el Imperio Británico prohibió la esclavitud en forma voluntaria, muchos pensaron que pronto la gente comprendería que dichos estigmas eran un mito, pero ocurrió todo lo contrario y dichos prejuicios se afianzaron con el tiempo, ya que los mejores empleos los ocupaban los blancos, por lo que resultaba fácil creer que los negros eran realmente inferiores. Puesto que las diferencias biológicas entre los distintos grupos del Homo sapiens son insignificantes y la biología no puede explicar los complejos detalles de la civilización hindú o de la dinámica racial americana, de modo que los historiadores científicos como Harari solo estudian los acontecimientos, las circunstancias y las relaciones de poder que han transformado las ficciones de los mitos en estructuras sociales crueles y reales.