Colapso del Estado

 

La evolución de la mente colectiva en Occidente durante el último milenio contiene tres etapas muy definidas: el período feudal, el monárquico y el del estado democrático. Sin contar con una metodología para el estudio de las funciones sociales más importantes, es muy difícil conocer la etiología de cada una de esos períodos en Occidente, aunque hasta cierto punto resulta irrelevante, ya que a final de cuentas estas tres edades míticas de la mente colectiva de Occidente han llegado a su fin debido a cambios específicos en la forma de convivencia de la sociedad o a evoluciones científicas y tecnológicas que han ido resolviendo y cancelando los enigmas mitológicos y metafísicos que siempre han acompañado al ser humano desde su aparición en el Planeta.

Se podría pensar que la desaparición de la sociedad feudal tuvo su origen en el surgimiento del comercio internacional que propició el nacimiento de los burgos de los mercaderes en los suburbios de los pueblos amurallados de los señores feudales, de donde fue surgiendo una nueva clase social que se convirtió en el nuevo líder de la sociedad de la época sin necesidad de armamentos, ya que su capacidad económica creciente le iba confiriendo de facto el poder político para gobernar. La monarquía terminó en función de sus excesos y abusos sobre las clases populares y ahora vivimos el fin del estado democrático al desaparecer la fórmula de capital y trabajo propiciada por la sociedad industrial para generar el desarrollo de la sociedad moderna y sustituirla ahora por un sistema de generación de riqueza que utiliza al capital como un medio especulativo que no requiere del trabajo humano.

Es muy probable que las causas de la finalización de las diversas etapas de la cultura colectiva del ser humano en el último milenio hayan sido mucho más complejas que la fórmula sintética referida, pero la Historia señala que las dos primeras ya han desaparecido por completo en el Mundo Occidental, aun cuando haya sido empleando métodos violentos, siempre buscando conservar y prolongar sus fórmulas de dominio por todos los medios posibles. Por fortuna esta situación de violencia aún no se presenta en la etapa que ahora vivimos, quizá porque está acotada por la conciencia global de la conservación del tambaleante equilibrio ecológico del Planeta o porque las naciones con capacidad bélica para tratar de prolongar su dominio económico e ideológico están viviendo una etapa de bancarrota del Estado que no les permite realizar maniobras geopolíticas de gran envergadura, pero todo indica que las operaciones bélicas para prolongar el dominio de las grandes potencias están a la vista en diferentes regiones del mundo.

Nadie ignora que las colonias petroleras del Gran Medio Oriente ya no pudieron controlarse con los tiranos que había seleccionado el Imperio Norteamericano desde mediados del siglo 20; se ha complicado el control de los energéticos provenientes de Irak, Afganistán y el norte de Rusia, creándose una nueva región de conflicto en Siria para no dejar pasar los energéticos soviéticos hacia Europa y se ha establecido un nuevo nódulo de acción bélica en Turquía. Asimismo se busca controlar el flujo de energéticos hacia China por la ruta del sur de Asia mediante estaciones de drones instaladas al oriente de Madagascar y en las islas al sur de la India. Mientras, China expresa su inconformidad a través de la amenaza de guerra nuclear de su subsidiado aliado de Corea del Norte, mientras se pretende crear una cofradía de inversionistas de diversas naciones en las recién descubiertas reservas energéticas del Polo Norte que solo pueden explotarse durante el verano.

Pero al margen de todas las estrategias bélicas que pierden importancia en función de la desproporción de fuerzas entre los Estados Unidos y las de China y Rusia, el hecho fundamental de la actualidad es el control total que ejerce la plutocracia mundial en las vidas internas de la gran mayoría de las naciones del mundo, tanto en los aspectos de sus sistemas políticos, económicos y judiciales como en sus legislaciones laborales, educativas y de servicios sociales. Ahora mismo, por disposición del binomio dictatorial de la ultraderecha política y la plutocracia global, se han implementado leyes en todo Occidente en las que se protegen todas las actividades de la élite empresarial, se les desvincula de cualquier responsabilidad laboral, se crean sistemas para diferir y disminuir el pago de impuestos, se toma un control de los medios de comunicación masiva y se despoja legalmente a las naciones de sus riquezas y de sus empresas nacionales, de modo que sin violencia y sin posibilidad de que surjan movimientos populares armados, el nuevo imperio de la ultraderecha señala con claridad meridiana que serán los dueños del mundo durante muchos años más.

Adenda.- Resulta patético que en México, como en otras muchas naciones totalmente controladas por los Estados Unidos existan personas con educación superior y medios de comunicación masiva con gran alcance que expresan su convicción de que las grandes reformas políticas, económicas y educativas que ocurren ahora mismo en sus países son de naturaleza autónoma.

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