Hace apenas unos días, el líder republicano de los Estados Unidos, John Boehner y el ministro alemán Frank Walter Steinmeier coincidieron en señalar que la situación actual en Ucrania es la más grave a nivel mundial desde que aconteció la caída del muro de Berlín en los años ochenta del siglo pasado y puede ser el detonador de una nueva guerra entre las grandes potencias o el inicio de una guerra civil interminable, similar a la de Siria, a la de Egipto, Libia y a la de las demás naciones del Gran Medio Oriente.
No obstante la decisión de la Unión Europea (UE) fue muy tibia, ya que en lugar de calificar la invasión rusa de Crimea como una clara violación a las leyes internacionales se concretaron a convertirla en una simple violación temporal a los derechos humanos de los ucranianos de parte de los rusos. Para debatir esta situación se reunirán el martes 4 de marzo, la ministra de relaciones públicas de la UE y su similar de Rusia Sergei Lavrov para darle una solución pacífica a tan grave evento.
Mientras que los Estados Unidos y demás miembros del G-8 han cancelado la reunión programada para la nueva ciudad de Sochi en Rusia y han solicitado el apoyo de una misión de observadores internacionales a cargo de la OSCE (Organización para la Cooperación y la Seguridad en Europa) mientras se debate la posibilidad de entregar un anticipo de 1,500 millones de euros a Ucrania para aliviar su grave situación económica.
Es obvio que la Unión Europea se comporte en forma por demás precavida frente a esta situación claramente violatoria del sistema legal internacional por parte de Rusia, ya que los rusos son los proveedores de una tercera parte del total de energéticos que consume Europa y podrían suspender el abasto en el momento que así lo decidieran causando un desastre de proporciones inimaginables en la mayoría de los países europeos. Aunque no debe descartarse el alto costo que esto significaría para la economía de Rusia, cuyas exportaciones a Europa significan el 24% del total de sus ventas al extranjero.
Por su parte, los Estados Unidos tienen motivos de otra índole para comportarse cautelosos ante Rusia. Según los informes más recientes de la Dirección de la Marina de los Estados Unidos, la única nave norteamericana es una fragata ubicada en un puerto turco del Mar Negro conocida como la USS Taylor, debido a que encalló a mediados de febrero en un punto cercano a ese puerto turco y hasta la fecha está en reparación. Mientras que los rusos mantienen en el Mar Negro alrededor de medio centenar de buques de guerra acorazados, fragatas y dragaminas, además de 14,000 efectivos de combate en el puerto de Sebastopol y 6 nuevos submarinos atómicos de la última tecnología del proyecto 636.3.
Además de esta enorme desproporción de fuerzas bélicas en la región del conflicto se encuentra la situación de retiro de las fuerzas armadas norteamericanas de la región del Medio Oriente, por lo que es imposible cualquier género de apoyo militar a esa región, además del grave conflicto que aún persiste en Siria y de la crisis geopolítica regional que ya no es controlada por los Estados Unidos en Irak y en Afganistán. Si a estos problemas geopolíticos se agrega la nueva hermandad entre China y Rusia en todos estos conflictos regionales, es por demás obvio que Estados Unidos no tiene otro argumento más que el uso de la diplomacia y de los medios masivos de información para convocar a los organismos internacionales, como la OSCE y la OTAN para morigerar el conflicto, ya que su control bélico y económico del pasado ha llegado a su fin.
Quizá lo más difícil de evaluar en relación a este complejo evento político que ahora sucede en Ucrania es realizar una prospectiva totalmente objetiva de la reestructuración territorial que ocurrirá en estas naciones en vías de desarrollo, en las instituciones políticas y en la operación de sus fórmulas económicas cuando siempre han sido colonias de las grandes potencias mundiales y ahora pretenden tener una vida autónoma. Sobre todo en lo que se refiere a las clases populares que han dependido siempre de una pequeña aristocracia que nunca les ha dado la oportunidad de ascender en la escala social, cultural y de percepción de ingresos.
El análisis objetivo de lo que ahora sucede en Ucrania y en las demás colonias de Rusia, de China y de los Estados Unidos señala con claridad que la asociación de China con Rusia en el contexto global tendrá más éxito que el de la sociedad de los Estados Unidos con sus aliados de Occidente ya que la asociación del capitalismo con un Estado policial siempre será más eficiente que cuando el Estado pretende actuar en un sistema supuestamente democrático cuya esencia está sustentada en grandes contradicciones: una sociedad donde los ricos eligen a quiénes serán sus representantes en el Estado y donde los pobres son quiénes hacen los trabajos sucios y manuales para los ricos.
Adenda: Esto no significa que el mundo no tenga un futuro promisorio, sino que nadie tiene la menor idea de lo que va a acontecer en los próximos años o quizá en los próximos días en un mundo donde ya no existe el pasado.
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