La grave crisis política que aflige al capitalismo occidental en la actualidad no la creó Putin, sino banqueros estadounidenses que al aprovechar la desregulación y la interconexión financiera arrastraron a la economía mundial hacia la debacle del 2008. Después de esta crisis, los altos políticos estadounidenses se negaron a introducir regulaciones bancarias adecuadas y no castigaron a los causantes de la crisis, mientras se enriquecían. En tanto que en Europa los fracasos éticos y políticos de la democracia se extendían para apoyar a los populistas de las izquierdas y de las derechas.
Por otra parte, los partidos populistas de Italia obtuvieron casi el 50% de los votos totales en la más reciente elección nacional y eso no fue debido a las campañas de desinformación de los rusos – como dice EUA – sino por el creciente malestar hacia un establishment político que no supo o no pudo resolver los grandes problemas económicos que sufría Italia en ese momento. De modo que la última elección fue una clara muestra de las desigualdades en las diversas regiones de Italia. Mientras que en el Norte se favorecía a los xenófobos, en el Sur el movimiento populista Cinco Estrellas obtuvo la mayoría de votos con los pobres. No obstante, el slogan de la campaña de La Liga de Italia que dice ‘los italianos primero’ no está inspirada en Italia, sino que dicho nacionalismo proviene del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
Las expresiones masmediáticas con ‘fake news’ difundidas por Rusia en las redes sociales han influido un poco en la crisis europea, pero en Reino Unido la prensa de Murdock y de Harmsworth han ejercido una gran influencia fragmentaria en las supuestas democracias de Europa Oriental, mediante sus mitos religiosos y autocráticos que han obstruido el avance de esa región de Europa hacia la cultura posmoderna, la tolerancia secular y los grandes valores de la Unión Europea.
Desde hace varias décadas, Occidente sufre grandes desigualdades sociales por no saber como actuar ante la globalización, al mismo tiempo de que sus gobiernos se fueron aislando de la opinión pública. De modo que actualmente muchas burocracias de esos países no rinden cuentas y están muy distantes de ser legítimas.
Por su parte, Rusia enfrenta enormes problemas internos, no sólo en su economía, sino en su asociación con sus mafias internas que padecen desde la caída de la URSS, además de su gran colapso demográfico. Pero la realidad es que Rusia no representa un gran problema para Occidente, como es el caso del actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Y en menor grado algunos de los países más ricos del mundo actual como Japón, Alemania, Nueva Guinea y Australia.
No obstante, contemplando a la democracia actual desde una visión estadística, las encuestas de Pew Research – la mayor y más reconocida empresa encuestadora del mundo, se concluye que en la gran mayoría de los países del mundo, el ciudadano común no cree en sus gobiernos nacionales y menos aún en quiénes gobiernan, ya que en la mayoría de los casos, la obtención del poder y de la riqueza siguen siendo los mayores paradigmas, mientras que apenas van en ascenso algunos países como China, los países asiáticos y los del Medio Oriente que están ubicados en las nuevas rutas comerciales que financió China desde Pekín hasta Berlín, París o Madrid, situación que apenas tiene poco más de dos décadas.
Adenda: Bajo esta situación se podría concluir que a pesar de todo, el mundo actual y del futuro cercano es mucho mejor al de los últimos 40 años, cuando Estados Unidos logró el control total del orden mundial con base en su capacidad bélica, la enorme ambición de sus multimillonarios y sus argucias financieras. Aunque haya sido con gran costo para sus clases media y baja, donde una oligarquía, controlada por la plutocracia tomó el control global de la economía, de sus finanzas y de su sistema monetario para beneficiar a solo un pequeño sector de la sociedad humana y a unos cuantos pobres que apenas han aumentado en una mínima proporción sus ingresos personales.