Hace apenas unos días, Trump canceló la política que existía desde mediados del siglo XX en los Estados Unidos. En dicha política el gran país estadounidense fingía combatir a todos los terroristas del mundo por el bien de la humanidad y estableció bases militares por todo el mundo desde que triunfó en la Segunda Guerra Mundial. Creía ser el único país del mundo con el derecho divino de señalarle el camino del bien al resto del mundo y lo señalaba con orgullo en su Monumento del Angel de la Libertad que había construido en Nueva York a principios del siglo XVIII.
Por asares del destino, el Estado francmasón se dedicó a realizar acciones bélicas por todo el mundo con gran éxito utilizando el presupuesto federal en la ocupación de territorios, fabricación de armas de destrucción masiva, financiamiento de empresas dedicadas a mantener sus bases militares, nacionales y foráneas y a la creación de un universo de medios de todo tipo que elogiaba esta situación. Desde la prensa escrita en papel, el cine de Hollywood, la naciente televisión y el maravilloso y nuevo mundo digital.
Todo funcionó a la perfección durante poco más de doscientos años, hasta que surgió la gran autocracia de los chinos que en poco más de 50 años lograron irse apoderando del comercio, de la tecnología, de los medios de comunicación y del nuevo mundo digital. Por otra parte no se daban cuenta que Europa se fragmentaba, crecía el nacionalismo por todas partes, además de la ultraderecha y el nuevo populismo.
Mientras tanto, Rusia, cuyos recursos económicos eran muy pobres, se dedicó exclusivamente al negocio de diseñar nuevas armas nucleares y a explotar sus enormes reservas petroleras por todo el mundo, dominando el mercado de Europa y firmando con China un tratado multimillonario para surtirles sus energéticos.
El resultado de todos estos cambios en la geopolítica mundial está generando un mundo global muy complejo que nadie sabe a dónde se dirige. Pero su característica fundamental es que la demografía mundial depende de China y de la India. Mientras que las naciones que eran ricas dejaron de tener familia y sólo enfrentan puros problemas, como los flujos migratorios de los países pobres, el alto costo de los alimentos, la inseguridad pública y la desaparición lenta de las estructuras del Estado posmoderno.
Adenda: En unos cuantos años el gran imperio estadounidense estará hundido, China será la potencia más rica del mundo y Rusia dependerá de que su gran dictador Vladimir Putin logre habilitar a un sucesor o muera en las manos de los empresarios bandidos que se apoderaron de la URSS después de la muerte de Stalin y de los rotundos fracasos de sus sucesores.