En el ser humano de todas las épocas existe una tendencia conservadora que le inhibe en la aceptación de nuevas ideas, paradigmas y mitos colectivos, desde los religiosos y políticos hasta los artísticos y los de naturaleza metafísica. Esta condición implícita en la mente humana propicia iniquidades sociales, desavenencias y casi siempre conduce a la violencia. La reacción natural de los poderosos ha sido hacia la elaboración de normatividades jurídicas que justifiquen ese dominio de facto y a la instrumentación de sistemas policiales y castrenses que garanticen la permanencia de su dominio.
En el presente, esa metodología de hacer desaparecer los hechos del pasado inmediato a través de los medios masivos de comunicación se ha convertido en el elemento fundamental para controlar por completo la información de sus nacionales y permitir que los poderes fácticos pasen inadvertidos, mientras se exaltan los valores de la disciplina y de la obediencia total en los policías y militares que ejercen la represión legalizada por funcionarios públicos que sólo acatan las disposiciones de quiénes los instalaron para realizar actividades judiciales o legislativas. Este nuevo fascismo se expresa no solamente en el Mundo Occidental, sino en todas las regiones del mundo, debido quizá a que en el nuevo mundo digital, la memoria histórica, oral y escrita han desaparecido por completo.
En la conformación del actual mundo multipolar, la tendencia hacia una fórmula de dictadura militar es cada día más notable en las principales naciones o grupos de naciones que tienen mayor poder económico y bélico, quizá con la única diferencia del nivel de hipocresía con el que se ejerce y las diferencias en la aplicación del presupuesto. Mientras los Estados Unidos siempre han tratado de ocultar al resto del mundo su enorme deseo de poder y su falta completa de humanismo exhibiendo un enorme poder bélico y financiero, la dictadura China se muestra evasiva y trata de eludir las confrontaciones bélicas y sus responsabilidades financieras sin emitir una moneda propia apoyada en sus enormes reservas, debido a que prefiere ejercer su presupuesto en otras materias que considera más necesarias, como el control policial interno, el desarrollo de infraestructuras urbanas más modernas y la búsqueda de energéticos, de materias primas básicas y alimentos para su numerosa población. Por su parte la Unión Soviética planea su política exterior en función de su particular geopolítica que le impone la región del Medio Oriente y de Europa Oriental, además de su localización geográfica en la ruta de gas y petróleo rumbo a Europa y el creciente poder de las mafias que controlan en gran parte al Gobierno actual de Rusia.
A pesar de que todos estos hechos son difundidos a diario por la prensa internacional, lo más visible de este fenómeno global en el nuevo mundo multipolar es la reestructuración de la geopolítica global, donde se observa desde el Norte de Africa y en la ruta conocida como El Gran Medio Oriente que va desde Marruecos y Argelia hasta el Mar Rojo, pasando por Túnez, Libia y Egipto, rodeando la península de Arabia y llegando al Medio Oriente por el Golfo Pérsico. Continúa por Pakistán hasta la ruta petrolera de China y transita por el Océano Indico hasta los países del Sudeste Asiático y desde ahí hasta el noreste del Lejano Oriente.
Es justo en esa región del mundo donde se están estableciendo las nuevas bases militares de los Estados Unidos, cuyo principal armamento son los antimisiles de mediano y de largo alcance que utilizan como combustibles y explosivos el aluminio micronizado y los materiales químicos oxidantes que fueron desechados hacia el final de la Guerra Fría contra Rusia. Las empresas norteamericanas que fabrican los antimisiles llamados THAAD forman parte del mismo complejo militar desarrollado por el Pentágono desde los años de la Guerra Fría y sustituyen al costoso aparato militar trasatlántico que creó guerras discrecionales en regiones lejanas a los Estados Unidos para mantener el viejo negocio de La Guerra que fue durante años la principal fuente de ingresos de la familia de ‘los halcones’ del Pentágono que ahora están asociados con Wall Street y realizan guerras virtuales mucho menos cruentas, pero mucho más rentables.
Otro cambio radical ocurre en la región del Medio Oriente, donde se ha diluido casi por completo el interés por los hidrocarburos de esa zona y se han ido retirando de Irak y Afganistán todas las fuerzas bélicas y grupos de espionaje y mercenarios de los Estados Unidos y de la mayoría de sus socios y naciones subordinadas de la región, ya que las enormes reservas de gas y de aceite de rocas de esquisto encontradas en el Africa subsahariana en territorios pertenecientes a Argelia y a Marruecos, más las de su propia nación, Canadá y México pueden resolver su demanda energética por más de 25 años. De ese mismo abandono estratégico del Medio Oriente se deriva un cambio radical en presupuesto ejercido para el control de los gobiernos de esa región que fue de gran importancia desde que estalló la crisis petrolera de 1972 y se convirtió en el escenario mundial favorito de las guerras energéticas hasta principios del siglo 21.
También es muy dramática la recomposición geopolítica del Cono Sur de Latinoamérica, donde se han iniciado nuevas estructuras políticas ajenas al imperio de Norteamérica en gran parte de sus naciones, cuyos dirigentes políticos lograron negociar en diversas formas con varias de las grandes potencias con ideologías distintas a la de Estados Unidos y han logrado un alto grado de independencia económica, política y cultural. Ahí destaca el caso de Brasil que ahora mismo está construyendo una de las plataformas agropecuarias más grandes del mundo, liberándose a sí mismo y a muchas naciones del control alimentario de los Estados Unidos y de sus macro empresas que dominan el mercado mundial de los principales productos alimenticios.
Adenda.- No hay duda de que por ahora el acento principal del mundo global actual es la recomposición geopolítica que está ocasionando el nuevo mundo multipolar donde la mayoría de las naciones del mundo ponen al descubierto sus tendencias fascistoides. Pero es un hecho positivo que las guerras cruentas y contaminantes están a la baja.
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